Luis Machín, sobre su interpretación de Domingo Cavallo: Sentí una responsabilidad muy grande
Aparece como una figura omnipresente, mesiánica, potente y hasta esperanzadora; y con el correr de los capítulos, se va desdibujando, afinando su voz y gritando cada vez más. Es Domingo Felipe Cavallo en la interpretación de Luis Machín para la serie Diciembre 2001, que estrenó recientemente la plataforma Star+.
La ficción basada en un El palacio y la calle (libro de Miguel Bonasso) conmueve e interpela por la magnitud del desastre desatado en esos meses de crisis extrema y porque sus actuaciones están a la altura del evento.
Machín asegura que, más allá del maquillaje, hay ciertos elementos que le sirvieron para interpretar al exministro de Economía. “Me pelé para acercarme un poco más al parecido físico, que es por donde la gente ingresa. Además, hay rasgos en común: él tiene los ojos azules y yo también. Como él es cordobés, aunque no tiene un acento marcadamente cordobés, sí tiene una aspiración de las eses; y yo soy Rosarino, y los rosarinos también aspiramos las eses, no es algo que me resulte ajeno”.
Y suma a todo eso lo que considera parte del “carácter interpretativo” que desarrolló para acercarse a Cavallo en su estrepitosa caída: “Se muestran escenas de oficina que van desembarcando en las decisiones finales, como la drástica decisión de poner en funcionamiento el ‘corralito’”.
El actor reflexiona sobre política y asegura que, si bien la crisis de ese mes fue escandalosa, también hay que recordar que las cosas venían mal desde hacía muchos años y que por eso le resultó valorable participar de Diciembre 2001. “Es interesante revisar la historia en relación con lo político, lo social, lo económico, con un tema que nos resultó tan difícil de atravesar a todos los argentinos. Me pareció bueno que la ficción tomara como punto de partida la idea de contar ese tránsito de la historia”, dice.
Y agrega: “Cavallo es un personaje que tiene un protagonismo muy grande desde Menem hasta De la Rúa, y que fue el padre de la criatura neoliberal. Quiero decir, el padre de la convertibilidad, del uno a uno, y el padre del desastre. Generó alguna primavera en un principio porque detuvo la inflación a un costo muy grande y que se vio varios años después”.
La presión de interpretar a Cavallo
En medio de la charla, Machín no puede dejar de repasar las fallas en las ideas de Cavallo que llevaron al colapso y cómo muchas de esas ideas vuelven recicladas en la crisis actual.
“Esa puesta en funcionamiento de una economía que no miraba la producción interna, sino que ponía el acento en lo externo, esa sensación de falsa estabilidad que dio la paridad peso-dólar, que duró un tiempo, pero que fue destruyendo la economía interna, la industria nacional y generando la cantidad de pobreza… creo que está muy bien poner en agenda con la serie esta temática social, política y económica. Lo de ahora no se parece al 2001, pero empiezan a aparecer de nuevo algunos personajes, como Cavallo, que dan cátedra con relación a lo que debería hacerse, que es bastante parecido a lo que hizo (…) En lo personal, lo miro con enorme desconfianza y creo que gran parte de los argentinos también”.
Y ante la consulta sobre si no sintió presión al interpretar a una persona que vive y tiene presencia mediática, dice: “La gente tiene derecho a juzgar el trabajo de la manera que quiera. Por supuesto que cuando se trata de una ficción que está basada en hechos reales y en personas que viven y opinan, siento que hay un grado de responsabilidad más grande, porque estás contando una parte de la historia que algunos vivieron de una manera y otros, de otra. Pero todo lo que genere discusión y debate en la sociedad me parece que aporta, sobre todo en momentos de mucha confusión. Seguramente, mucha gente que ve la serie después irá a los libros o a las crónicas de la época para tratar de entender… ojalá que hagan todo esto. Nuestra intención es que no repitamos los errores que cometimos. Que es lo que debería dejarnos la historia”.
Su llegada a Córdoba
Luis Machín llegará a la ciudad de la mano de una obra que conoce como la palma de su mano porque, primero, interpretó a uno de los protagonistas una década detrás y ahora interpreta al otro. Se trata de La última sesión de Freud, una obra escrita por Mark St. Germain y de probada eficacia a nivel internacional.
La obra, catalogada dentro de lo que se llama “teatro de tesis”, muestra el ida y vuelta entre el escritor y periodista C.S. Lewis y el mismísimo Sigmund Freud. Antes Machín había interpretado a Lewis y ahora sintió la necesidad de volver, pero en el papel del padre del psicoanálisis.
“Yo me siento más cercano a lo que significa Freud. Sin dudas el mundo tiene una influencia muy poderosa de su presencia y de lo que fue fundar el psicoanálisis. Entonces, para mí era la posibilidad de tomar un discurso con el que yo me siento mucho más representado”, dice Machín.
Cuando habla de discurso, se refiere a la posición que toma Freud durante la obra, en la que intenta entender por qué su amigo Lewis se volvió creyente y justifica la religión. En escena, se discute sobre la existencia de Dios y sobre los fundamentos humanos que le dan sustento.
Para explicar el impacto que ha tenido Freud en su vida, Machín cuenta que hace muchísimos años que se psicoanaliza y que nota los beneficios de la práctica en su vida. Por eso, el actor les da valor a las palabras y esta obra opera justamente en ese sentido: las palabras son fundamentales y el guion funciona en escena como un reloj suizo.
“También la obra es un intento de encontrar algunos puntos en común. Freud convoca a su amigo para que él exponga por qué se convirtió al catolicismo y abandonó las ideas más científicas”, dice Machín. Y sobre el intercambio, el intérprete hace una valoración: “Yo creo que la palabra no sé si es sanadora, pero por lo menos es organizadora. En una sociedad que cada vez es más compleja, en donde la convivencia se hace cada vez más compleja, yo tengo la certeza de que a través de la palabra se pueden generar intercambios valiosos”.
Sobre el final, repasa la actualidad de la ficción en Argentina y asegura que todavía hay mucha gente que gusta del formato televisivo. Se encuentra grabando la tira Buenos chicos, para Pol-ka: “No sé si volverán a producirse en la cantidad que se producía, por ejemplo, en principio de los 2000, pero me da la sensación de que muchos productores están pensando nuevas telenovelas”.
Para ver “La última sesión de Freud”
Protagonizan Luis Machín y Javier Lorenzo. Estarán los días 14, 15 y 16 de julio en la Ciudad de las artes (Pablo Riccheri 1955). Localidades desde $ 5.600, en boletería del teatro o por autoentrada.com.
Para ver “Diciembre 2001″
Seis capítulos de 40 minutos disponibles en Star+.
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