La Voz del Interior @lavozcomar: Más descrédito para la Policía

Más descrédito para la Policía

La sociedad asiste turbada al nuevo escándalo que se desató en las filas de la Policía de la Provincia de Córdoba, por el cual quedaron presos altos oficiales de la fuerza de seguridad. Entre los detenidos, está nada menos que uno de los dos subjefes, acusado de encubrir a una banda delictiva integrada por uniformados y civiles.

Cunde así el desconcierto de una población que vive atemorizada por la inseguridad urbana que escala sin tregua, mientras muchos de quienes cobran un sueldo del Estado para protegerla están presos en la cárcel de Bouwer por presuntos delitos de distinta magnitud, que se repiten con una frecuencia alarmante.

En este caso, con la particularidad de que desde el retorno a la democracia en la Argentina, en 1983, hay pocos antecedentes de ilícitos perpetrados en el seno de la Policía de la magnitud del que detonó por estos días.

Mientras esto sucede, un reguero de sospechas cuya veracidad examina la Justicia podría conducir a una trama de complicidades de alcances impensados, dentro y fuera de la institución.

Ello a tenor de lo que se viene informando en las distintas plataformas de los medios de comunicación acerca de la tarea que lleva adelante un fiscal decidido a ir a fondo con la investigación, como ya lo hizo en otras causas de sonora repercusión pública.

Es el mismo instructor que en diciembre de 2023 dictó la prisión preventiva del extitular del Servicio Penitenciario de Córdoba Juan María Bouvier, señalado como presunto connivente en otra causa por graves irregularidades en centros penitenciarios de Córdoba.

En ese expediente, además, hay una decena de carceleros acusados y privados de su libertad.

En un rápido mapeo, es de inferir que entre la inmoralidad de los jefes policiales detenidos por supuestamente encubrir el fenomenal mercado negro de los teléfonos celulares robados, entre otros objetos, y las malas artes de los directivos del Servicio Penitenciario, la imagen de las fuerzas de seguridad en Córdoba toca fondo y afecta, en primer lugar, a cientos de policías responsables y eficientes que merecen mejores ejemplos internos, antes de que el descrédito arrase con la credibilidad de la fuerza.

Y vale insistir en el tema de los celulares malhabidos: hasta el transeúnte más incauto sabe desde hace años que en la ciudad de Córdoba esos negocios sucios se cierran en locales de una galería ubicada en pleno centro.

Es imposible, entonces, que la Policía y las autoridades políticas de turno no hayan conocido las transacciones ilegales que se operan en esas cuevas. ¿Hay que hablar, entonces, del encubrimiento como una forma de salvaguarda?

La sociedad aturdida por el delito demanda con todo derecho que las fuerzas de seguridad sean la vía de protección para que no haya emboscadas en las calles ni robos en las viviendas, cometidos por malvivientes que se mueven con impunidad pasmosa, según las imágenes que muestran las cámaras de seguridad.

Se ha dicho que un grupo de policías desleales no puede enlodar a hombres y a mujeres que desarrollan con decencia sus actividades en la institución. De igual forma, el Gobierno debe involucrarse en bien de que la Policía recupere la reputación perdida en los suburbios del delito.

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