Rodrigo de la Serna y Daniela Goggi sobre “El rapto”: Nos interesaba el clima de permanente amenaza
La década de 1980 en la Argentina vuelve a invocarse en pantalla grande enlazando familia y política en El rapto, nuevo filme de Daniela Goggi (Abzurdah). Adaptación libre de la novela autobiográfica El salto de papá del periodista Martín Sivak, el filme que llega primero a cines y luego a Paramount+ recrea un secuestro practicado por instituciones vinculadas al Estado en plena primavera democrática.
El “gordo” Julio Levy (Rodrigo de la Serna) retorna del exilio en Uruguay junto a su familia para instalarse en una Argentina fervorosa que celebra el fin de la dictadura, solo para enterarse poco después que su hermano (Germán Palacios) ha sido secuestrado.
La cifra millonaria en constante expansión que le exigen los secuestradores y la incertidumbre sobre el paradero de su hermano va minando tanto la empresa financiera de los Levy como el estado anímico de Julio, que fuma tres atados diarios de cigarrillos aislándose de su mujer (Julieta Zylberberg) y de sus hijos. El principal temor del protagonista es fallarle a su padre (Jorge Marrale), dueño de la financiera, en un lazo no ausente de contradicciones por la ideología comunista que profesa Julio.
Parada en un doble carril, El rapto desarrolla en forma de denuncia el reclamo feroz de los Levy a las desentendidas autoridades nacionales, al parecer implicadas en el secuestro; y al mismo tiempo retrata la alienación psicológica de Julio con tensión creciente de thriller. Que la tragedia personal y colectiva vivida por los Levy sea la que afectó a la verídica familia Sivak es solo una anécdota en el filme.
“El libro fue un disparador -reconoce Goggi en un diálogo virtual con VOS-. ¿Viste que a veces uno lee una novela y lo conmueve algo? A mí lo que me conmovió es el apartado de cómo se vivió la transición de la dictadura a la democracia y el costo que esa transición tuvo en algunas familias. Aparte es casi como si la novela me hubiese inspirado el ir a revisar un contracampo, el de la mano de obra desocupada. El enemigo de la película es interesante porque no tiene entidad, es invisible, no se sabe quiénes fueron los secuestradores”.
Y completa: “Lo único que hace la película entonces es focalizarse en ese drama familiar y en el personaje de Julio Levy, que trata de encontrarle una respuesta a un secuestro extorsivo en democracia. Va a pedirle respuestas al Estado, a la clase política, a la policía, a los servicios de inteligencia, sin obtener respuesta. El libro disparó un clima de época”.
El trabajo de De la Serna es crucial en ese sentido, siendo que la gran mayoría de planos de la película recaen sobre él. ¿Cómo compuso a ese personaje de turbulencias internas y externas? “No solo significó para mí un desafío sino que fue uno de los papeles más difíciles de mi vida profesional, es el trabajo del que estoy más orgulloso. Creo que es la mejor película en la que he trabajado -señala-. El personaje me costó muchísimo, había que revisitar esos años que yo viví con ojos de niño. Lo primero que hice fue agarrar los álbumes familiares y revisar fotos con mi viejo, con mi hermano, y ya eso emocionalmente te empieza a conectar con la época, que está muy bien retratada. El escenario histórico está nítidamente expuesto. Son un personaje y una generación complejos”.
“Estos hombres y mujeres, los que sobrevivieron a la dictadura, a esa violencia institucional, cargaban consigo la culpa de los sobrevivientes -sigue-. En el caso puntual de Julio Levy, él es un marxista que además había manejado una financiera por mandato patriarcal, está cargado de contradicciones y de complejidades. Se tiene que hacer cargo de la situación y aparte están estos mandatos. Sos hombre, no podés comunicar las emociones y tenés que ser además brillante intelectualmente, brillante en los negocios, un padre de familia ejemplar. Nadie le dijo ‘che, podés decir que no’. Hacerse cargo de esas zonas que tienen que ver con nuestros viejos fue un trabajo complejo, difícil, pero agradezco a Dios que haya estado Daniela al lado porque su trabajo es maravilloso desde lo narrativo, ella contuvo esta emoción dándole forma y limite al personaje”.
Dolor encarnado
-Películas como “El clan”, “Argentina, 1985″ o “Un crimen argentino” han regresado a esa época de la Historia argentina para revisar problemáticas afines. ¿Qué creen que motiva el enfoque cinematográfico en esos años?
Goggi: Hay un diálogo con Argentina, 1985, es el mismo periodo histórico aunque ahí se analiza el proceso del Juicio a las Juntas. Nosotros hablamos del lado B, de la resaca que quedó en democracia. Me interesaba recrear ese clima de permanente amenaza que había, con las bombas en los colegios, los secuestros, las amenazas a periodistas, a políticos. Nos focalizamos desde otro punto de vista sobre los mismos acontecimientos.
-De la Serna: Está bien revisitar cada tanto esos años sobre todo para las generaciones que no los vivieron. No está mal desde el cine o desde las artes tejer cierta conciencia colectiva o colaborar o aportar para que las generaciones que no experimentaron esa época estén un poquito atentos.
-Goggi: Por eso nos interesaba contar el hecho histórico a través de un drama familiar. En primera persona el dolor encarnado cobra otro valor.
Para ir a ver “El rapto”
Argentina, EE.UU., 2023. Guión: Daniela Goggi y Andrea Garrote. Con: Rodrigo de la Serna, Julieta Zylberberg y Germán Palacios. Duración: 95 minutos. En cines, y a partir del 3 de noviembre en Paramount+.
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