La Voz del Interior @lavozcomar: Preocupante déficit alimentario

Preocupante déficit alimentario

Los comedores comunitarios en la Argentina emergieron a finales de la década de 1980, como una forma de atenuar la crisis social que golpeaba a los sectores más empobrecidos de la población. Es decir, una acción solidaria que se extendió con el paso de los años, por la inoperancia de gobiernos de distintos signos políticos que no supieron erradicar uno de los estragos más ofensivos para la condición humana: pasar hambre.

Algunas cosas han cambiado desde entonces. Pero las mutaciones no ofrecen motivo alguno para celebrar, sino todo lo contrario. A los comedores se sumaron los merenderos, mientras que la premura inicial por dar auxilio alimentario, sobre todo a menores de edad, se transformó en una necesidad para núcleos familiares completos.

Como ocurre siempre, quienes asisten a esos centros de ayuda son personas que cayeron debajo de la línea de pobreza o de la indigencia, y que necesitan un plato de comida caliente y una merienda que mitigue el apetito.

En el actual contexto de disputa electoral, la situación de crisis parece haber empeorado, a la luz de los testimonios que dieron referentes de comedores y de merenderos para un informe que publicamos días atrás.

En lo que atañe a la ciudad de Córdoba, y a caballo de una escalada inflacionaria que contribuye a ahondar la crisis económica, la falta de recursos para ofrecer un menú o una merienda complica de manera exponencial la tarea de conseguir alimentos, ya sea a través de donaciones o de recursos propios, lo cual se agrega a la creciente demanda por una alimentación diaria.

De tal forma, algunos de estos centros de atención se ven obligados a reducir las raciones, incluso en aquellos que reciben ayuda estatal. Otros directamente optaron por cerrar, ante la escasez de productos.

Es de una gravedad extrema que, como señalan los encargados, se malogre el desafío crucial tendiente a que la gente (en particular niños y niñas) no se vaya a dormir sin comer o con el módico aporte de una taza de mate cocido con un trozo de pan.

Esto ocurre en el país cuyos indicadores dan cuenta de que la mitad de la población sobrevive en situación de pobreza. Y Córdoba no es la excepción.

Como señala María Cozzi, directora de la Fundación Banco de Alimentos, la ayuda alcanza a 560 merenderos y comedores, lo cual da una dimensión de las necesidades básicas insatisfechas al cabo de décadas de fracasos.

Comedores que se achican, otros que cierran, y se complejiza la red de donaciones. En resumen, urge priorizar la asistencia a niñas y a niños en situación de vulnerabilidad, no sólo en términos de un plato de comida, sino también en el aporte nutricional saludable para su desarrollo.

Un especialista en salud mental dijo que alguien que pasa hambre “sueña con comida” cuando se va a dormir. ¿Qué más tendrá que pasar para que el Estado asuma que el abismo está muy próximo?

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