Responsabilidad necesaria ante la pandemia
En los primeros días del año, el Gobierno de Córdoba anunció que ampliaría la capacidad de testeo y de rastreo de contactos para mantener a raya al coronavirus. Ambas medidas son correctas. Recordemos las críticas que se hicieron desde distintos sectores durante los meses más duros de la cuarentena, tanto a nivel nacional como provincial: para bajar el nivel de contagio, hace falta testear a la población y rastrear los contactos de los casos positivos para aislarlos de modo preventivo.
Con todo, su actual implementación estaría más determinada por la política que por cuestiones sanitarias. Como la Provincia tomó distancia del decreto presidencial que prescribe restricciones nocturnas ante determinados índices de presencia del virus en un área geográfica cualquiera, se necesitan datos finos y actualizados para sostener esa posición. En ese sentido, el Gobierno cordobés se mostró partidario de una libertad de circulación más amplia.
En ese contexto, siendo realistas, el aumento de casos que se reporta a diario es lógico. Ya no estamos en etapa de aislamiento, sino de distanciamiento social, lo que implica una mayor circulación de gente, potenciada por la actividad turística y las salidas recreativas.
Aquí es donde debiera ponerse en práctica la responsabilidad social de cada uno de nosotros. Ya sabemos todo lo que debemos saber sobre el coronavirus. Cuáles son sus síntomas y con qué otras enfermedades o indisposiciones pueden confundirse. Cuáles son las medidas preventivas que debemos respetar. Que hay enfermos asintomáticos y que hay pacientes de riesgo.
Pues bien, esto es lo que justamente estaría fallando entre nosotros, según la perspectiva de las autoridades sanitarias. Porque la Provincia pretendía realizar unas 15 mil pruebas diarias, pero a 15 días del anuncio la cantidad de testeos sigue igual que antes: desde octubre, en promedio, Córdoba informa a diario entre cuatro y cinco mil test. Apenas un tercio de lo esperado.
¿Por qué? Porque la gente no se muestra dispuesta como antes a testearse, y los casos positivos no colaboran como antes informando todos sus contactos estrechos. Ambas reacciones dan cuenta de una peligrosa conducta individual frente al coronavirus que repercute negativamente en la sociedad.
Son actitudes reprochables, claro, pero debemos intentar comprenderlas. Partamos de una obviedad: nadie quiere regresar a la etapa de aislamiento. Quien se testea por las dudas y obtiene un resultado positivo, debe confinarse por unos 10 días. Y cada contacto estrecho que informe, más allá del resultado de su test, también debe confinarse por ese periodo. Entonces, se pospone el test lo máximo posible y, llegado el caso, se entrega la mínima lista posible de contactos.
Quien obra así, movido por una errónea percepción de la libertad individual, pone en riesgo a mucha gente. Hay una regla sanitaria básica que no se puede pasar por alto: quien porta una enfermedad contagiosa, debe cuidarse para no transmitirla. Visto así, el coronavirus es la regla y no la excepción.
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