Miradas opuestas a Nada, con Luis Brandoni y Robert De Niro: ¿Una ficción inteligente o una comedia floja?
A favor: La argentinidad al palo
Por Noelia Maldonado
Hay que decirlo: quizás Nada no sea lo que mejor que ha hecho la dupla Mariano Cohn y Gastón Duprat, pero es la ficción en la que hay más inteligencia en juego. No la clásica inteligencia de los guiones (pocos podrían competir con El artista o El hombre de al lado), sino con la inteligencia de los recursos usados, principalmente del actor de Hollywood, Robert De Niro.
Desde la experimental Televisión abierta hasta su desembarco en la factoría Disney, la dupla creativa ha transitado un largo camino en el que siempre sumó desafíos. En el caso de Nada, la consigna era hacer una comedia corta, bien argentina pero de proyección internacional y con la participación de Robert De Niro. El resultado está a la altura.
La clave es sumergir al espectador en uno de los circuitos que más crecimiento ha tenido en los últimos años y que la pandemia terminó de decantar: el de la gastronomía.
Así, la serie sigue la vida de Manuel Tamayo Prats (Luis Brandoni), crítico gastronómico esnob y maniático que termina por reencontrarse en Buenos Aires con su amigo de toda la vida, Vincent Parisi (De Niro), escritor dos veces ganador del Pulitzer.
Los directores y guionistas exprimieron al máximo la figura de De Niro. ¿Es De Niro o Parisi el que camina por las calles de Buenos Aires asombrado de la “argentinidad”?
La distancia que impone la persona y el personaje frente al espectador genera un doble asombro. De nuevo, no importa si es De Niro o Parisi el que come bife de chorizo, lo importante es la gracia de la escena.
Ni hablar de que el actor está sumamente aprovechado en el guion, ya que su ingenioso relato acompaña toda la serie con su “mirada yanqui” sobre los hechos. ¿Qué es lo inteligente ahí? Que parte de las escenas del astro hollywoodense fueron grabadas en Nueva York y distribuidas a lo largo de todo el relato en dosis justas y suficientes. Por otro lado, los escasos días que estuvo en Argentina sirvieron para rematar la serie de manera magistral.
Nada es disfrutable no sólo por sus buenas actuaciones, sino gracias a cierto chauvinismo naif que nos permite regodearnos en nuestra argentinidad expuesta ante la mirada de Hollywood.
En contra: La “Nada” misma
Por Nicolás Lencinas
La miniserie de comedia dirigida por Mariano Cohn y Gastón Duprat no me generó nada. Y eso es mucho decir si se tiene en cuenta que en los papeles principales están Luis Brandoni y el mismísimo Robert De Niro.
En principio, podría haberse resuelto la producción en una película. Consecuencia de esta decisión, de salir en formato de serie –y de estirar a más no poder la presencia del actor estadounidense–, es que es floja la continuidad de los episodios, por no decir incomprensible.
No hay hilo conductor de un capítulo a otro y por momentos hay que hacer un esfuerzo por recordar en qué estaba el exasperante Manuel Tamayo Prats –personaje de Brandoni–. Quizás aquí esté la mayor virtud de la participación de De Niro, él como narrador de la historia.
Juntás dos leyendas del cine (una nacional y otra internacional) y el personaje que más resalta es el de Majo Cabrera en el papel de Antonia. Tal vez haya un estereotipo por deconstruir si se piensa que la nueva empleada doméstica de Manuel es oriunda de un pueblo de Paraguay que llega al país a trabajar de lo que sea (también, el padre de su hijo es un albañil de la misma nacionalidad).
Con los antecedentes que tienen Cohn y Duprat, es una pena que lo destacable de Nada sean escenas en las que De Niro camina una esquina de Buenos Aires, come bife de chorizo en un restaurante porteño o intente decir boludo, pelotudo o “la conchua de la lorua”. Si de humor se trata, las mejores partes de Brandoni son sus arranques de locura, el desprecio y las puteadas a la gente que le colma la paciencia.
Y no mucho más. Lamentablemente, la expectativa que generó la gran apuesta de Star+ se convirtió en una decepción y en una oportunidad desperdiciada de tener a De Niro brillando en una producción nacional, con el dato agregado de que fue su primer protagónico en una serie.
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