Luzi preso: la captura del secuestrador que no sabía hacer otra cosa
Un total de 81 días. Eso fue lo que pudo disfrutar de su libertad condicional desde que dejó la cárcel de Ezeiza aquella mañana de diciembre de 2022. Los psicólogos nunca se habían puesto de acuerdo. Mientras los profesionales del presidio bonaerense señalaban que ya podía regresar a las calles; sus pares del poder judicial de Córdoba lo descartaban.
Aun así, el juez de Ejecución Penal cordobés N° 3, Cristóbal Laje Ros, firmó la libertad condicional.
Y así, a sus 43 años, Martín Ernesto Luzi –el otrora enemigo público número 1 del Gobierno cordobés por varios secuestros cometidos en la década del 2000–, volvía a salir de una cárcel sin fugarse.
El secuestrador volvía a ver el sol fuera de los muros de un presidio.
“El Porteño” (tal su apodo criminal pese a ser cordobés) juraba y perjuraba que había cambiado el delito por Dios. Insistía que había estudiado, que quería trabajar como carpintero, que era pastor evangelista y que era portador de “la Palabra”.
Para gozar de su libertad condicional, Luzi tuvo que fijar domicilio en la casa de su madre en barrio Yapeyú de Córdoba Capital, se comprometió a no drogarse ni alcoholizarse y prometió hacer tratamiento psicológico, pasar una vez por mes por sede judicial y fundamentalmente no volver a delinquir nunca más.
La condena total se le cumplía el 21 de octubre de 2029. Le faltaban siete años.
81 días le duró la libertad.
En la madrugada del lunes, Luzi fue detenido por policías de Córdoba, junto a otros tres “pesados” delincuentes, luego de una aparatosa persecución que arrancó en barrio Rogelio Martínez y que terminó finalmente en el barrio El Chaparral.
La banda se movilizaba en un Audi Q5 negro robado y andaba con dos pistolas automáticas y chalecos antibalas de la Policía cordobesa, además de herramientas para romper puertas y candados. Además, portaban guantes, capuchas y linternas. Llevaban encima precintos plásticos y un rollo de cinta para maniatar.
El grupo comando se hacía pasar como policías de civil.
La presunción judicial es que el grupo estaba por concretar un golpe comando contra la familia de un ingeniero en barrio Rogelio Martínez.
No se sabe si era un asalto domiciliario o si podía derivar en algo más: un secuestro quizá.
No hubo disparos. No hubo enfrentamiento armado. Los cuatro delincuentes terminaron rindiéndose ante los policías sin gatillar armas.
Qué le espera al “Porteño” Luzi
Ahora, Luzi y su nueva banda están alojados en un módulo de máxima seguridad en la Cárcel de Bouwer, aquel presidio del que “el Porteño” supo fugarse (en un burdo complot nunca juzgado) en 2005.
Sombrío panorama le espera ahora a Luzi. No sólo que la libertad condicional ya no le corre más, por lo que deberá cumplir la totalidad de las penas impuestas por sus secuestros hasta 2029, sino que además le esperan nuevas causas penales.
El fiscal Ernesto de Aragón ya lo imputó este lunes (al igual que a sus cómplices) por tentativa de robo calificado, encubrimiento agravado y portación de arma de guerra.
Esa colección de delitos tiene un piso de cuatro años y puede llegar hasta los 12 en un juicio.
Junto con Luzi cayeron tres exconvictos con graves delitos en su haber: Leandro Jatib (36), Alexis Eduardo Cimentón (32) y Roberto Rojas (49).
Todos cuentan con antecedentes por delitos contra la propiedad.
Jatib no es un improvisado: supo ser condenado por un secuestro vinculado a una venganza por drogas.
Tanto el fiscal De Aragón como los investigadores policiales sospechan con fundamentos que no era la primera vez que Luzi y compinches salían de ronda en el Audi con los chalecos, las armas y los guantes.
Los pesquisas sospechan que el grupo habría cometido varios asaltos en los últimos tiempos en Córdoba.
Se trataría de un grupo de delincuentes que (a veces vestidos como policías) cometía violentos asaltos contra familias en Capital y el Gran Córdoba. Varios de esos casos sucedieron en countries.
En varios casos la banda fingía allanamientos. Había violencia, fugas de película e importantes botines en efectivo.
Un dato central: la banda cayó este lunes mientras andaba en un Audi negro robado. Ese vehículo ya fue captado por cámaras en por lo menos otro golpe a una familia en el Gran Córdoba semanas atrás.
“Nos espera un arduo trabajo de ahora en más. Creemos que la banda ya actuó antes. Es gente con serios antecedentes delitos. Dos tenían pedidos de captura por robos, otro era investigado por un hecho serio”, le dijo el fiscal De Aragón a La Voz.
Que este funcionario judicial investigue el caso no es por casualidad: por directivas de la fiscalía General de la Provincia, él está encargado de actuar en los numerosos casos de bandas que actuaban vestidos como policías en los últimos tiempos en la provincia de Córdoba.
Por ahora, no hay policías de verdad involucrados.
“¡Vos sos Luzi!”
Todo sucedió en la madrugada del lunes cuando a los miembros de una patrulla de Seguridad Ciudadana les llamó la atención el comportamiento de dos sombras frente a una casa en barrio Rogelio Martínez, un coqueto barrio de la zona sur.
El coche frenó y uno de los policías quiso controlar qué pasaba. Fue entonces que los sujetos corrieron hasta el Audi negro, donde esperaban otros dos. El coche arrancó marcha atrás y aceleró. Luzi, se cree, iba del lado del acompañante y armado.
Se originó una persecución policial, a la que se le fueron sumando patrullas y que se extendió por varias cuadras hasta desembocar en barrio El Chaparral. El coche clavó frenos y los cuatro salieron corriendo.
Fue dicho: no hubo disparos.
“Eso nos llama la atención. Son delincuentes viejos que actuaron con sangre fría. Por suerte, no abrieron fuego porque hubiera terminado todo en cualquier cosa”, le dijo a La Voz la jefa de Policía, Liliana Zárate.
“¿Vos no sos Luzi? ¡Vos sos Luzi!”, le dijo uno de los comisarios a uno de los delincuentes mientras yacía esposado dentro de un patrullero. Ya canoso y entrado en kilos, “el Porteño” sólo asintió y cerró la boca.
Al cabo de un puñado de horas ya estaba en Bouwer. Varios presos lo recibieron con aplausos.
“El Porteño” tendrá visitas pronto. La primera, su abogado Ricardo Moreno. La segunda, su madre Inés Heredia, quien ya emprendió la vuelta rápido desde Buenos Aires.
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