Que lo que esté por venir sea música y no silencio
Este nuevo aniversario del Levantamiento del gueto de Varsovia es, sin lugar a dudas, especial. El estudio y el recuerdo del Holocausto, cuestión de estado para todo judío y que debería serlo para toda la sociedad, se constituyó en un tema más actual que nunca.
Épocas como las de la Segunda Guerra Mundial, en las que el régimen nazi buscaba terminar con todo aquel considerado distinto a sus ojos, volvieron a tomar forma, estando más vigentes que nunca en los últimos 81 años.
Los contemporáneos decimos que partimos del estudio de la Shoá (Holocausto) como un hecho histórico que importa recordar una y otra vez, con la intención de concientizar y evitar así que semejantes atrocidades cometidas por el hombre contra el mismo hombre vuelvan a repetirse.
Lamentablemente, habiendo transcurrido casi un cuarto del siglo 21, seguimos presenciando innumerables masacres motivadas por la deliberada intención de hacer desaparecer de la faz de la tierra a quienes habitan el único Estado democrático de Medio Oriente: El Estado Judío. Pero un Estado en el cual conviven y son parte del mismo personas que exploran diversas miradas de la fe, del misticismo y otras creencias.
Así, esta llama del recuerdo permanece encendida y más ardiente que nunca. Transmite su calor desde la resiliencia, desde el amor y el respeto a la vida misma. Convencidos de que el peor enemigo es el silencio. Entendiendo que resulta imperativo seguir conmemorando la historia con mayor fuerza y visibilidad. Haciendo que se escuche en todas partes “Nunca más”.
Decimos que el silencio es nuestro peor enemigo y vaya si lo es. Hay silencio de grandes potencias y de organismos internacionales, incluso de derechos humanos. El silencio es tan profundo que aturde como expresión y paradoja. Un silencio que además de hacer daño, abre le abre las puertas al enemigo común de la humanidad: el terrorismo, una expresión generalizadora permanente, profunda, obsesiva, quimérica, disponible y peligrosa.
Por eso, en momentos de recuerdo como estos, debemos expresarnos y no guardar silencio. Transmitiendo con educación que vivir una vida judía no es un delito, como tampoco lo es cualquier pensamiento o estilo de vida distinto a otro.
“La educación es la forma de evitar que posturas extremas ganen mayor posición” repetimos desde Daia una y otra vez. Sin embargo, acostumbrada a ser camaleónica, la judeofobia sabe acomodarse a las modas del momento, y así lo vemos hoy reflejado en las casas de estudio de Estados Unidos e incluso en nuestro país.
“Quienes no pueden recordar el pasado, están condenado a repetirlo”, dijo el filósofo Jorge Santayana. Por ello debemos contar la historia y condenar toda forma de odio y discriminación. Es crucial detener la violencia política causada por la desinformación, por las teorías de conspiración y por la ignorancia.
Es crucial permanecer alertas ante la indiferencia y la apatía, porque detener el aumento del antisemitismo y el odio de cualquier tipo es fundamental para la salud de nuestra república democrática y para el futuro de la democracia en el mundo civilizado.
Entendiendo que si reescribir la historia es imposible, debemos escribir juntos el siguiente capítulo.
“¿Usted preguntará por qué cantamos? Cantamos porque los sobrevivientes y nuestros muertos quieren que catemos”, fue la frase que nos inspiró en la organización de este octagésimo primer aniversario que concretamos desde Daia Filial Córdoba junto al Gobierno de la Provincia el pasado 6 de mayo en el Teatro del Libertador General San Martín. En definitiva, porque no debemos guardar silencio. Porque desde Daia elegimos recordar el horror sufrido por la humanidad no desde la victimización sino poniendo énfasis en la resiliencia del pueblo judío a lo largo del tiempo y en la fortaleza que la sociedad necesita para que todo aquello que esté por venir sea música y no silencio.
(*) Presidente de Daia Filial Córdoba
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