Receta gestacional, paso por paso
Ingredientes: tiempo (800 gramos), audacia (100 gramos), espacio físico (1.500 gramos), espacio emocional (todo el que consiga), sal a gusto y una pizca de suerte.
Busque y elija un deseo, en lo posible fresco, tierno y con un peso acorde a si está en pareja o si está sola/o.
Colóquelo en sitio cálido y seguro, previamente envuelto en miel, paciencia en rama, papel de almanaque y seis clavos de olor.
Déjelo marinar hasta hacerlo realidad (usted sabrá reconocer cuándo).
Llegado el momento, quite los clavos de olor y guárdelos.
Con el deseo listo, inicie la preparación.
Si opta por la forma tradicional, asegure coincidir con su pareja no sólo en disfrutar el momento, sino en varias ideas básicas.
Compruebe la temperatura de los encuentros amorosos; el deseo no debe quedar crudo, pero tampoco deje que se le quemen los bordes.
En caso de adopción, controle la fecha de vencimiento; esta podría depender de impulsos fugaces, intentos por salvar una relación o cubrir un vacío personal.
Cocine en horno tradicional a temperatura mínima por tres meses.
Aproveche dicho lapso para preparar una salsa con tres litros de caldo natural, media manzana cortada en láminas, tres ramitas de ceiba y los clavos de olor que había guardado.
Durante este trimestre, intente no hacer pública la preparación, ya que la salsa podría cortarse. Pasado dicho lapso, puede compartir la noticia sin limitaciones.
Si la cocción tiene lugar en hornos judiciales, espere el tiempo que le indiquen.
En ambos casos, prepárese para recibir un sinnúmero de sugerencias sobre cómo mejorar la receta y sobre técnicas que determinan el sabor final. Acepte todo con una sonrisa, aunque sin alejarse de las instrucciones generales.
El resultado final mejorará de manera notable si realiza controles periódicos con especialistas en estas recetas.
Transcurridos nueve meses (en horno tradicional) o el tiempo necesario (en horno judicial), pase la preparación a un recipiente; de ser posible con forma de cuna.
Ubique tal recipiente en sitio seguro y evite taparlo, de modo que la preparación se mantenga siempre aireada.
Incorpore de inmediato leche a intervalos variables, buscando ritmo y cadencia; notará cómo la mezcla se nutre con cada ración y leuda durante los descansos.
Si prefiere sostener la preparación en brazos, no se contenga. Lejos de perjudicar la receta, los achuchones iniciales aportan sabores y fragancias singulares.
Compruebe cómo –de a poco y para siempre– comienza a colmarse el espacio físico y emocional. Admita postergar deseos personales y/o de pareja.
Durante los primeros tiempos, es normal la sed intensa, una alarmante caída del cabello y frecuentes discusiones de pareja.
Llegados los seis meses, la preparación demandará otros ingredientes; elija productos naturales.
Notará que la mezcla comienza a tener iniciativas propias, como desplazarse o incorporar condimentos extravagantes como tierra de maceta, bichos bolita o trozos de papel. Filme.
Es altamente probable que, al alejarse de la cocina, alguien cercano agregue productos que usted juró nunca usar; todos, llenos de octógonos negros. Resígnese.
Festeje el primer aniversario del vaciado del horno. Pocos momentos tienen tanto significado gastronómico como humano.
Quienes disfrutaron del sabor de lo cocinado no tardarán en pedir que repita la receta.
No se precipite. Es importante que un nuevo plato surja del deseo propio y genuino, y no de uno ajeno o impuesto.
Si decidiese repetir, atrévase a innovar con especias que no figuran en la receta original.
Descubrirá la esencia de la cocina: nunca un plato es igual a otro.
* Médico
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