Reseña del libro “Para un soldado desconocido”: sinfonía del ausente
Solemos pensar en la guerra sin detenernos en cada una de las vidas que tocó, rasgó o destruyó. Uno de los personajes de la nueva novela de Federico Lorenz dice: “Van a escribir mil, dos mil, tres mil libros, pero habría que escribir uno por cada veterano”. Desde la ficción, Para un soldado desconocido salda parte de esa deuda.
Construida de modo coral, la novela pone en juego 31 voces que van rodeando, bordeando, marcando la silueta del Negro, ese que quedó en las islas, tantos años su cuerpo enterrado bajo una cruz sin nombre.
Las voces se suman y, al cruzarse, van construyendo escenario, trama y personajes. Los padres del Negro, sus amigos del pueblo, el intendente, una enfermera, algunos soldados ingleses, compañeros de trinchera, un periodista, una antropóloga forense, un chico que escribe cartas para los soldados, un jefe de Regimiento que se autoproclama “soldado de la Patria” y se enorgullece de lo que él llama combatir “la subversión”, una maestra de grado sirviendo el aparato de propaganda estatal, un veterano británico encargado de enterrar los soldados argentinos caídos en batalla.
Lorenz abre la novela dándoles voz a las rocas. Esa decisión de algún modo propone otra dimensión, otra magnitud de las cosas. La pequeñez de nuestra especie, de nuestro supuesto dominio, de nuestras luchas internas. Para las rocas no existen nacionalidades, sino sólo los hombres y sus guerras.
Para un soldado desconocido cuenta historias que rompen con una visión en blanco y negro. Una guerra es algo mucho más complejo. Quizás un kelper ofrezca té a un grupo de soldados argentinos, viendo detrás de lo que para él es un ejército invasor un grupo de chicos que también son víctimas. Quizás los enemigos no estén dados por la nacionalidad, quizás tu superior te estaquea como forma de castigo. Quizás le entregues un sándwich a un soldado y ese soldado sea justamente el que decidió que tu hijo fuera movilizado a las islas. Lorenz pone en tensión el dispositivo de la construcción del héroe, un sayo que desconoce la realidad de tantos y tantos chicos obligados a ir a la guerra, en un contexto de dictadura.
Al terminar el libro, quedan flotando escenas difíciles de olvidar. El hundimiento del Belgrano. Un cuerpo roto acunado en una manta. Las familias que van a recibir a los que vuelven, la desesperación de no encontrar al que buscan, la garganta seca de gritar un nombre al que nadie responde. Los militares negando información, llamando “desaparecido” al que saben muerto; algo que ya habían hecho, miles de veces, en todo el territorio del país. Una madre, después de años, pudiendo visitar la tumba de su hijo en las islas del sur.
Con prólogo de Patricia Ratto, Para un soldado desconocido inaugura A.hache, el nuevo sello de Adriana Hidalgo. Es de celebrar el nuevo diseño, mucho más amable con el lector en la tipografía, el uso del blanco y la distribución de los elementos, con un especial cuidado del aspecto visual y la materialidad estética de los libros.
- Para un soldado desconocido. De Federico Lorenz. Editorial Adriana Hidalgo. 140 páginas. $ 1.700
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