Nuestro comentario de “El rapto”, la película con Rodrigo de la Serna: estados alterados
El retorno a la democracia se ha tornado un foco para el cine argentino de los últimos años, con Argentina, 1985 siendo el exponente visible de una tendencia que delinearon Un crimen argentino, El clan o ahora El rapto. El filme de Daniela Goggi (Abzurdah, El hilo rojo) toma de refilón el drama filial que Martín Sivak narró en el libro El salto de papá para convertirlo en un thriller a medias político y psicológico.
El “gordo” Julio Levy (Rodrigo de la Serna) vuelve al país junto a su familia en un avión después de haberse exiliado en el Uruguay durante la dictadura. Al principio todo es alegría en la fiesta hogareña, como expresa el entusiasmo que destila el hermano mayor de Julio al que interpreta Germán Palacios.
Ya en esos primeros diálogos afloran las contradicciones que persiguen al izquierdista Julio, cuyo padre millonario (Jorge Marrale) lo quiere hacer volver a trabajar en su agitada empresa. Las cosas se complican cuando el hermano de Julio es secuestrado y este debe ponerse a negociar con los captores encargándose además de manejar el dinero paterno para pagar el rescate.
Como las películas antes nombradas, Goggi narra los hechos verídicos apoyándose en el doble carril de la vida privada y la vida pública. Por un lado los hijos de Julio y su mujer (Julieta Zylberberg) tratan de calmarlo ante la desesperación creciente por un secuestro eterno que hace mella en el patrimonio familiar empujando al protagonista a fumar tres atados diarios de cigarrillos.
Y por el otro son frecuentes las discusiones de Julio con autoridades, organismos e instituciones democráticas que retacean lo que saben y revelan tener un lazo con los secuestradores, parte de la mano de obra desocupada que dejaron los militares. La aparición en una escena de Alfonsín contrasta con el polémico plano de Argentina, 1985 en que se ve al presidente de lejos, acaso probando que el gesto de Mitre no era más que una picardía que advertía sobre la rendición total al contexto.
Goggi es más convencional, y construye el filme como una larga denuncia soltando por momentos información algo confusa. Lo más interesante de El rapto es el túnel anímico que va recreando De la Serna, y que culmina en un tramo desolador. El pozo económico en que lo sumen el Estado y el capitalismo son un reflejo de la caída al vacío actual de toda una sociedad.
Para ver
El rapto. Argentina, EE.UU., 2023. Guión: Daniela Goggi y Andrea Garrote. Con: Rodrigo de la Serna, Julieta Zylberberg y Germán Palacios. Duración: 95 minutos. En cines, y a partir del 3 de noviembre en Paramount.
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