La Voz del Interior @lavozcomar: Milei, entre el avance económico y la intolerancia política

Milei, entre el avance económico y la intolerancia política

Javier Milei avanza como una topadora. Conserva la iniciativa política a fuerza de anuncios impactantes, semana tras semana. Sea el reordenamiento de la Afip o la privatización del ferrocarril Belgrano Cargas o la búsqueda de una solución privada para Aerolíneas Argentinas, cada semana hace un anuncio en la dirección que se espera de él.

Estas medidas, más la cotidiana supresión de abusos y despilfarros perpetrados por los gobiernos peronistas, hacen que el Presidente conserve aún el grueso de la imagen favorable que lo llevó a la presidencia.

Conforme a su estilo, Milei formula los anuncios con poca preocupación por el modo de llevarlos a la práctica: las alianzas y los apoyos esenciales que son necesarios para transformar un anuncio en una ley.

Su particular configuración psicológica le valió algunas observaciones de Mauricio Macri, a su paso por Córdoba. Oscila entre la euforia y la rabieta, transita un camino de espasmos efectistas más que el de un plan estudiado, pero con eso le alcanza para generar la sensación de un avance firme hacia una economía más libre.

La contracara es la recesión. El bajo nivel de actividad económica horada y debilita el apoyo recibido por el Gobierno desde los sectores de trabajadores y la clase media. Muchos votantes aprueban con convicción el achicamiento del gasto político y la eliminación de privilegios políticos, pero notan un desmejoramiento de sus propias economías domésticas.

En muchos casos, esa tensión se resuelve a favor del Gobierno, pero las encuestas ya comienzan a reflejar un cierto desencanto porque las soluciones no están llegando en los plazos esperados.

La recuperación económica demanda la remoción del cepo cambiario, pero para ello el Presidente pretende tener dólares suficientes, porque teme un salto cambiario que comprometa sus metas inflacionarias. Esta encerrona permanecerá en el centro de la escena económica durante un tiempo prolongado. Probablemente, hasta los comicios de medio término.

Cristina, cuestionada

Con un potencial de votos que se estima en, al menos, un 30% del electorado, Cristina Kirchner todavía aflora como la figura con mayores posibilidades para organizar una fuerza opositora. Sin embargo, sus intentos por acceder a la presidencia del PJ están encontrando inesperadas resistencias en un par de gobernadores que, lo digan o no, consideran que ya su tiempo en la política pasó.

Aparecen así adjetivos duros que aluden a traiciones y desagradecimientos. Sin embargo, pese a las disputas, lo más probable es que sea la expresidenta la que logre configurar un frente opositor para ofrecer una alternativa a Milei en 2027.

Consciente de su limitación en el acceso a las adhesiones necesarias para aspirar a la presidencia, la formación de un frente opositor intentará replicar su táctica de 2019 con una coalición que incluya a una parte del radicalismo siempre propensa a inclinarse hacia variantes populistas.

Axel Kicillof siente que esa candidatura le pertenece y rechaza la posibilidad de que termine en manos, por ejemplo, de un radical como Martín Lousteau.

Obsesión e intolerancia

Milei se fastidia cuando lo contradicen. Enfurece cuando alguien opina distinto. Quizá hayan sido sus énfasis y obsesiones los que hayan contribuido a llevarlo a donde está. Pero este rasgo de su temperamento, su intolerancia con el pensamiento disidente, no forma parte de los atributos de un demócrata, y menos aún de un liberal.

El liberalismo supone pluralidad, aceptación del pensamiento disidente, aunque sea parcial, intencionado o malicioso. Pero Milei prefiere recostarse en el mullido sillón del periodismo amable, el que no le hace preguntas incómodas, el que no muestra ni un ápice de disidencia crítica hacia sus medidas de gobierno.

Al periodismo crítico no le concede entrevistas y lo acusa de “ensobrado”, es decir, de opinar en contra de su gobierno porque alguien le paga para hacerlo. Una acusación completamente indigna en boca de un presidente. Parece pensar que sólo es posible disentir de sus ideas a cambio de una paga, nunca por tener un pensamiento distinto, por fundado que sea.

A tal punto llega su obsesión con la prensa que intenta extender el IVA a diarios y a revistas, además de los libros, productos que siempre gozaron de una razonable exención, por tratarse de bienes culturales.

Sólo un puñado de periodistas puede acceder a entrevistas con el Presidente o con alguno de sus ministros más encumbrados. En esto, el gobierno de Milei no se diferencia en nada del de Cristina Kirchner, que sólo accedía a ser interrogada por periodistas amigos, cuyas preguntas nunca rozaban los temas incómodos.

Podría pensarse que la intolerancia y los castigos hacia la prensa bien pueden aceptarse en la medida en que el programa presidencial alcance con éxito sus objetivos económicos y que esto es lo verdaderamente importante.

Pero la libertad es indivisible. La libertad económica no puede sostenerse en el tiempo sin libertad política y amplia libertad de expresión.

No sólo de estabilidad vive el hombre. Esto es algo que el gobierno de los hermanos Milei debería aprender, en beneficio propio.

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