Pacto democrático, autocrítica, “kukas” y “mala mía”, el nuevo diccionario de Cristina
Cristina Kirchner no habló de candidaturas. No hizo nombres propios, pero con el poder de convocatoria que demostró dejó claro que sigue siendo la dirigente peronista más influyente.
Luego de su discurso en una colmada Plaza de Mayo, pese a que no hizo nombres propios, ningún dirigente del Frente de Todos tiene dudas de que la vicepresidenta de la Nación volverá a tener la lapicera a la hora de inscribir las candidaturas del oficialismo.
Tal vez ya no alcance un tuit para anunciar a su candidato, como lo hizo con Alberto Fernández, el 18 de mayo de 2019. Es probable que ahora tenga que negociar con algunos sectores de la alianza que armó en 2019, especialmente con Sergio Massa, pero no hay dudas de que mantiene la centralidad en el PJ.
Más allá de sus definiciones políticas e históricas –varias discutibles– Cristina Kirchner, tal su costumbre, innovó en su discurso.
Brindó algunas señales, tenues, pero señales al fin, a la oposición, cuando habló de configurar un “nuevo pacto democrático”.
También sorprendió con una autocrítica que no se le conocía: admitió que durante con conflicto con el campo “casi me puse el país de sombrero”.
“Debo admitir que me casi me puse el país de sombrero. Aquella fue una división muy profunda, que aún se mantiene”, reconoció, respecto al enfrentamiento con el sector agropecuario, que arrancó a mediados de marzo de 2008.
Lo que para muchos aquel conflicto fue el nacimiento del cristinismo, la propia líder reconoció que fue el principio de la grieta que aún se mantiene y divide al escenario político nacional.
No tuvo autocrítica con la realidad actual. Casi no hizo referencias a la gestión del Presidente que ella impulsó. Es más, le tiró un elogio ligth a Alberto Fernández, cuando aseguró que esta gobierno es mucho mejor que lo que hubiera sido otro eventual mandato de Mauricio Macri.
“Mala mía”
“Mala mía”, dijo Cristina cuando se atribuyó haber pagado los bonos que había entregado el entonces presidente Eduardo Duhalde. De inmediato se corrigió. “Lo pagamos entre todos”.
También se renovó la autoreferencia de “kukas” (disminutivo apelativo a los militantes kirchneristas), cuando dijo que durante la gestión de Néstor Kirchner y el primer mandato suyo, se pagaron esos compromisos.
Lo que no se modificó fue su embestida en contra del Poder Judicial. “La Corte Suprema es una mamarracho indigno”.
Si alguien esperaba que la vicepresidenta morigerara su discurso contra la Justicia, por el pedido de sobreseimiento del fiscal Guillermo Marijuan, en la causa denominada la “ruta del dinero K”, se equivocó.
Cristina Kirchner está condenada, en primera instancia, en la causa de Vialidad, y continuará con su estrategia de desprestigiar al poder que la está juzgando.
La vicepresidenta no dio indicios sobre quién será el candidato presidencial oficialista. Pero hubo señales en el palco central: Axel Kicillof; Máximo Kirchner; Eduardo “Wado” de Pedro y Sergio Masas fueron ubicados estratégicamente a su espalda.
Seguramente estos cuatro dirigentes serán protagonistas en los principales lugares de las listas del Frente de Todos: candidato a Presidente, gobernador de Buenos Aires, senador bonaerense y primer candidato a diputados nacional.
Pese al pedido de la multitud de que se presente otra vez “una más y no jodemos más…”, cantó la muchedumbre, Cristina Kirchner no dio ninguna señal de que vaya a ser candidata. Es más, habló como una jefa política, pero no como candidata.
Fractura expuesta
El otro dato político de la jornada, esperable y pronosticado, fue la fractura expuesta con el presidente Alberto Fernández, el gran ausente del acto kirchnerista.
Justamente, Alberto Fernández, el primer dirigente nacional que se acercó a Néstor Kirchner para armar el Frente para la Victoria, que lo llevó al poder nacional, el 25 de mayo de 2003.
“De algo estoy seguro. Nunca más me voy a pelear con Cristina. Nunca más”, reafirmó Alberto Fernández, en aquel momento como candidato presidencial en campaña, en un lejano septiembre de 2019.
La entrevista fue con La Voz, luego de las Paso presidenciales de agosto de aquel año, cuando el Frente de Todos se encaminaba a suceder al macrismo en la Casa Rosada.
La ausencia de Alberto Fernández en el acto de hoy en Plaza de Mayo, un recordatorio multitudinario de los 20 años del arribo de Néstor Kirchner al poder, fue uno de los datos políticos relevantes: la confirmación del quiebre entre el Presidente y su vicepresidenta Cristina Kirchner.
Parece un distanciamiento político definitivo. Aunque en política siempre es riesgoso ser concluyente. Nada es definitivo.
El propio Alberto Fernández puede dar fe de esto. Durante una década, desde que dejó la jefatura de Gabinete del primer mandato de Cristina Kirchner, en julio de 2008, hasta diciembre de 2018, cuando se reconciliaron, fue el dirigente peronista más crítico de las gestiones cristinistas.
“Las astillas del mismo palo son las que más duelen”, decían los analistas políticos en aquellos años en los cuales el exjefe de Gabinete de Néstor Kirchner admitía corrupción en las dos gestiones cristinistas.
Esto no fue obstáculo para que el 18 de mayo de 2019, la propia expresidenta anunciara a través de tuit que Alberto Fernández, hasta entonces sólo un habilidoso operador político, sería su candidato presidencial.
Después de eso, nada es imposible en la política. Parafraseando al fallecido expresidente Carlos Saúl Menem, quien solía decir: “La política es el arte de los posible”.
El Presidente, aislado políticamente, siguió el discurso de su vice desde su autoconfinamiento pasajero por el fin de semana largo, en la residencia de Chapadmalal.
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