La Voz del Interior @lavozcomar: Obras antes que nombres

Obras antes que nombres

Las últimas décadas, que no fueron pródigas en momentos felices para los argentinos, han visto acrecentarse hasta el paroxismo diversas formas de culto de la personalidad, que en no pocos casos llenaron pueblos y ciudades con nombres de calles, edificios y hasta estatuas de algún gobernante que no contaba entre sus virtudes la humildad. Una carencia compartida por presidentes, gobernadores e intendentes, y exacerbada por consultores dedicados a la construcción de la política como espectáculo.

De todo esto parece haberse desprendido la convicción de que es mejor promocionar que gestionar, tarea que, por cierto, insume enormes presupuestos y que debe superar no pocos obstáculos.

Quizá por esos antecedentes resalta como inusual la decisión de un intendente, el de la localidad cordobesa de Tancacha, quien a pocos meses de iniciada su gestión envió al Concejo Deliberante una ordenanza que prohíbe utilizar el nombre del jefe municipal de turno para publicitar los actos de gobierno tanto como para designar obras o emprendimientos. O sea, la prohibición de que, al menos en dicha localidad, se use la remanida frase “gestión de tal o cual” para comunicar la marcha del gobierno respectivo.

El raro gesto se emparenta con los escasos antecedentes que ya existían en la provincia, tanto en Villa Carlos Paz como en Jesús María, Porteña y Anisacate, una lista muy breve que contrasta con la miríada de municipios y de ciudades que siguen abusando del recurso de ponerle nombre, apellido e identidad gráfica a la gestión de gobierno, tal como si los gestos y las obras de cada administración no hablaran por sí solos de las cualidades de las respectivas gestiones o de la ausencia de estas.

El pequeño gesto aludido debe ser saludado como un paso en la dirección correcta, en el marco de la ímproba tarea de desmontar los mecanismos perversos de un populismo que ha calado hondo en todos los estamentos de la sociedad argentina, al punto de que casi nadie en la política nacional se priva de hacer su aporte en la materia, lo que incluye aun a quienes dicen oponerse al populismo y lo denuncian desde una tribuna claramente populista.

Podría recordarse al respecto que existe desde hace mucho en nuestro país una Ley de Ética para la Función Pública, la 25.188, claramente pendiente de cumplimiento, al igual que tantas de nuestras leyes, por lo que debe apelarse a una ordenanza como la de Tancacha para hacer efectivos los alcances de lo que ya está legislado y no se cumple, casi un clásico en la patria chica de la anomia.

Como valor agregado, cabe resaltar que se trata de la iniciativa de un novel intendente, lo que permite suponer que tal vez estén soplando otros aires en los recovecos de nuestra manoseada política.

Se verá si con el tiempo los nuevos protagonistas traen consigo un bienvenido aire de esa humildad que tanto necesitamos para que los argentinos nos reconciliemos con nuestros dirigentes y funcionarios políticos.

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