La Voz del Interior @lavozcomar: Malvinas: un atisbo de racionalidad

Malvinas: un atisbo de racionalidad

Aun cuando nada tenga que ver con la economía y el trabajo –los dos grandes temas que hoy ocupan la atención de los argentinos–, debería enfatizarse que la buena noticia de la semana que concluye ha sido el inesperado toque de racionalidad que la Cancillería argentina exhibió en las Naciones Unidas (ONU) ante el Comité de Descolonización del organismo.

Lo hizo la canciller Diana Mondino al abordar el tema de las Islas Malvinas antes de que la ONU emitiera una nueva exhortación al Reino Unido –reiterada a lo largo de los últimos años– para que proceda a habilitar una negociación que ponga fin al diferendo.

Ya de por sí es una buena nueva que la canciller haya despertado del letargo diplomático del primer semestre libertario, en el que la función parecía haberse reducido a tratar de morigerar los incendios producidos por la incontinencia verbal del presidente de la Nación, con su secuela de incidentes con terceros países para, por fin, ocuparse de cuestiones que hacen al interés permanente de la Argentina. Y la de Malvinas no es la menor de esas cuestiones.

Lo interesante de esta presentación podría radicar en la ratificación de “la ocupación ilegal de las islas” desde hace 191 años y, al mismo tiempo, el llamado a la construcción de una “relación madura” y al diálogo constructivo tendiente a la solución pacífica de la controversia; vale decir, una reivindicación de la gestión diplomática que es siempre la más lenta, pero la única vía posible, pese a que a muchos les resulte insatisfactoria.

No podemos ignorar que en esta como en otras materias, a la Argentina le pesa su pasado, una suerte de lastre que dificulta sus intentos. Ante todo, la dificultad de convencer a sus interlocutores de la seriedad y la consistencia de sus tratativas, toda vez que la diplomacia ha carecido de un norte claro y objetivos permanentes.

En efecto, a lo largo de las cuatro décadas transcurridas desde la guerra de 1982, cuando una potencia que buscaba dejar las islas encontró un motivo para quedarse, el tono y las estrategias de nuestro país han sido cambiantes e inconsistentes.

A la infantil política de relaciones carnales propuesta por uno de los cancilleres de Carlos Menem, el inefable Guido Di Tella, siguió el intervalo de Fernando de la Rúa, el endurecimiento de los 12 años de kirchnerismo, la falta de gestión del gobierno de Mauricio Macri y el olvidable interregno de Alberto Fernández, lo que magnifica la necesidad de trazar nuevas líneas de abordaje de la cuestión.

Queda claro, no obstante, que se trata de definir hacia dónde se encamina nuestro país en su relación con el mundo y, en ese marco, situar el reclamo sobre Malvinas, fijando la mirada sobre el largo plazo y sin ceder a la tentación de las declaraciones tribuneras. Todo ello sin olvidar un tema central, como lo es la situación de los kelpers, quienes son un término imprescindible de la ecuación. “Relación madura”, dijo la canciller Mondino en la ONU.

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