Narcotráfico: condenan a ocho miembros de una violenta banda
A pesar de que la Policía los atrapa y la Justicia los condena, los narcotraficantes continúan organizándose de diversas maneras para seguir con su negocio. Esta parece ser la tónica de una o de varias bandas lideradas por ciudadanos peruanos, con vínculos cordobeses, que vienen siendo combatidas pero algunos de sus integrantes continúan con su actividad desde la cárcel o desde la prisión domiciliaria. Si bien muchos quedan desarticulados tras las rejas, otros reclutan nuevos integrantes y siguen vendiendo cocaína y marihuana en plena ciudad de Córdoba.
El caso más patético de esta continuidad que parece no cortarse es el de “la Elvira”, Rosa Elvira Calderón Guevara (48), quien acaba de recibir su tercera condena y fue sorprendida varias veces vendiendo droga en el local gastronómico Rico Pollo o La Chiclayanita, en pleno barrio Alberdi y a metros de la Jefatura de Policía. La última vez que fue detenida –la causa del último juicio– estaba con prisión domiciliaria por tener cuatro hijos menores y continuaba con el expendio de drogas con el comercio como pantalla.
Ayer, el Tribunal Oral Federal 1 condenó a ocho integrantes de una asociación ilícita que se movía principalmente por los barrios Providencia y Alberdi, con una pareja cuyos miembros oficiaban de líderes y otros seis cumplían roles secundarios. Un noveno imputado fue sobreseído porque se lo acusaba de tener una pequeña cantidad de droga que fue considerada de uso personal.
Las dos principales condenas recayeron en los líderes de la asociación delictiva, Julio Ramos Trujillo (45) y Flor María Infanzón Chasin (45), quienes recibieron una pena de ocho años de prisión por los cargos de coautores de organización para la comercialización de estupefacientes.
En un segundo plano, recibieron condena como partícipes secundarios en la agrupación delictiva Elvis Amaya “Chato” Aponte (43), Ketty María León Apaclla (41) y Wilmer Milton “Gordo” Rojas Valderrama. A ellos se les impusieron cuatro años de prisión. En el caso de Ketty León Apaclla, continuará con prisión domiciliaria.
Con igual grado de responsabilidad recibió su castigo “la Elvira” Calderón Guevara, pero por ser declarada otra vez reincidente su pena ascendió a cuatro años y medio de cárcel. No obstante, la unificación que impusieron los miembros del tribunal por dos causas anteriores determinó una pena única de cinco años de prisión, esta vez en la cárcel.
El condenado con menor sanción fue Santiago “Gory” Díaz Villanueva (o Villanueva Díaz, 76), para quien el defensor oficial Rodrigo Altamira había pedido consideración especial por su condición sociocultural precaria y su estado de salud. El tribunal, integrado por Julián Falcucci (presidente), Carolina Prado y Jaime Díaz Gavier, concedió la declaración de inconstitucionalidad del mínimo de la pena que prevé la ley (cuatro años) y le impuso una condena de tres años de prisión.
También se le dio favorable acogida al pedido de este defensor que consiguió la absolución del joven Luis Miguel Amao Infanzón (25), a quien se le habían secuestrado 27 gramos de marihuana. El tribunal consideró esa cantidad como “de uso personal”.
Carácter violento
El juicio analizó cinco hechos cometidos entre 2018 y 2019, desde que los dos líderes formaron la asociación ilícita hasta que cayeron sobre todos ellos.
El fiscal Maximiliano Hairabedian había solicitado condenas para todos ellos, con pedidos más benignos para Díaz Villanueva y Amao Infanzón. Pero en su alegato resaltó el “carácter violento” del núcleo del grupo, como así también de que los organizadores se aprovechaban de personas vulnerables económica y culturalmente.
Respecto de la violencia, citó el caso del asalto que un grupo armado perpetró en la casa de Ketty León Apaclla, en el que fue atada de pies y manos, al igual que sus hijitos, a quienes les colocaron medias en sus bocas. La intención, según se conoció en Tribunales, era que no debía declarar en contra de la líder Flor Infanzón Chasin.
También trascendió una escucha telefónica que hacía referencia a una incursión a una casa donde había que ir a “apretar” para cobrar una deuda narco. En esa conversación se indicaba que podían ir a apremiarlos sin temor a que formularan denuncia porque estaban con prisión domiciliaria.
Sobre la vulnerabilidad, se mencionó en el debate que a Ketty la hacían trabajar “cocinando” con sus hijos en una habitación reducida y que tenía escasos recursos socioculturales, en un marco de extrema necesidad. Algo parecido le ocurrió a “Gory” Díaz Villanueva, quien con su edad avanzada vivía en una tapera sin agua ni electricidad. Los pagos para estos integrantes eran inferiores a los niveles de subsistencia.
Multirreincidente
El caso de “la Elvira” Calderón Guevara habla de la pertinaz conducta de una persona que continúa en el delito a pesar de las detenciones y condenas que ha sufrido. Instalada desde hace años en barrio Alberdi, explotaba la pollería Rico Pollo, a pocos metros de la Jefatura, la que luego cambió su nombre a La Chiclayanita, un comedor de comidas peruanas.
En numerosas ocasiones, su local y su casa fueron allanados y se secuestraron kilos de cocaína, del cotizado tipo “alita de mosca”.
A fines de 2018, Elvira había sido condenada a la pena de siete años y seis meses de prisión por narcotráfico. La Cámara 5ª del Crimen de Córdoba la halló responsable de manejar una red de narcos. Pero la dejaron en prisión domiciliaria por tener cuatro hijos pequeños, hasta que fue detenida hace poco más de un año como parte de la banda que acaba de ser juzgada.
En el último operativo en el que cayeron “la Elvira” y sus cómplices, se secuestraron más de 20 mil dosis de cocaína y 100 envoltorios de marihuana, todo por un valor de cuatro millones de pesos, según los precios de comienzos de 2020.
https://www.lavoz.com.ar/sucesos/narcotrafico-condenan-a-ocho-miembros-de-una-violenta-banda
Compartilo en Twitter
Compartilo en WhatsApp
Leer en https://www.lavoz.com.ar/sucesos/narcotrafico-condenan-a-ocho-miembros-de-una-violenta-banda