La Voz del Interior @lavozcomar: Palabras inventadas para viajar a las zonas frías del alma

Palabras inventadas para viajar a las zonas frías del alma

“Aimonomia”, “Xeno”, “Ambedo”, “Morii”, “Watashiato”. Son algunos de los términos que incluye el Diccionario de emociones oscuras, una colección de neologismos que intenta mapear los universos emocionales gobernados por Saturno, el planeta que rige los humores melancólicos.

¿Quién no ha sentido alguna vez que no puede expresar algo alojado en el pecho? Sensaciones que, por lo general, se atribuyen al corazón estrujado, a estados de ánimo que achatan, o bien a sentimientos enredados con pensamientos desoladores.

“Temor a que aprender el nombre de algo o alguien (un pájaro, una constelación, un desconocido atractivo) de alguna manera lo arruinará, transformando el descubrimiento en un post-it conceptual pegado sobre una vitrina que expone la muerte de los misterios por descubrir”. Esa es la definición de “Aimonomia” que propone este catálogo sobre estados del alma “conocidos” para los cuales, sin embargo, no encontramos palabras.

El Diccionario de emociones oscuras es un proyecto en línea de John Koenig, realizador, editor y escritor que lleva 10 años generando esta enciclopedia de la angustia y sus suburbios, concretada también como experimento editorial en México y en un volumen publicado por Simon & Schuster, que alcanzó la lista de best seller de The New York Times.

El

Dedicado a la poesía, el autor se encontraba con frecuencia buscando nombres para emociones que no los tienen. Decidió entonces inventarse los términos, torcer el lenguaje, en un ejercicio que es en sí mismo poético, y que también es parte de algunos esfuerzos de la filosofía.

Un procedimiento similar en algunos aspectos ya había sido imaginado por Julio Cortázar en el famoso capítulo 68 de Rayuela, donde se habla en “glíglico”, una jerigonza deliciosa que pone las palabras a jugar: “Apenas él le amalaba el noema, a ella se le agolpaba el clémiso y caían en hidromurias, en salvajes ambonios, en sústalos exasperantes”.

En el caso de Koenig, se alimenta de una docena de idiomas y un abanico de jergas de las hablas populares. Se sirve del sueco, del japonés, del alemán, de los sufijos griegos. Hay incluso microdosis de castellano metidas en las mutaciones lingüísticas dedicadas a cazar en el reino de los sentimientos sombríos.

John Koenig, creador del

“Ambedo”, por ejemplo, es un primo segundo de la estupefacción, un estado de “trance melancólico a través del cual te quedas completamente absorto en detalles aparentemente insulsos pero extrañamente profundos y bellos (gotas de lluvia resbalando por una ventana, altos árboles inclinándose a causa del viento, nubes o crema disolviéndose en tu café)”.

“Watashiato” define una intriga y una imposibilidad. Para Koenig, es la curiosidad que alguien podría sentir “sobre el impacto que ha tenido en las vidas de las personas que conoce, preguntándose cuáles de sus acciones inofensivas o palabras olvidadas hace mucho tiempo podrían haber alterado la trama de sus historias de una manera que nunca podrá ver”.

El compendio digital es compartido a través del diccionario online y también vía YouTube, con videos que incluyen audio, imágenes, música y reflexiones de tono existencial que viran un poco hacia la autoayuda motivacional.

La mayoría de las palabras son parientes raros de la familia de la desesperación, el miedo, el cansancio. El diccionario explora el territorio de las angustias, guiado por una sonda que viaja buscando las órbitas que pasan por el lado oscuro, visitando las regiones las esteparias de los sentimientos.

Pero no todo es melancolía (Víctor Hugo la definía, por otra parte, como la felicidad de sentirse triste), el mapa no es perfectamente lúgubre. En los confines del alfabeto se encuentra “Xeno”. Es la “unidad medible más pequeña de conexión humana, generalmente intercambiada entre transeúntes (una rápida mirada coqueta, un simpático guiño de ojo, una risa compartida sobre alguna extraña coincidencia). Momento fugaz y al azar pero que, aun así, contiene poderosos nutrientes emocionales que pueden aliviar los síntomas de la soledad”.

Entre los neologismos, está, asimismo, “Suerza”, término hecho de “suerte” y “fuerza” que busca nombrar “una sensación de gratitud por haber nacido, por haber emergido vivos y respirando a pesar de todas las adversidades, habiendo ganado una racha ininterrumpida de loterías reproductivas que se remonta al comienzo de la vida misma”. La fortuna de haber salido de la nada a la existencia, sería, si fuera el caso de considerar ese evento como una bendición.

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