La Voz del Interior @lavozcomar: Oriana, una joven contra el mandato del “cuerpo delgado”: los trastornos alimentarios afectan a un 74% de las mujeres

Oriana, una joven contra el mandato del “cuerpo delgado”: los trastornos alimentarios afectan a un 74% de las mujeres

“Recuerdo esa etapa como oscura. Tenía muchas discusiones con mis padres y me agarraban ataques de llantos y gritos cuando veía un plato de comida al frente”, relató a La Voz Oriana Giordano (18), quien sufrió anorexia nerviosa y se encuentra en recuperación. Ahora, se la ve feliz, pero desde los 14 su vida estuvo en riesgo por un trastorno de la conducta alimentaria (TCA). Llegó a pesar 35 kilos y casi no caminaba.

“Dejé de comer, ocultaba comida y hacía mucho ejercicio físico. Era agotador. A la vez, tenía que ocultarlo a mi familia, lo notaban y se preocupaban. En mi cabeza tenía que lidiar con eso y con convencer a mis padres de que no pasaba nada”, contó.

Oriana narró que en ese período se aislaba, “estaba en su burbuja”. Era su forma de defenderse porque los comentarios y las actitudes del otro también contribuyeron al desorden alimentario. “Dejo de comer porque alguien te dijo que estás más gorda”, manifestó.

Su mamá, Cecilia Martínez, y su papá, Carlos, contaron que la patología es abrumadora y atraviesa a toda la familia. Ver a su hija en crisis y tratando de flagelarse es muy doloroso. “Tenés que ser muy fuerte y hay que poner límites sin ser autoritarios. No es fácil”, aseguraron.

Oriana expresó que el aislamiento durante la pandemia de coronavirus y la mudanza desde Buenos Aires hasta Villa Santa Cruz del Lago, Córdoba, también la afectaron. Se sentía retraída y tímida con sus nuevos compañeros de colegio. Además, veía distintos contenidos en internet para perder peso.

Oriana se recupera de una anorexia nerviosa. (José Gabriel Hernández / La Voz)

“Me comparaba con otros cuerpos. Veía fotos de modelos y decía: ‘Quiero tener ese cuerpo’. Me destrozaba. Se avalan los cuerpos flacos. Ahora, sé que no todos tenemos el mismo cuerpo ni la misma genética. Y las patologías alimentarias no discriminan entre hombres y mujeres; le puede pasar a cualquiera”, reflexionó.

Su mamá rememoró que su hija se contactaba con una “red oscura” que brindaba tips para perder kilos: “Estaba una hora en el baño bajo la ducha de agua caliente, se lavaba 18 veces los dientes porque usaba la pasta dental para ir de cuerpo. Cuando te das cuenta, todo eso lo está viviendo tu hija”.

Por eso, decidieron pedir ayuda en la Asociación de Lucha contra la Bulimia y Anorexia (Aluba) y al programa de recuperación Fundaluba, donde Oriana estuvo acompañada por un grupo de especialistas que la escucharon y la encaminaron. Recibió el alta hace un año. “Estamos agradecidos porque salvaron la vida de nuestra hija. Todos recibimos un tratamiento psiquiátrico y tuvimos que cambiar de hábitos”, destacaron Cecilia y Carlos.

Ahora, Oriana sólo tiene que volver a la Asociación para controles psiquiátricos. Pronto se mudará a Buenos Aires para estudiar un profesorado de Danzas porque el baile siempre fue su cable a tierra. Antes, dejó un mensaje para quienes estén pasando una situación similar a la de ella: “Pidan ayuda. Hablen con sus familias, con sus amigos, y cuenten lo que están atravesando. Te recuperás o te morís. Es lindo mirarse al espejo y aceptarse en vez de estar agonizando por cómo te ves”.

Y agregó: “Es un proceso largo y hay que tener paciencia. Uno sana”.

Presión por la imagen corporal

Los especialistas señalaron a La Voz que la presión cultural para tener un cuerpo delgado puede llevar a trastornos de la conducta alimentaria, como la bulimia y la anorexia. Estos trastornos pueden tener componentes genéticos, pero también son influenciados por la sociedad.

“En Argentina, hay una presión social muy fuerte por la imagen y por los cuerpos hegemónicos. Es una forma de violencia y es uno de los países con mayor incidencia en trastornos alimentarios”, dijo la psicóloga Florencia Pereyra, especialista en trastornos alimentarios y una de las fundadoras de Psiclo.

Las cifras de Aluba de 2024 demuestran esa realidad: un 74% de las mujeres no están conformes con sus cuerpos y más del 60% de ellas quieren adelgazar. Su fundadora, la doctora Mabel Bello, afirmó que a la mujer siempre se le exigió una determinada belleza y eso trajo consecuencias sociales. En cambio, el hombre está menos presionado, aunque también sufre trastornos, pero en menor medida: dos por cada 10 mujeres.

“En el mundo moderno es común, por eso damos charlas en las escuelas. Un adolescente con miedo a crecer no se siente seguro de sí mismo y se ve capturado por un modelo cultural de un cuerpo delgado porque piensa que tendrá éxito si es flaco”, explicó.

Oriana con sus padres, fundamentales para su recuperación.  (José gabriel Hernández / La Voz)

Y expresó: “Las plataformas, las redes sociales, la televisión multiplican la idealización del cuerpo delgado”.

En esa misma línea, Pereyra aportó que el cambio de paradigma de lo que significa “la belleza, en general, y la belleza femenina, en particular” se dio durante las décadas del ‘80 y del ‘90, lo que llevó a una mayor presión social en relación con los cuerpos. “El inicio del trastorno alimentario se da a edades más tempranas, a los 11. Y está asociado a la pérdida de la niñez y a la crisis de la adolescencia”, manifestó. Y Bello añadió que hay niños de 4 o 5 años que pueden sufrirlo.

También, la psicóloga Roma Tiberi, especialista en la imagen corporal y en los trastornos alimentarios, dijo que el país se sostiene en valores arraigados de belleza y delgadez fruto de la inmigración. “Sobre todo de la influencia italiana, un país pionero en la estética, no sólo en lo corporal”, remarcó.

A la vez, resaltó que el marketing y la comunicación tienen un impacto notorio en la sociedad, siendo Japón, China y Corea los países que llevan la delantera, más que en Argentina. “Hay un auge por la estética como una necesidad de habitar un cuerpo que ‘me habilite a’. Se naturalizan todas las variables, no sólo las alimentarias, para modificar el cuerpo”, aportó.

Ante este escenario, las expertas destacaron la importancia de un abordaje integral así como la concientización sobre los trastornos, además del apoyo familiar y social para prevenir y tratar las patologías.

Anorexia nerviosa, una epidemia

Durante 2021 y 2022, la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) realizó un estudio entre adolescentes con TCA durante la pandemia de coronavirus. El 93% de las personas entrevistadas fueron mujeres de 18 años. El 86,6% de los casos tuvo anorexia nerviosa.

Además, otros de los aspectos percibidos fueron los malestares en la convivencia familiar, con 80%, y la disconformidad con los contenidos de las redes sociales sobre la imagen corporal y dietas, con un 73%. Los aspectos percibidos como positivos fueron la ayuda de los pares, con un 66%, y las mejoras en relación con la alimentación, en un 66%. El principal cambio identificado en comparación con el tratamiento recibido previo a la pandemia fue el seguimiento virtual por salud mental, con el 73%.

Conductas de anorexia y de bulimia

“Dejo de comer porque alguien te dijo que estás más gorda”, manifestó Oriana. (José gabriel Hernández / La Voz)

La fundadora de Aluba reconoció que, generalmente, la persona que padece TCA tiene miedo a crecer, miedo a las responsabilidades y miedo a vivir. Y fundamentó que, en el caso de la bulimia y de la anorexia, “el 40% es genético y el 60% es social”.

Sobre la anorexia, la especialista dijo que las personas tienen una personalidad impulsiva, son dependientes, comen menos y bajan mucho de peso por el miedo a aumentar y se encierran en sí mismas.

“Muchas veces los padres tardan en detectar estas conductas. Si una persona tenía unos kilos de más y pierde tres o cuatro, es bien visto por los padres hasta que se dan cuenta de que sigue adelgazando”, destacó.

Con respecto a la bulimia, las personas hacen períodos de ayuno seguido de un periodo de atracón, y entonces vomitan o no comen para compensar ese atracón –sostuvo–. “Comen y ahí nomás van al baño”, reafirmó la experta.

El acompañamiento de la familia es fundamental para la recuperación del paciente. (José Gabriel Hernández / La Voz)

Prevención

En Argentina existe la ley 26.396, de Prevención y Control de Trastornos Alimentarios, que protege a las personas que padecen TCA, además garantiza que las obras sociales cumplan con los tratamientos nutricionales, psicológicos, clínicos, quirúrgicos, farmacológicos y todas las prácticas necesarias para su atención.

Uno de los centros que ayudan a las personas a recuperarse de las patologías derivadas del trastorno alimentario, desde hace 39 años, es Aluba-Fundaluba. Su fundadora, la doctora Bello, declaró que la institución dispone de un tratamiento con un acompañamiento terapéutico especializado junto con un equipo interdisciplinario.

”A la par de la terapia individual, lo más importante es el trabajo grupal. Que las personas se sientan seguras, hay que ayudarlas a crecer sin miedo. Trabajamos fortaleciendo el yo de cada uno haciéndoles saber que es un fenómeno que afecta a los niños, a los adolescentes y a los adultos. Que reconozcan sus capacidades; les enseñamos a tener fe en el futuro y que se lancen a vivir”, reveló.

También subrayó que la medicación ayuda mucho en el tratamiento, pero lo fundamental es el grupo de autoayuda con el que se encuentran las personas. “Pero, además de eso, les enseñamos que en la vida ‘el tropezar y fracasar’ también es parte de una experiencia que tiene solución”. Y destacó que la colaboración de la familia es fundamental para la recuperación del paciente.

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