Miradas opuestas a la cuarta temporada de “True Detective: tierra nocturna”
A favor: “Tierra nocturna” vuelve a poner a “True Detective” en un pedestal
Giuliana Luchetti
Si bien en su estreno en 2014 True Detective fue aclamada por la crítica y marcó un norte para las series de género policíaco con tintes sobrenaturales, su segunda y tercera temporada no tuvieron la misma recepción. No obstante, la cuarta, que se acaba de estrenar con Jodie Foster y Kali Reis, parece que volverá a ubicar a la serie en el pedestal.
Los capítulos que han visto la luz hasta el momento no han decepcionado e incluso mantienen intacta la vibra mística y oscura de la protagonizada por Matthew McConaughey y Woody Harrelson.
Si algo tiene la retorcida antología criminal de Nic Pizzolatto es la capacidad de atrapar al espectador casi de manera instantánea. En esta oportunidad, narra los horrores que suceden en Ennis, un pueblo de Alaska, cuando entra en la noche polar. Sus actores, su estética, y la incursión en temáticas pertenecientes a lo criminal pero con una vuelta de tuerca misteriosa y perturbadora, son los tres factores que urgen a quien mira a adentrarse en este universo, abrir la mente, observar, atar cabos y desentrañar los conflictos para conocer el final, si es que lo hay.
Esta cuarta temporada es óptima para fanáticos del suspenso y el terror porque, sin titubear, se sumerge mucho más en lo sobrenatural presentando posesiones, apariciones y rituales que se vuelven extremadamente verosímiles por estar ligadas a la idiosincrasia del Ennis, lugar en el que transcurre la historia, donde hay fuerte influencia de los Iñupiac, pueblo originario de Alaska.
En cuanto a los personajes, tanto Jodie Foster, como la policía Liz Danvers, y Kali Reis, como Evangeline Navarro, son genuinamente complejos que aportan otra mirada sobre la feminidad. Ambas son ambivalentes, contradictorias, tajantes, bruscas, pero también perspicaces, rudas, curiosamente características ligadas, en general, a hombres.
Así mismo, algo para destacar y que quizás tenga que ver con el detalle no menor de la incorporación de la cineasta mexicana Issa López como escritora y directora de todos los episodios, es que, la temporada toca temáticas muy actuales de manera cruda pero sin caer en lo obvio, ni querer evangelizar, ni caer en el discurso woke, basándose en el autodescubrimiento de los personajes.
Hasta ahora, la cuarta temporada de True Detective es un diez sobre diez y, lo bueno es que, para disfrutarla no es necesario ver las anteriores (aunque, sí se puede dar un consejo, ver la primera le suma más placer, no solo por lo que es en sí misma, sino por los detalles que le aporta a esta última).
En contra: la serie sigue en caída libre
Nicolás Lencinas
Quisiera iniciar este comentario destacando la siempre oportuna propuesta de la plataforma HBO al estrenar un capítulo por semana. En una producción como True detective, con tanta información por procesar, es una ventaja no tener todos los episodios disponibles para maratonear de una.
Hasta ahora salieron tres y por lo menos en este inicio, la serie sigue en su extendida caída libre que comenzó tras la finalización de la historia que cerraron Woody Harrelson y Matthew McConaughey. Es que tal vez, la primera temporada sea insuperable por lo brillante que fue y lamentablemente, lo bueno de la producción liderada por Nic Pizzolatto quedó allí. Las crueles críticas a sus posteriores producciones lo dejaron en claro.
Parece que atentos a lo mencionado, en esta cuarta entrega se llevó a cabo un potente enlace con la subtrama paranormal de la primera. Cabe recordar el complejo caso que resolvieron tras desapariciones y abusos en la iglesia. Allí conocimos el suceso sectario ocurrido Luisiana; con el terrorífico “Carcosa”, que incluía elementos de brujería, ocultismo y rituales satánicos.
Ahora todo sucede en una larga noche polar de Alaska. Pero lejos está ese nivel de dramatismo, suspenso, desarrollo de personajes y excelencia que supo tener True detective. En este caso, la engorrosa trama propuesta desde el pueblo de Ennis no desarrolló todavía un hilo conductor y en principio, lo paranormal se presenta innecesariamente como la razón de ser de la historia.
La dos veces ganadora del Oscar, Jodie Foster resalta en su actuación y al igual que a su personaje Liz Danvers, todos le corren de atrás. Hay un notorio desfasaje de protagonismo que se evidencia al momento de conocer a su compañera, Kali Reis y el resto del elenco.
Tomando la relevancia de los sucesos paranormales (el símbolo del espiral, la mujer que habla con su marido muerto y la posesión de Clark que hizo desaparecer a sus amigos) todo indica que terminaremos viendo una serie de fantasmas.
En fin, como si hubiera un dejo de resentimiento, Pizzolatto expresó que no lo culpen por lo que será visto en la última temporada –dirigida por Issa López– y que para él, como showrunner, es “estúpido” volver a los detalles de la primera.
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