Reseña del libro Diario del afuera, de Annie Ernaux: diario de paseos urbanos
La obra de Annie Ernaux cabe en lo que se da en llamar “autoficción” o “narración autobiográfica”, a pesar de que algunos de sus libros no entren dócilmente en esa categoría, o lo hacen por otro camino. Uno es Diario del afuera, el último publicado en castellano luego de obtener el Nobel en 2022 (aunque hubo una edición previa en Argentina en 2016).
Ernaux nació y vivió en localidades de provincia y a mediados de la década de 1970 se instaló en Cergy-Pontoise, una ciudad nueva y cercana a París. Vivir en un lugar que en pocas décadas se levantó de la nada, privado de toda memoria histórica y donde no eran visibles las huellas del pasado (“… con sus construcciones diseminadas por un territorio inmenso de límites inciertos”) le produjo la “impresión continua de flotar entre el cielo y la tierra, en un no man’s land”.
Esa extrañeza la llevó a escribir años después (entre mediados de 1980 y principios de 1990) una serie de instantáneas de la vida diaria y colectiva, pero sin ningún propósito sociológico o periodístico, sino para registrar las huellas de la literatura en la realidad.
Diario del afuera contiene textos breves –la mayoría de un solo párrafo de pocas líneas– a partir de observaciones en la calle y en los espacios públicos o semipúblicos, entre ellos, los que tiempo después el antropólogo Marc Augé calificaría de “no lugares”: estaciones de tren y de subte, hipermercados, centros comerciales, negocios, plazas, galerías, pero también las paredes y los muros donde la gente grafitea y deja huellas.
En esos lugares que poseen la cualidad de “públicos” –porque les pertenecen a todos, pero a nadie en particular– la narradora se dedicó a pescar escenas, palabras, interacciones y diálogos. Una mujer que observa sin disimulo y muestra atracción por otra, el mendigo que pide limosna y bromea sobre su condición, la cajera que exhibe su cansancio y hastío ante el comentario de un cliente del supermercado, el matrimonio mayor que ostenta ante el carnicero el gusto por la buena comida, una madre que teatraliza el enojo con su hija, o la pareja que alternativamente alza la voz y se acaricia.
La narradora utiliza la escritura como si disparara una cámara, evitando lo más posible que se filtren prejuicios, suposiciones y reflexiones que entorpezcan el registro. Sin embargo, al avanzar las páginas se anima a revelar que en estos textos ha encontrado mucho de sí mismo y también ha puesto más que lo que pensaba: en la elección de una palabra o de una situación, en los intercambios en que decidió detenerse y en los que dejó pasar.
Es que esos seres anónimos la envían a episodios de su propia historia, o a la de su madre o a la de algún otro conocido o familiar, y activan el pensamiento de lo que fue su vida, de lo que está siendo, de lo que podría haber sido. Por eso estos apuntes “del afuera” también lo son “del adentro”: otra forma de hacer autoficción.
- Diario del afuera. De Annie Ernaux. Traducción de Lydia Vázquez Jiménez. Cabaret Voltaire. 2024
https://www.lavoz.com.ar/cultura/resena-del-libro-diario-del-afuera-de-annie-ernaux-diario-de-paseos-urbanos/
Compartilo en Twitter
Compartilo en WhatsApp
Leer en https://www.lavoz.com.ar/cultura/resena-del-libro-diario-del-afuera-de-annie-ernaux-diario-de-paseos-urbanos/