Recomendada para ver en Netflix: “El poder del perro”, de Jane Campion
Una película de vaqueros no es necesariamente una película de pistoleros, habría que advertirles a quienes se sienten tentados de ver El poder del perro por el afiche de Netflix en el que aparece Benedict Cumberbatch con un sombrero de cowboy y montado a caballo.
De hecho, la historia transcurre en 1925, cuando la épica de lejano Oeste ya hacía tiempo que había sido incorporada a las novelitas populares y al cine de Hollywood, y lo único que sobrevivía de aquellos tiempos de pioneros y de forajidos era el fantasma de cierta idea de virilidad.
Ese fantasma es precisamente la materia prima sobre la que trabaja con maravillosa sutileza la directora neozelandesa Jane Campion (El piano) para mostrar qué vulnerables pueden ser los hombres más duros y qué duros pueden ser los más vulnerables.
Cumberbatch encarna a Phil Burbank, un ganadero rico que desdeña su posición social y que se entrega a las tareas del campo con una fruición salvaje. Los peones lo admiran, lo respetan y le temen, y él abona esos sentimientos con acciones exageradas y una mitología propia, basada en la figura de un mentor que le han enseñado todo lo que sabe sobre la vida al aire libre en las praderas y en las montañas de Montana.
El hermano de Phil, George (interpretado por Jesse Plemons), tiene un carácter mucho más apacible y civilizado. Se viste como un caballero y se resiste al poderoso influjo fraterno con paciencia y astucia. Sin embargo, pese a las escenas iniciales en las que el choque de temperamentos entre hermanos aparece en primer plano, El poder del perro no es una nueva versión del conflicto bíblico entre Caín y Abel. Más allá de la distancia que pueda haber entre ellos, Phil y George no se odian, simplemente son distintos
Sin embargo, la tensión crece hasta volverse irrespirable cuando George conoce a Rose Gordon (Kirsten Dunst), una viuda que regentea una posada y que tiene un hijo amanerado (Kodi Smit McFee) en edad de empezar la universidad. Rose se convierte en el objeto de odio de Phil, quien la desprecia y le hace la vida imposible desde que ella se instala en la enorme propiedad de los Burbank luego de casarse con George.
En ese punto, el hijo de Rose, que visita la hacienda en las vacaciones de verano, adquiere una importancia fundamental en la historia, le cambia el signo, hace que la brutalidad dominante hasta ese momento se transforme en algo más delicadamente erótico y perverso.
Jane Campion maneja esas variaciones de climas dramáticos con el cuidado de quien manipula dosis mortales de veneno. No apura nunca el ritmo de las escenas, ni subraya con trazos gruesos a los personajes, sostenidos por actuaciones excepcionales, sobre todo la de Cumberbatch y la de Dunst.
Se ha querido ver en El poder del perro una deconstrucción de la masculinidad del western. Es una lectura legítima, pero tal vez demasiado marcada por el presente. La ambición de Campion es mayor, tanto estética como filosóficamente, y apunta a la infinita complejidad de los seres humanos, que pueden ser más poderosos cuando más vulnerable parecen.
Para ver
El poder del perro. Calificación: Muy buena. Dirección: Jane Campion. Elenco: Benedict Cumberbatch, Jesse Plemons, Kirsten Dunst y Kodi Smit McFee. Duración: 128 minutos. Se ve en Netflix.
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