Patrimonio como sistema y sus aportes al desarrollo regional
Ya Aristóteles llegó a la conclusión de que “el todo es mayor a la suma de las partes”. Sin embargo, hasta hoy el reduccionismo predomina en numerosas áreas.
Si bien esta metodología de descomponer un problema para analizar en detalle cada una de sus partes ha resultado exitosa para la ciencia, el reduccionismo encuentra sus limitaciones en los sistemas complejos, ya que no tiene en cuenta las interacciones que suceden entre las partes del sistema.
Por este motivo, resulta inadecuado y obsoleto como metodología de identificación y valoración del patrimonio cultural.
Es necesario superar el paradigma del “monumento” como hecho aislado e incorporar un enfoque integrador, que tenga en cuenta la diversidad de manifestaciones, en sus diferentes escalas y las interacciones que suceden entre ellas.
El concepto de “sistema” resulta entonces apropiado a la noción de patrimonio. Un sistema patrimonial está conformado por un conjunto de bienes culturales materiales e inmateriales que comparten rasgos identitarios que otorgan valor y significación al conjunto.
Amplitud de mirada
Adoptar una mirada más amplia y comprehensiva frente a lo patrimonial permite identificar otro tipo de patrimonios, llamados “menores”, “modestos” (términos que conllevan en sí cierta connotación de inferioridad respecto a lo “monumental”), que hasta el momento han escapado al radar patrimonial, reduccionista y centralizado.
Relacionar el concepto de sistema con lo patrimonial implica, entonces, entender la importancia del “conjunto”, en donde el valor de lo “compartido” es superior a la suma de los elementos que lo integran.
La identificación de sistemas patrimoniales y su relación con el territorio como red cultural nos permite identificar pautas identitarias comunes. Esto es muy importante frente a la tendencia de homogeneización cultural y de formas urbano-territoriales que nos hace ir perdiendo cualidades distintivas a escala local y territorial, y trae como consecuencia el deterioro de la calidad de vida, la pérdida del sentido de pertenencia y el despoblamiento.
La defensa de estos sistemas patrimoniales puede contribuir, entonces, a revertir procesos activos de degradación, colaborando a un desarrollo sustentable y un fortalecimiento de las autonomías regionales.
Esto último no es menor en relación con la gestión de nuestro patrimonio. El patrimonio, por definición, está constituido por todos aquellos elementos y experiencias considerados culturalmente relevantes por una sociedad. Por lo tanto, esa valoración debería partir desde lo local, ya que es difícil reconocer como relevante aquello que es distante de la propia realidad.
Participación
La defensa de las identidades regionales y de la diversidad de paisajes culturales debe contribuir a una construcción democrática y federal del patrimonio. Adoptar un enfoque sistémico implica adoptar una gestión del patrimonio cultural descentralizada, compartiendo responsabilidades en los procesos de identificación, monitoreo y protección de los bienes y tradiciones.
Para ello, es necesario potenciar a la sociedad civil y la participación ciudadana en la gestión pública, en la adopción de criterios de valoración y en la toma de decisiones. Además, fortalecer las instituciones y agencias de planeamiento urbano locales para establecer diálogos regionales más complejos, abiertos y transversales, que vayan más allá de un único canal de comunicación entre una comisión nacional y una serie de delegados por provincia.
Finalmente, la formación de profesionales y agentes con visión crítica para la identificación de sistemas culturales de interés patrimonial y su gestión en diversas escalas. En relación con esto último, Córdoba ha dado un paso adelante en su oferta académica, ya que cuenta desde 2020 con una maestría en Diseño y Gestión de Sistemas Patrimoniales, un programa interdisciplinario facilitado por la Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Diseño de la Universidad Nacional de Córdoba.
Ejemplos concretos
En todo el territorio provincial, los ejemplos de sistemas de valor patrimonial son numerosos. Comenzando con el paradigmático caso de las Estancias Jesuíticas, cuyo valor intrínseco radica principalmente en haber sido centros de irradiación regionales conformando un sistema territorial productivo, religioso y social sin precedentes –una inmanencia conectiva que claramente debería potenciarse.
La Región Norte de la provincia está compuesta por distintos ambientes naturales y productivos, cada uno de ellos articulado por un eje de comunicación que tiene que ver con su desarrollo histórico. Por ejemplo, el territorio definido por el trazado ferroviario que unía Deán Funes (Córdoba) con Laguna Paiva (Santa Fe) bordeando la laguna Mar Chiquita por el sur, constituye un sistema compuesto por una serie de pequeños centros urbanos que atestigua claramente la relación del habitante y su territorio, lo que conforma una unidad de paisaje cultural único.
El desafío consiste en lograr una mirada sistémica del patrimonio, analizándolo como un sistema complejo, en donde cada una de sus partes componentes termina siendo repotenciada por la interacción con las otras, lo que contribuye a un mayor desarrollo sustentable regional.
* Magíster en Planeamiento y Preservación del Patrimonio por la Universidad de Cornell (Beca Fulbright-Ministerio de Educación); arquitecta, docente de Historia de la Arquitectura y coordinadora académica de la Maestría en Diseño y Gestión de Sistemas Patrimoniales de la Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Diseño (UNC).
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