La Voz del Interior @lavozcomar: Miradas opuestas de Barbie: ¿una comedia inesperada o una película inflada?

Miradas opuestas de Barbie: ¿una comedia inesperada o una película inflada?

A favor: para masticar como un chicle rosado

Juliana Rodríguez

Hay tantas capas en Barbie como modelos de la muñeca de Mattel. Como en ese clásico juego infantil del “paquete”, en el que un objeto pequeño se iba descubriendo tras quitar una sucesión de envoltorios. El descomunal aparato de promoción que rodea a la película, esa caja brillante coronada con un moño rosado, funciona como un vehículo perfecto para llegar a audiencias masivas con una comedia inesperada, que se hace cargo de ser mainstream y, con ello, entiende sus limitaciones y potencialidades.

Quizá una de las mayores virtudes de la película de Greta Gerwig esté en que, como toda gran comedia, es escurridiza, en el mejor de los sentidos. Allí donde se busque un manifiesto feminista, hay una pila de escenas de humor corrosivas. Donde se busque una objeción, hay una respuesta ingeniosa que llega antes. Donde se busque una historia liviana, hay ideas complejas. Donde se busque la complejidad, hay coreografías simpáticas. Y quien espere encontrarse con la superficialidad de ese mundo plástico lo encontrará (al lado de un espejo que refleje sus propios prejuicios).

Hay algo más que se destaca en Barbie: la mirada amorosa de su directora sobre lo que significaba ese juguete para quienes lo jugaban. Una mirada humana y entrañable (que no se ahorra críticas ni contradicciones) de las infancias atravesadas por y con esa muñeca: hablar del origen de Barbie y de su crudo despertar en el plano “real” es hablar de cómo el mundo atravesó a niñas durante generaciones. De lo que pasaba cuando salíamos de Barbieland. La operación que hace Gerwig, al tomar como eje nuestra relación con un juguete, es tan universal como la de Toy Story.

Y, hay que decirlo: nunca nadie fue tan inclusivo con Ken. Ryan Gosling se entrega a su mejor faceta de comediante para darle cuerpo a este Ken que, por primera vez, puede llorar, bailar, vestirse sin rollos con colores pasteles y hablar de una crisis de identidad que no es solo de él.

En contra: al final solo buscaban vender muñecas

Julia Candellero

Coordiné día y horario con mis amigas, compré las entradas con anticipación, y vestí una prenda rosa como dicta el protocolo. Mis expectativas frente a Barbie eran totales.

La directora, los actores y las críticas me prometían una película disruptiva, feminista, una producción que sería lo mejor que vería en el cine en este último tiempo. Pero en cambio vi una excelente estrategia de marketing para resignificar positivamente la imagen de una muñeca que fue cuestionada por años por reproducir estereotipos nocivos de belleza, e impulsar su venta.

Mattel (empresa dedicada a la fabricación y distribución de juguetes) y Mattel Films fueron productoras de Barbie, y este no es un dato menor. Mercado Libre registró un crecimiento del 85 por ciento en las ventas diarias alusivas a la muñeca en los últimos 6 meses. Con cada avance que se compartía, y con su posterior estreno en salas, la película disparó la comercialización de productos Barbie.

Vi Barbie y no logré conmoverme (ni entretenerme) con la historia feminista que me prometieron. Vi Barbie y mi admiración hacia el equipo de marketing fue directamente proporcional a mi decepción con Greta Gerwig. Sólo anhelo, como me dijo una amiga, que esta sea una manera mainstream de recaudar fondos para poder financiar su próxima película y redimirse.

Barbie tiene mucho despliegue y poco sustento. Es linda de ver, pero la “profundidad” que le atribuyen es tan falsa como el mundo en el que viven las muñecas. Las ideas feministas tienen forma de lección estudiada de memoria que se olvida al segundo de dar el examen y tampoco hay un desarrollo coherente de las líneas argumentales que se presentan. Sin dar muchos ejemplos para evitar spoilers, el viaje de la junta directiva de Mattel a Barbieland podría no suceder, y no cambiaría nada. No aporta tensión, no aporta contenido, no es divertido. Fui a ver Barbie y lo que más me gustó fue Ryan Gosling como Ken. Todo mal.

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