Robo de celulares en boliches y en festivales: tres experiencias narradas por las víctimas
El incremento de la inseguridad es un problema que no encuentra solución en Córdoba y transitar con un móvil en la mano no es una opción segura, incluso en festivales y en bailes custodiados por la presencia policial. El robo de celulares en la vía pública se trasladó a estos recintos.
“En mi caso, se trató de una banda que fue especialmente a robar”, sentencia Lucas (23), a quien le quitaron su móvil con una modalidad cada vez más usual: un grupo de desconocidos lo rodeó y, sin que se diera cuenta, sufrió un hurto.
Todo sucedió en la última edición de un festival de cuarteto masivo que se realizó la semana pasada en el estadio Mario Alberto Kempes, zona oeste de la ciudad de Córdoba.
“Cuidé el celular toda la noche y siempre estuve muy atento para no sufrir su pérdida. Pero en un solo descuido, cuando estaba tomando una bebida, sentí un movimiento en mi bolsillo. Fue un segundo y me lo habían robado”, recordó.
Cree que la cosa estuvo a cargo de al menos tres personas. “Sin embargo, cuando di con uno de ellos, no tenía mi dispositivo”, contó con impotencia.
El teléfono sustraído fue un iPhone que cuenta con la función de rastreo activada. En la actualidad, aseguró, sabe dónde está el dispositivo.
Lucas se dirigió de inmediato a realizar la denuncia hacia la comisaría más cercana a su domicilio. “El procedimiento es engorroso, pero elegí creer en la posibilidad de recuperarlo. Además no creo en la justicia por mano propia, porque enfrentar a los ladrones te puede costar la vida (además de poder incurrir en un delito)”, dijo.
Hasta la actualidad, Lucas continúa esperando una respuesta. Teme que nunca llegue.
Intento de robos reiterados, resistencia y un final indeseado
Florencia (28) renegó con reiterados intentos de robos en el barrio Nueva Córdoba, zona céntrica de la ciudad, pero en la vía pública. Nunca lograron sacarle el móvil porque se aferró a su teléfono, aunque en ambos episodios salió golpeada.
“El primero fue entre las calles Independencia y Buenos Aires. Salía de un bar a las 3 de la mañana con los auriculares. Una moto se me acercó y uno de sus ocupantes me dijo que le diera todas mis cosas y me hice ‘bolita’ en el piso, algo que había visto en internet. El ladrón me golpeó varias veces en la espalda y en la cabeza. No quería que se llevaran mis cosas que tanto trabajo me había costado obtener”, comentó.
El segundo intento fue similar, en la misma zona. Ella iba caminando por la tarde junto a una amiga y, montado en una motocicleta, alguien le tomó el celular a su acompañante. La chica empujó al hombre y Florencia logró quitarle el celular.
Durante la tironeo, su amiga recibió de parte del delincuente dos golpes en su rostro, quien no pudo concretar su propósito delictivo. Los vecinos de la zona les ayudaron a ahuyentar al ladrón.
Finalmente, Florencia asistió la semana pasada a un pub concurrido de barrio Cofico, en una zona comúnmente reconocida como “El Abasto”. “Estaba distraída, conversando entre el bullicio. No había bebido, porque no suelo hacerlo. Sin que me diera cuenta, me sacaron el móvil”, lamentó.
A pesar de su pérdida, prefirió no hacer la denuncia. “No espero que lo recuperen. Lo busqué en redes sociales y todavía no lo encuentro. No pierdo las esperanzas”, dijo.
Robo en boliches: entre la oscuridad y con música estridente
Otro caso es el de Juan (30). A él le robaron el teléfono el fin de semana pasado, en un boliche ubicado en barrio Güemes, zona céntrica de la ciudad de Córdoba.
Hacía algunos minutos había sacado su celular del bolsillo para revisar las notificaciones. Se distrajo un poco con algunos posteos y le pareció que sería bueno retratar aquel momento. Por eso se sacó una selfi.
Ese instante fue suficiente para que un grupo de chicos se le acercara, sin que él se diera cuenta de las intenciones. “Me preguntaron si tenía un cigarrillo de marihuana y les expliqué que no consumía. Luego quisieron saber si tenía pastillas, a las que tampoco soy adepto”, recordó.
No pasaron más de cinco minutos de charla sin que él volviese a palpar sus bolsillos. El celular no estaba.
“De repente, empezaron a irse con gran rapidez. Quedó uno solo que me miraba con una sonrisa siniestra. Pero de inmediato desapareció, aprovechando mi búsqueda desesperada”, lamentó.
Cuando empezó a buscarlos, la banda ya no se encontraba dentro del local. Cree haberlos divisado más tarde, entre la gente, cuando volvió a echar un vistazo.
“En el lugar me dijeron que son unos chicos que vienen todos los fines de semana, que provienen de la zona de Tribunales II y que ya son reconocidos por el público. Pero era la primera vez que iba a ese lugar y no estaba advertido”, aseguró.
Preguntó dónde podía hacer la denuncia, pero obtuvo un gesto de burla por parte de los encargados de seguridad.
“Me preguntaron si ganaba algo con la denuncia. Cuando les dije que quería tener de vuelta mi celular, no me prestaron más atención”, comentó.
También intentó buscar algún uniformado en la zona próxima al boliche. La presencia de otro grupo de chicos a los que llamó “sospechoso” le infundió miedo y decidió retirarse del sitio.
Esa noche perdió su iPhone, que había sido comprado por sus padres hacía poco tiempo. No logró rastrearlo. Mucho menos, recuperarlo.
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