La Voz del Interior @lavozcomar: Punto de vista: “streaming” pago pero con anuncios molestos, ¿volverá la piratería?

Punto de vista: “streaming” pago pero con anuncios molestos, ¿volverá la piratería?

El pasado fin de semana, Franco Colapinto debutó en la Fórmula 1 y miles de seguidores del automovilismo se conectaron a la pantalla de ESPN (en Disney+) para presenciar el acontecimiento.

Muchos espectadores se indignaron al descubrir que, en la plataforma de streaming, la carrera fue interrumpida por extensos anuncios que ocultaban momentos clave de las vueltas. “Es como que el delantero vaya mano a mano y me pongas una publicidad”, escribió un tuitero a modo de queja.

Este rechazo hacia las publicidades en Disney+ surgió recientemente, tras la fusión con el canal deportivo y Star+.

Disney+ y Star+ solían tener un precio accesible, lo que permitía disfrutar de todo el deporte en vivo, además de una vasta oferta de cine y series de altísima calidad. Sin embargo, después del 26 de junio, cuando estas plataformas se unificaron, cambiaron parte de las normas del servicio y comenzaron a aparecer anuncios en medio de cada reproducción.

La queja masiva estalló, además, con la disminución de acceso a los partidos de la Copa Libertadores y Sudamericana, y el estreno de El encargado. Allí, al ver la serie, los anuncios interrumpen cada episodio al menos tres veces, con publicidades de yogures o tarjetas de crédito.

La molestia es comprensible; en una situación económica compleja, es difícil imaginar que alguien pague para eliminarlos. Ese formato es exitoso en YouTube Premium, pero en ese caso, la suscripción es relativamente barata.

Y ahí surge el reclamo común: “Yo ya estoy pagando, ¿me pedís más dinero para ser premium del premium?”, escribieron en la cuenta oficial de X en Latinoamérica.

Modelo de anuncios

Las grandes plataformas de streaming se sostienen principalmente con las suscripciones de los usuarios. Esta novedosa solución fue adoptada por Spotify y las compañías discográficas la tomaron para combatir la piratería.

Desde mediados de los 2000 hasta casi 2015, los internautas descargaban música masivamente a través de sitios como Soundcloud, Bandcamp, Ares y otros medios de subida y descarga de datos ilegal. Es recordado el caso de Metallica contra Napster, que trajo una oleada de reclamos de derechos de autor.

Posteriormente, la suscripción asequible de Spotify puso al alcance de todos cualquier disco o canción que uno quisiera escuchar. La simpleza de la interfaz y el bajo costo representaron una gran ventaja al ofrecer el servicio, lo que hizo que ya no valiera la pena arriesgarse a descargar los archivos de dudosa procedencia.

Algo similar ocurrió con Netflix y el golpe que le dio de lleno a Blockbuster y a los videoclubes que desaparecieron. El factor común en casi todos los casos fue el mismo: el acceso sencillo y económico a una gran cantidad de contenido.

En definitiva, lo favorable es tener todo al alcance de la mano sin complicaciones. Pero lamentablemente, en el último tiempo la competencia transformó el modelo de negocio y ahora los usuarios están siendo afectados.

Quien quiera es libre de acceder a cada servicio y plataforma, pero la manera en la que se expandieron obliga a tener que elegir. ¿Quién puede pagar todas las que existen?

El hartazgo

Detrás de Netflix surgieron nuevas plataformas que compiten por la compra de suscripciones: HBO adquirió Discovery y Warner, ya se comentó el caso de Disney, y Amazon tomó fuerza como una opción novedosa y de calidad. Cada una ofrece un contenido extenso (aunque limitado) que deja afuera un abanico casi infinito.

Lo malo es que, para elegir, hay que pagar.

Hace aproximadamente un año, Netflix limitó las cuentas compartidas: ya no se puede “prestar” la suscripción para que más de un usuario acceda al contenido. Aunque aún se debate la implementación de anuncios (en otros países ya está en funcionamiento y anunciaron que luego llegaría a Argentina), lo cierto es que, aunque el costo ahora sea elevado, Netflix ofrece un catálogo y una navegación que se adapta a su algoritmo, favoreciendo que los usuarios permanezcan en la plataforma.

El valor agregado es el orden y la simplicidad. En otros casos, Amazon Prime, Mubi y Max, por ejemplo, presentan anuncios de sus propios contenidos en formato de tráiler, es decir, la publicidad es “interna”. De todos modos, la queja persiste en estos casos: si pagamos, que saquen los anuncios.

Últimamente, el contexto económico anima a los usuarios a abandonar las plataformas, mucho más si continúan sumando restricciones para obtener un rédito económico que exprime al consumidor.

El caso del fútbol codificado en Argentina cambió el paradigma y provocó la aparición de páginas paralelas para encontrar los partidos en vivo, como Fútbol Libre y Pelota Libre.

Por otro lado, para el contenido de cine y series, surgieron plataformas como Stremio y Magis. Ambas presentan dificultades de instalación y pocas medidas de seguridad; sin embargo, el público sigue migrando cada vez más hacia esos sitios piratas.

Casi como si fuera un ciclo, los televidentes en búsqueda de entretenimiento están volviendo a consumir contenido de manera ilegal. Buscar una serie o reproducir un partido de fútbol es tan engorroso y molesto como saltar anuncios en plataformas pagas.

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