Respetar a las deportistas
El fútbol femenino ha ganado popularidad y prestigio en muchos países del mundo, entre ellos, la Argentina. Un progreso meritorio y vertiginoso, que alcanzó estatura de profesional en torneos de ligas y de federaciones, tanto a nivel de clubes como de selecciones. Se podría decir que su desarrollo lo ha puesto en igualdad de atracción popular con otras disciplinas deportivas practicadas por mujeres, como el básquet y el hockey, por citar competencias en equipo.
Sin embargo, y en contraposición con el reconocimiento de la gente dentro y fuera de los campos de juego, no son pocos los casos de desconsideración que deben enfrentar las jugadoras por parte de la dirigencia.
Al respecto, no es para nada novedoso que la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) asome enredada en cuestiones vidriosas. En este caso, a tenor del escándalo que se desató por la renuncia de varias integrantes de la selección argentina femenina de fútbol.
A todas luces, y bajo la batuta del presidente de la institución, Claudio “Chiqui” Tapia, las deportistas denuncian una flagrante disparidad en el trato respecto de sus colegas hombres.
La crisis (no se está muy lejos de caer en la discriminación) no es nueva, pero alcanzó ribetes de estupor tras las publicaciones en redes sociales de tres jugadoras que pertenecen al club Boca Juniors, de la ciudad de Buenos Aires, y que abandonaron la selección.
Una de ellas se refirió a tratos indignos de parte de la AFA. “Llega un punto en que cansan las injusticias; que cansa no ser escuchadas y, peor aún, ser humilladas”, se quejó la defensora Julieta Cruz, una de las titulares de la selección nacional.
Es inadmisible que entre las acusaciones a la conducción de AFA se mencionen situaciones que exceden lo económico (es decir, no les pagan), sino que alcancen extremos como la alimentación que todo deportista debe recibir antes y al finalizar los entrenamientos.
Como antecedente vergonzoso, vale enumerar que al concluir las prácticas, dicen, les dan a modo de merienda un sándwich de jamón y queso.
No hay, agregan, almuerzo ni desayuno, una mezquindad pavorosa que seguramente no se observa en un club de barrio de menor cuantía económica. Dicho en términos de la calle, un “ninguneo” insostenible en desmedro de deportistas profesionales que expresan el honor de vestir la camiseta albiceleste de la selección argentina.
La desconsideración llegó a su máxima expresión cuando la AFA (o, mejor dicho, su presidente) les comunicó que no se les pagarían viáticos de un partido amistoso con Costa Rica porque ese encuentro se juega en Buenos Aires.
Como dato aleatorio, es impensada la reacción que tendrían los jugadores de la selección de fútbol masculina si les amagaran con un despojo de esa magnitud. Es de inferir que la AFA se maneja con parámetros diferenciados en materia de género, sin caer por esto encima de los derechos de los hombres.
El apoyo igualitario al deporte es un deber de la dirigencia y debe ser fomentado por el Estado.
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