River – Boca: el partido más emocional
En el fútbol argentino, nada habrá emocionalmente más fuerte que sentir un clásico Boca–River, River-Boca, como prefiera. Es la grieta de todas las grietas a nivel social más aceptada, aunque desate maremotos de pasiones.
Es así que nada será superior en materia de expectativa y tensión a lo que ocurrirá hoy desde las 19 en el estadio Monumental de Núñez.
¿Qué equipo ganará? ¿Será River, que repetirá así la alegría del último clásico, en el que en octubre del año pasado ganó 2 a 1 ante su propio público?
¿Será Boca, que así ayudará a sacarse un poco más el peso de aquella final perdida en Madrid y que por su magnitud todavía siente aquellos dientes en el cuello?
Los dos llegan siendo los últimos campeones. River se quedó con la Copa de la Liga Profesional y los xeneizes con la Copa Argentina. Ambas vueltas olímpicas marcan el lógico sesgo de monopolio que se ha reflejado en casi 100 años de profesionalismo.
En el ámbito nacional, y desde 1930, entre ambos han ganado 64 títulos. El resto de los equipos, 72.
Sin embargo, en los últimos años ese poder parecen haberlo manifestado con más claridad los futbolistas conducidos técnicamente por Marcelo Gallardo, líder de una época, creador de un equipo que, a través de sus distintas composiciones, ha dejado un sello identificable por su creatividad y su ambición ofensiva.
Esas mismas características lo han llevado al liderazgo del grupo A, en el que comparte ese privilegio con Defensa y Justicia y Unión. Su estilo es el mismo. Toque y más toque, buen manejo del balón y alternativas de ataque.
En su último partido goleó a Gimnasia y Esgrima por 4 a 0. Su déficit radica en la endeblez de una defensa mucho más vulnerable que en tiempos no tan lejanos.
Boca, mientras tanto, mira desde la segunda posición del grupo B, junto a Colón, al puntero, Estudiantes de La Plata.
Su propuesta es menos vistosa y en un proceso de consolidación que todavía deja dudas. Su entrenador, Sebastián Battaglia, todavía cuestionado, lejos está del bronce que desde hace unos años baña la figura de Gallardo.
Pero no hay partidos iguales ni antecedentes irremontables. O River prevalece con la vivacidad de Ezequiel Barco y Julián Álvarez, más toda una estructura que a partir de Enzo Pérez genera juego hablando un mismo idioma, o Boca prevalece con lo bueno conocido, históricamente reconocido, su espíritu combativo, aunque sin un líder nítido ante la ausencia de Carlos Izquierdoz, por lesión, y también por la ausencia desde hace varios años de un “5″ áspero y trabajador, estilo “Chicho” Serna, a partir del cual pueda nutrirse anímicamente.
Después, hay de todo para especular. La famosa frase “depende de cómo te levantés”, es una de ellas.
Un mal día lo puede tener cualquier equipo. Una jornada soñada le puede caber a cualquier jugador.
Lo cierto es que River tiene más estética para mostrar, a la que Boca tratará de neutralizar con el empeño colectivo y con los delanteros Sebastián Villa y Darío Benedetto (si está bien físicamente), como sus armas letales.
Se presume siempre mucha emoción. Como lo exige la historia será a todo o nada.
Por eso mismo, las características de una victoria o de una derrota en este tipo de partidos pueden exigir la construcción de un monumento a quien lo merezca o el señalamiento del camino de salida a quien padezca el infortunio de una grave derrota.
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