La Voz del Interior @lavozcomar: Los pro y contras de convertir a los clubes en SAD

Los pro y contras de convertir a los clubes en SAD

La cuestión central a analizar no sólo es el éxito deportivo o no de los clubes. Hoy en día hay casos de buenas gestiones administrativas, económicas y deportivas bajo este modelo, como por ejemplo Independiente del Valle de Ecuador, animador en los últimos años de las competencias de clubes a nivel latinoamericano.

El centro de la discusión pasa por otro ámbito: lo social. Un club asociación civil, no sólo alberga al fútbol como disciplina, sino también múltiples actividades de corte social, de contención de pibes en barrios, de participación de asociados en sus decisiones y de extensión sobre la propia comunidad (sean clubes pequeños, hasta los más importantes).

Los clubes argentinos nacieron exclusivamente para practicar deporte, pero luego se agregaron las dimensiones sociales y culturales. Es decir, que la cuestión social forma parte de su propia identidad, a diferencia de una sociedad anónima que buscarán sólo el rédito económico. Las SAD están presentes a nivel global.

En algunos lugares funcionan bien y en otros han tenido experiencias traumáticas. El símbolo es el City Group, de capitales árabes que desembarcó en el Manchester City en el año 2013 y que actualmente tiene en su ámbito a doce clubes en todo el mundo. Pero también experiencias de rotundo fracaso, como el Troyes en Francia que bajo la gestión privada pasó de estar en la Ligue 1 a descender a la tercera división francesa o el Montevideo City Torque en Uruguay, que pasó de jugar copas internacionales a penar en la segunda categoría.

La principal herramienta a analizar está en la propia idiosincrasia argentina, ya que por nuestra tradición social centenaria, la Liga Argentina es la única en la que todos sus clubes están en manos de sus socios y que por esa misma historia, identidad y pertenencia, el modelo SAD es incompatible.

Ante esto, aparece una tercera vía. La de permitir el ingreso de capitales privados a los clubes y fomentar los denominados modelos de gerenciamiento (tal como sucedió con clubes como Racing Club, Belgrano o Talleres). Juan Sebastián Verón, presidente de Estudiantes promueve esta mixtura social y privada con fondos de inversión, similar a lo que sucede en Alemania, donde se implementa la regla del 50+1 (es decir, que los socios conservan el 51% de acciones y el resto para capitales privados) o en Brasil donde el modelo mixto es permitido desde la década de los´90 por impulso del entonces Ministro de Deportes, Pelé.

Las SAD, al ser de carácter privado, buscarán siempre ganar dinero. En este caso, a costa del fútbol y de la pasión. El fútbol es un negocio, y de los más rentables e importantes del capitalismo actual, pero en nuestro fútbol las decisiones en cuanto al manejo de los clubes son de la masa societaria. Si bien los socios son sus dueños, lo cuestionable y que queda pendiente de debate, estará respecto a las irresponsabilidades que los dirigentes de los clubes suelen incurrir en los manejos de las instituciones.

Las SAD no es garantía de una gestión exitosa por sí misma, pero podrían dar nuevos aires a las malas administraciones que las asociaciones civiles han tenido. Lo que sí está claro es que se debe defender la historia de construcción de todos los clubes sociales a lo largo de más de cien años en nuestro país y que forman parte de la propia identidad nacional, razón por la cual las SAD no son compatibles con nuestro fútbol.

Que las sociedades anónimas deportivas empiecen desde abajo, compren sus terrenos, construyan sus canchas, enamoren a hinchas y lleguen al profesionalismo de la misma forma y por el mismo camino que las asociaciones civiles tuvieron que transitar. Hay algo que el dinero no puede comprar: la identidad. Sentimiento que no cotiza en ningún mercado.

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