Mar Tarrés: “Nunca me río de los demás, salvo de mi ex”
–¿Bailar con Tinelli te cambia la vida?
–No te cambia la vida, pero sí te hace más popular y famosa. Estar ahí fue avasallante. La fama y la popularidad me llevaron un poco puesta. Pero después seguí siendo la misma. No cambié mucho. Vivo para rescatar animales y hago mi trabajo con mucho amor.
–¿Qué fue lo mejor que te dejó esa experiencia?
–Haber tenido esa posibilidad. Marcelo es un genio, me trató bien, me cuidó, me aconsejó. Es imponente estar con él. Nunca había sentido una energía positiva así. No es por chuparle la media, por algo llegó a ser el número uno. Tiene una vibración distinta a todos nosotros.
–¿Y lo peor?
–La exposición mediática. Digas lo que digas, hagas lo que hagas, siempre la exposición va a ser negativa. Siempre le tratan de buscar el pelo al huevo porque Argentina es un país en el que los medios de prensa están en declive constante. Las únicas noticias que venden son las malas. Sólo importa alguna cagada que te mandes y te atacan por ese lado.
–Influencer, modelo, comediante… ¿Qué parte te gusta más?
–Las tres me encantan, amo lo que hago. No puedo decir cuál me gusta más. Pero le agregaría proteccionista animal y mamá de perritos.
–¿Qué es más difícil? ¿Lidiar con el público de un stand up o con las celebrities de la tele?
–Con las celebrities de la tele, obviamente.
–¿Qué es más difícil? ¿Lidiar con las celebrities o bajar 27 kilos, como lo hiciste?
–Bajar de peso. Justo por eso los gordos somos gordos. No es fácil. Hay más de 100 variables que determinan el peso y es imposible controlarlas a todas. El cuerpo genera resistencia, y es un tira y afloje permanente.
–¿Cómo te llevás con este cambio de hábito reciente?
–Hago tratamiento desde los 4 años. Mi papá pesaba 350 kilos, tenía obesidad mórbida. Toda la vida estuve intentando bajar de peso. El problema es que mi metabolismo vuelve a engordar. Es muy difícil. A la gente que tiene el privilegio de ser flaca no se lo voy a explicar. Pero lo hago de toda la vida. A veces funciona, a veces no, a veces me estanco. Mi primera dieta fue a los 4. A los 7 me internaron en la clínica Cormillot.
–¿No es muy desubicado en este contexto preguntarte cuál es tu comida preferida?
–Como de todo. No dejé de comer nada que me guste. La humita en chala dulce es una debilidad. En Salta hacen la mejor del mundo. También el asado. Y amo el guiso, de lentejas, de fideos moñito.
–¿Sigue siendo gordofóbica la sociedad argentina?
–Cada vez más. La gente no se deconstruyó en relación con esto.
–¿Cómo manejás tus redes sociales (en especial los comentarios) sin morir en el intento?
–95% son comentarios buenísimos. Si la gente no te quiere, no te compra. Agradezco eso. Y sí hay un porcentaje de gente de mierda que nos ataca a todos quienes trabajamos en redes. No es personal. Mirá lo que comentó Tini de lo que le estaba pasando. El que escribe esas cosas se describe a sí mismo. Las personas que se esconden para agredir, aparte de cobardes, están frustradas. Siento lástima por ellas.
–¿Sos de bloquear a mucha gente?
–Aprendí que no hay que bloquear al hater. Ayuda a viralizar, es un mal necesario. Por eso los quiero. Cuando me escriben, saltan 100 seguidoras a defenderme y se arma un quilombo que termina siendo superpositivo. Logré impulsar el contenido, que a un video lo vean dos millones de personas. Hay gente que mete justo el dedo en la llaga ardida, y a veces sí exploto y de verdad me duele. Pero casi siempre el hater es funcional.
–Vendés y modelás ropa plus size. ¿Cómo te va con eso?
–Soy laburante, emprendedora, empresaria, que reniega mucho con este país y la inestabilidad económica. Ya tendría que haber colgado los guantes mil veces, pero tengo la capacidad de reinventarme. Sería hipócrita decir que me va rebién. Pero tengo todo lo que necesito, no me quejo. Ser empresario hoy en Argentina es ser kamikaze. No ahora: con el gobierno anterior también.
–¿Los talles grandes siguen siendo una excepción en la industria de la moda?
–Hay otros, pero fui la primera franquicia de talles grandes en Argentina. Antes no existían. Impuse que no se diga más “talles especiales”, sino “talles grandes”. Somos mujeres hermosas, con cuerpos grandes. Usamos un poco más de tela.
–¿Cómo te fue o te va con el contenido erótico en Divas Play?
–Superbién. Mejoró mi relación con el público masculino, que no tenía. Siempre vendí ropa para mujeres, hacía mi show Minas jodidas… Mejoró esa relación con muchos que antes me veían como una minita hablando en contra de los hombres.
–¿Qué fue lo más raro que te dijeron en esa plataforma?
–Conmigo la gente es muy respetuosa. No hay un mensaje de un tipo que se haya desubicado. Pensé que aparecería cualquier pajero que cree que tiene el derecho a maltratarte como un pedazo de carne. Pero no, me sorprendió y me encanta.
–¿Usás apps de citas? ¿Resultados?
–Tinder, más que nada para citas fuera del país. La mayoría fueron citas fallidas, o divertidas, que uso para mi monólogo. Pero digo que se queden tranquilos porque nunca identifico a nadie. Les pongo nombres ficticios, como Lucas Tinder.
–¿Qué te dice la gente en la calle cuando te reconoce?
–Me preguntan por mis perritos, Morcilla y Molleja. O me dicen que soy más linda personalmente que en las redes. Siempre ando medio zaparrastrosa, así que no sé si me están charlando, si lo dicen para quedar bien. Pero cuando me dicen “sos más flaca personalmente que en las redes”, me ofende. Lo dicen como un halago, pero no lo es: es una cosa mía, mi cuerpo y mi alma.
–¿Qué cosas ya no te bancás más?
–La Afip y cómo nos exprimen en Argentina a las pymes. Basta. Me gustaría que este Gobierno hiciera un cambio. Las pymes empiezan bien, pero después se funden. No me banco más la presión impositiva que tiene este país para invertir y dar trabajo.
–¿Alguna vez apareciste tanto en los medios, como cuando te peleaste con Pampita?
–Sí, fue cuando gané “La chica del verano” en La Voz. Esa vez me entrevistaron hasta medios como la revista People, de EE.UU. O desde España, Colombia, Ecuador… Fue más potente eso que pelearme con Pampita. Pero está todo bien con Pampita. Arreglamos las cosas. Ella se terminó sumando a la campaña de los perritos y se limaron las asperezas. Nos ayudó un montón.
–¿Te ponés algún límite a la hora de hacer humor, especialmente en el stand up?
–Sí, porque vivimos en una sociedad de cristal en la que no se puede decir nada y la gente está perdiendo el sentido del humor. No podés dejar contento a todo el mundo. Hay cosas del respeto que son primordiales y no toco, pero a la gente ya le molesta todo. Siempre hay alguien que te dice que está mal.
–¿Aprendiste a reírte de vos misma?
–Sí, mi show Minas jodidas es reírme de mí misma y de las cosas que me pasaron en la vida, para encontrar identificación del público. Nunca me río del otro. Salvo de mi ex, que me cagó un montón de plata. De él sí nos reímos, pero es una causa justa. Me cagó U$S 40 mil, se lo merece. Por lo menos me tengo que reír con él y así vender entradas para recuperar la guita que me cagó.
–¿Cómo te sentís en Córdoba?
–Me encanta. Es mi lugar en el mundo. Aún no pienso en volver a Salta. No lo descarto, porque mi familia y mis amigos están allá. Pero Córdoba es todo lo que está bien.
–¿Qué cosas no volverías a hacer?
–No le prestaría de nuevo plata a un novio, a un amigo ni a un familiar. Entendí que la plata no se presta y tengo que aprender a decir no, aunque me cueste.
–¿Qué es lo que más te divierte?
–Amo viajar, me fascina. A donde sea. A un río de Córdoba o fuera del país. Siempre es un planazo.
–¿Y lo que más te aburre?
–Ir a una sala de espera. Empiezo a buscar gente para charlar. “Hace cuánto que esperás”, pregunto, y me pongo a hablar para amenizar la espera.
–Si te llamara Tinelli, ¿volverías?
–No me gustaría estar tan expuesta en la TV hoy. Pero si la propuesta está buena, volvería. Hoy estoy muy tranquila. Mi paz no tiene precio. Pero quién te dice mañana.
–¿Con qué personas no trabajarías nunca más?
–De los famosos, hay una persona, pero no voy a decir su nombre, es conocida acá en Córdoba. También como empresaria trabajé con empleados que me han robado. Con esas personas nunca más.
–¿Harías política si te lo ofrecieran?
–Un montón de veces me ofrecieron, y siempre lo rechacé. En algún momento de la vida quizás acepte, pero no para trabajar con personas, sino para tratar de sacar de las calles animales abandonados, lastimados, con enfermedades. Hasta lo haría gratis.
–¿Cómo te gustaría que se recordara a Mar Tarrés en Wikipedia?
–Como la primera activista body positive en Argentina, que ayudó a levantar la autoestima y reivindicar a muchas mujeres que tenían vergüenza de su cuerpo, porque la sociedad les impuso eso. Alguien que luchó por el amor propio de cada persona, y como proteccionista animal. Pero googleás tu nombre y encontrás cualquier cosa, jaja.
Mamá de Morcilla y Molleja
Además de ser influencer, comediante y empresaria, Mar Tarrés quiere que la recuerden como proteccionista animal. Sus debilidades son sus “hijos”, los perritos Morcilla y Molleja.
Tarrés es salteña y vive en Córdoba, donde comenzó su carrera artística con el show de stand up Minas jodidas.
Fue la “Chica del verano” de La Voz en 2016. Con su participación en el Bailando, de Marcelo Tinelli, le llegó la popularidad televisiva, algo que describe como “avasallante”.
Es modelo y empresaria: vende ropa de talles grandes.
También incursiona en la plataforma de contenidos eróticos Divas Play, lo que le sirvió, dice, para amigarse con el público masculino.
Participa en La Cachengue, un programa de radio que sale por la 95.1 y por streaming en el Canal Chingón, junto con Lucas German y Víctor Pereyra, lunes y miércoles, de 16 a 19.
https://www.lavoz.com.ar/opinion/mar-tarres-nunca-me-rio-de-los-demas-salvo-de-mi-ex/
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