¿Pudo haber sido una mujer la autora de La Odisea?
La llamada “cuestión homérica” incluye interrogantes cuya resolución ha apasionado a los eruditos durante siglos. Hasta el día de hoy se sigue debatiendo, en primer lugar, si existió alguien con el nombre de Homero, autor al que se le atribuyen La Ilíada y La Odisea, obras inaugurales de la literatura occidental.
Se supone que el poeta habría pasado sus días en alguna isla de la costa de Asia Menor, en el siglo VIII antes de Cristo. Pero la ausencia absoluta de datos sobre su vida hunde todas las especulaciones en un gran pozo de misterio.
Incluso la famosa iconografía que lo trae hasta el presente como un anciano ciego y barbudo está más cerca de la invención que de la reconstrucción histórica.
Hay un amplio consenso sobre la preexistencia de leyendas de transmisión oral que alimentaron a los dos grandes poemas homéricos. Pero ya en la antigüedad empezó a titilar la idea de que La Ilíada (una gesta guerrera) y La Odisea (mucho más fantástica y determinada por las intervenciones divinas) podían ser obras de distintos autores. La cuestión sigue abierta.
Nadie había pensado en una autora.
Eso es precisamente lo que imaginó Samuel Butler a fines del siglo XIX, dándole forma a una tesis heterodoxa, provocadora, e inspiradora de una tradición que ha venido jugando muy en serio con la posibilidad de que La Odisea haya sido escrita por una mujer.
Una joven princesa italiana, soltera, que habría vivido en la isla de Trapani y cuyos rasgos coincidirían con los de Nausícaa, personaje de la Odisea, sería quien dio forma a las interminables peripecias vividas por Ulises en su regreso a casa.
Butler lo afirmó en La autora de la Odisea (1897). Entre las “pruebas” que aporta hay supuestos hallazgos en sus viajes a Trapani, algunos muy extravagantes, pero también hay pistas surgidas de su minuciosa lectura de la gesta “homérica”: una presencia muy notable de los ámbitos domésticos, saberes muy escasos acerca de la navegación (por entonces un tema de varones), pero más que nada la fuerza y el encanto con el que han sido dotadas las fascinantes figuras femeninas.
Las sagradas reescrituras
Hay quien considera que el tratado de Butler es una broma erudita. Nadie le prestó demasiada atención en su momento. El libro se tradujo al castellano recién en 2022.
En el mundo de habla inglesa, en cambio, esa bomba herética fue el germen de reelaboraciones como La hija de Homero (1955), de Robert Graves, un sagaz estudioso de los mitos griegos. La novela narra episodios de la epopeya con la voz de Nausícaa, la princesa italiana que según Butler se habría retratado a sí misma en la Odisea.
El abordaje en clave femenina continúa en Odiseicas (2021), de la española Carmen Estrada, un acercamiento a las aventuras de Ulises a partir de figuras como Helena, Atenea, Arete, Circe, Nausícaa, Calipso, Euriclea. Y también, por supuesto, Penélope, la paciente y fiel esposa del héroe, que teje y desteje esperando la vuelta al hogar del amado.
Margaret Atwood, la famosísima autora de El cuento de la criada, propone una versión iconoclasta y reivindicativa del poema griego en Penélope y las doce criadas (2005, reeditada en castellano en 2020).
En la Odisea, tras un periplo que incluye luchar con monstruos e irse a la cama con diosas, Ulises regresa a Ítaca con las fuerzas todavía intactas para matar a los pretendientes de Penélope, que han asolado el palacio. A instancias de Telémaco, hijo del matrimonio, también se da muerte a 12 doncellas. Es un episodio tremendo. La acción se justifica en la supuesta deslealtad de las criadas, acusadas de complotarse con los pretendientes que buscaban quedarse con el trono.
En la novela de Attwood son las mujeres quienes toman la palabra desde el Hades, el mundo de los muertos.
Penélope cuenta su versión de los hechos, como su origen y el hecho de haber sido entregada a Ulises como un paquete de carne. A su relato se suman las voces de las criadas, al modo de un coro trágico.
El libro hace espejo con la violencia de género y los femicidios contemporáneos. Desde el inframundo, las criadas le advierten a Ulises: “Te seguimos como un hilo de humo, como una larga cola, una cola hecha de muchachas, pesada como la memoria, liviana como el aire”.
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