La Voz del Interior @lavozcomar: Responsabilidad legislativa

Responsabilidad legislativa

Cuando la clase política argentina estaba totalmente desprestigiada y los partidos políticos buscaban una imagen distinta a la ya conocida, intentaron incluir en sus listas a personajes de la farándula, de la música, del deporte, del teatro, del cine, candidatos que pudieran representar al electorado.

Ello posibilitó que distintas figuras de la vida nacional intentaran suerte en distintos cargos políticos, fueran nacionales, provinciales o municipales, con la suerte que ya todos conocen, pues en la función pública no se puede improvisar con cualquier persona que no reúna los requisitos de idoneidad que el cargo requiere.

Esto no es nada nuevo, tiene miles de años en la historia. En efecto, Platón, el más genial de todos los pensadores de la antigüedad, exponía un pensamiento filosófico enraizado en un ideal ético que consagraba una vida buena y justa.

El filósofo griego afirmaba hace ya más de dos mil años estos sabios principios: “El poder debe recaer en los que saben”; “Se debe tener conocimiento y también temperamento” y “Todo miembro del Estado debe desempeñar la función para la que resulte más apto y no otra”.

Aristóteles, su discípulo, también nos dejaba sus enseñanzas con un enfoque más científico, cuando pregonaba que el papel del Estado es formar ciudadanos en la virtud, educarlos para que actúen con rectitud y persigan un fin noble.

El fin de la política, decía, no es la conquista ni el enriquecimiento, sino la virtud colectiva.

El Estado, a través de sus instituciones, organismos y sistemas, requiere un cambio profundo. Es importante que el tradicional conformismo no se apodere de nosotros y se pueda revertir la integración de los cuadros de gobierno, en la que se debe privilegiar la elección de personas con la capacidad suficiente para desempeñar los cargos de gobierno con eficiencia y honestidad.

En nuestro país, en nuestra clase política también, existen quienes están movidos por afanes personales y quienes actúan por un genuino espíritu de servicio público.

El fin de la política no es ni la conquista ni el enriquecimiento, sino la virtud colectiva.

Teniendo en cuenta la responsabilidad legislativa de las personas que han sido elegidas por el voto popular, es una verdadera vergüenza republicana que nuestros representantes se constituyan en “ñoquis” del Poder Legislativo, cuando cobran importantes dietas por el puesto que ocupan y que no las justifican.

Debería haber una sanción ética y ejemplarizadora para los “calienta sillas”.

A los anotados en la carrera legislativa, hay que decirles que en la función pública no se puede improvisar con cualquier persona que no reúna los requisitos de idoneidad necesarios. Y a los políticos, que se abstengan de ofrecer cargos legislativos a cualquier persona que no reúna condiciones mínimas de capacidad para el cargo.

*Abogado, docente

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