Pacto federal: la herramienta para poner en marcha el país desde el interior
Salió la Ley Bases; los empresarios del G-6 se reunieron con Javier Milei. Ahora necesitamos un acuerdo sobre las autonomías provinciales con una visión también sindical. ¿Será posible? ¿Por qué nos vemos como distintos si tenemos un mismo origen y estamos en un mismo barco, Argentina, parados en un espacio de ideas llamado “Córdoba”? Buenos Aires deberá entender que el federalismo no es de la boca para afuera.
Animémonos a construir consensos en igualdad de condiciones y sin prejuicios. Unos y otros fuimos a la misma universidad y tenemos las mismas herramientas para analizar el complejo contexto de nuestra realidad social y política, y sumamos la experiencia suficiente para interpretar la realidad socioeconómica y articular respuestas.
Ustedes, empresarios –como nosotros, sindicalistas–, son nietos o bisnietos de la Reforma Universitaria. La que nos permitió, como hijos de extranjeros laburantes, ingresar a las distintas facultades; somos también hijos de la rebeldía del Cordobazo como elemento transformador de lo social y reafirmante de la democracia desde lo institucional.
Optamos, sí, válidamente para nuestra vida posacadémica, tomar rumbos distintos. Algunos nos encaminamos por un trabajo profesional en el campo de lo social como dirigentes gremiales; otros, por el campo empresarial. Pero nunca dejamos de compartir un espacio en común, Córdoba, donde fuimos capaces de construir capital y trabajo; aunque, en muchos casos, por separado.
Ser empresario o sindicalista fue una decisión profesional o una obra de la casualidad, pero necesitamos entender que los grandes enemigos en común por combatir son el desempleo, la pobreza y el analfabetismo. Cuando nos animemos a construir inteligencia colectiva de verdad, se van a derribar dos mitos o prejuicios. Uno: “combatiendo al capital”. El otro: “al sindicalismo se lo compra o se lo combate”
Nuestra autocrítica
El sindicalismo “nacional” se quedó viejo y sin ideas. La comodidad de la distancia dejó a los dirigentes sindicales flojos de reflejos a la hora de discutir realidades salariales y convencionales provinciales o regionales.
La llegada de la tecnificación y la irrupción de la inteligencia artificial los encontró saliendo de un descanso de cuatro años con Alberto Fernández. El peso de la edad y el libreto setentista los desactualizó y puso en peligro la representación de todos los sindicatos del interior. Dejamos que el unitarismo sindical se afianzara en Argentina, y no fue bueno para los trabajadores del interior.
También el componente ideológico en los sindicatos suele jugar fuerte, pero bajo ningún concepto podemos dejar que nos arrebaten los objetivos principales, que son la defensa de los trabajadores y su bienestar.
Ni la intransigencia de izquierda ni el extremismo de derecha pueden destruir el interés obrero; este es otro punto crucial por resolver.
Entendimos la necesidad de un cambio de paradigma en el modelo sindical argentino; sus principios de sustentar la justicia social para los trabajadores seguirán siempre vigentes como norma y emblema de lucha. Pero ¿para qué trabajadores? ¿Para los 3.465.000 desempleados? ¿Para los 5.776.000 trabajadores informales? ¿Y los trabajadores que se pusieron frente a sus compañeros y formaron una pyme? ¿Qué respuesta tenemos desde el sindicalismo para los compatriotas que están quedando fuera del sistema?
Y ratifico una idea puntual para no dejarla pasar de largo. Las pymes, desde el punto de vista de su compromiso social, son una suerte de cooperativas, pero conformadas jurídicamente “sin eufemismos”, sino como SA o SRL. Y sus dueños, sin duda alguna, son también trabajadores.
El grupo de entidades empresariales de Córdoba expresaba hace poco: “El sector privado es fuente genuina de creación de valor y generación de empleo. Hoy, más que nunca, la inversión privada es la alternativa más rápida para la salida de la crisis y la reactivación económica. Las empresas y los empresarios argentinos queremos ser parte de la solución, queremos que a la Argentina le vaya bien”.
Aceptamos, le tomamos la palabra para comenzar a influir en las decisiones a nivel país. Arranquemos por el “cese laboral o indemnización por renuncia” para los mandos medios de la construcción; le pedimos al empresariado “nacional” de este sector que acepte comenzar a tratarlo.
Es indispensable para seguir construyendo más derechos para los trabajadores que cobrarían por renuncia o jubilación una indemnización hoy no prevista por la ley. Y también significaría licuar gastos imprevistos para las empresas; las más beneficiadas serían las pymes, que representan el 98,7% del sector, que lamentablemente no son las firmantes de un eventual acuerdo de cese.
Córdoba fue históricamente el motor de las transformaciones nacionales. Nos animamos, una vez más, a poner en marcha un Cordobazo de ideas y consensos, para una verdadera transformación socioeconómica equitativa.
* Presidente del Partido Laborista Argentina; secretario general Uecara del interior
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