La Voz del Interior @lavozcomar: No hay margen para una cuarentena nacional

No hay margen para una cuarentena nacional

El presidente Alberto Fernández estableció por decreto restricciones a la libre circulación en todo el país, en función del aumento de contagios de coronavirus registrado en las últimas semanas.

En un discurso grabado en la Quinta de Olivos, una vez más culpabilizó al ciudadano promedio. Como él ya había advertido que esto podía ocurrir, finalmente tomó la decisión porque una cantidad considerable de los argentinos no siguió sus anteriores recomendaciones.

Si de por sí el tono resulta inapropiado para cualquier mandatario, Fernández debiera haberse dado cuenta de que quien se contagió después de haber recibido la vacuna no puede hablarle al resto de la sociedad de ese modo.

Las entrevistas epidemiológicas con los contagiados indican que las tres principales vías de contagio son las reuniones sociales numerosas que no respetan los cuidados básicos, los encuentros nocturnos en bares y la actividad laboral presencial sin protocolos sanitarios. Es muy probable que Fernández se haya contagiado por alguna de estas inconductas. En consecuencia, ¿qué sentido tiene que haya vinculado la merma de viajes al exterior con una actitud positiva, que representaría a quienes aceptaron sus observaciones, y, por el contrario, que el intenso movimiento interno de Semana Santa indicase la conducta negativa de quienes no siguieron los consejos presidenciales y, por tanto, se supone que dispararon las cifras del Covid?

Con todo, si vamos al fondo de la cuestión, ¿era necesario el decreto presidencial? En las últimas semanas, hemos visto que numerosos municipios fijaron restricciones nocturnas por el aumento de casos en sus localidades. Más recientemente, una provincia fue más allá y decidió suspender las clases presenciales. En ese contexto, si las jurisdicciones más pequeñas pueden actuar de manera autónoma o coordinada con las de su región, que el Gobierno nacional dicte una medida de aplicación universal para todo el país resulta desatinado.

La simple circulación de las personas no es equivalente a una difusión descontrolada del virus. Además, el aumento de los casos detectados bien podría deberse a que aumentó considerablemente la cantidad de los testeos. Y, en última instancia, las cifras que se reportan a diario pueden ser un motivo de preocupación, pero están lejos de configurar una situación crítica del sistema sanitario.

En otras palabras, y a la luz de la experiencia del año pasado, lo que Argentina necesita, llegado el caso, es una restricción inteligente de la libre circulación. Restricción que debe tomarse localmente, por un tiempo determinado de antemano, en casos específicos y en conjunto con otra batería de medidas que tienda a detectar con certeza la presencia del virus en esa comunidad. Eso requiere de una cantidad diaria constante de tests, y de vacunas.

Hasta en el pueblo más pequeño, las autoridades saben que no tienen margen social, político o económico para plantear una cuarentena generalizada y por tiempo indefinido como el año pasado. Si el Gobierno nacional tiene otra percepción, alguien debiera hacerle notar su equivocación antes de que se autoprovoque una crisis de gobernabilidad.

Pandemia. El Gobierno anunció restricciones para circulación, reuniones sociales y nocturnidad.

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