La Voz del Interior @lavozcomar: Los desafíos legislativos que se vienen

Los desafíos legislativos que se vienen

En los últimos seis años, el mundo ha presenciado una leve “recesión democrática”. El último estudio del Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral, publicado por Idea Internacional, deja en evidencia que, en promedio, han empeorado los indicadores en lo que respecta a elecciones libres, lucha contra la corrupción, independencia judicial y eficacia de los parlamentos.

La pandemia de Covid-19 generó, en ese sentido, el caldo de cultivo perfecto para el surgimiento de otro virus, esta vez en el sistema democrático: los autoritarismos.

En paralelo, la legitimidad otorgada en las urnas a ciertos representantes pareció desvanecerse con gran celeridad, quizá a causa del acceso y la rapidez con la que viaja la información, pero también por la impaciencia y el inconformismo cada vez mayor de parte de los electores.

El freno a los autoritarios, más que las instituciones, lo logró imponer la ciudadanía. Los comicios se presentaron como una suerte de procesamiento del conflicto social de manera pacífica, pero jamás un cheque en blanco. No hay, entonces, tanto espacio para errores.

Las nuevas composiciones legislativas tendrán mucho que ver en la configuración y en la comodidad que sienta el poder durante los próximos cuatro años en las eras de Javier Milei y de Martín Llaryora, con capacidad de marcar los desaciertos, pero también la agenda, motivados por la única certeza de que nadie es dueño de los votos que cosechó durante 2023.

El rol del Congreso y de la Legislatura

La idea de dividir el poder apuntó, desde lo histórico y constitucional, a controlar y evitar su abuso. El tan citado freno y contrapeso de poderes, del Legislativo en particular, será un factor clave en el radar de gobiernos con bajo apoyo legislativo.

El famoso partido cordobés y el gobierno de cuasi unidad nacional de Javier Milei son pruebas de que en ambos casos se requirió ampliar alianzas para lograr mayorías y gobernabilidad. El primero lo intentó antes de las elecciones, mientras que el segundo lo hizo obligado por su triunfo y la necesidad de formar un equipo.

Después de las elecciones, y semejante a una democracia parlamentaria, hoy la mayor alianza que sostiene el gobierno del libertario está dentro de su gabinete, con integrantes de una exfórmula presidencial como ministros. Pero esa coalición interna deberá indefectiblemente encontrar su reflejo en el Congreso para que el modelo funcione y sus políticas sean estables.

En ese sentido, el Poder Legislativo puede construir protagonismo en el marco de un escenario que no habíamos vivido jamás: una fuerza política alcanza la presidencia con menos del 15% de la Cámara de Diputados y menos del 10% del Senado. Por eso es clave conocer qué rol le dejarán cumplir al Congreso y si lograrán comprender la madurez democrática que supondrá gobernar.

La pregunta concreta es cuántos de los 94 diputados y 21 senadores que ingresaron por la alianza Juntos por el Cambio ofrecerán gobernabilidad completa, cuántos negociarán dependiendo de las circunstancias y, finalmente, cuántos mantendrán intacto el mismo rol opositor que en los últimos cuatro años. Lo mismo se extiende para los representantes del peronismo cordobés.

Llaryora, a nivel local, representa la continuidad de un modelo que, aunque demostró signos de agotamiento, cumplirá 25 años en el poder. A diferencia de la Legislatura que convivió –y sobrevivió– con Juan Schiaretti en este último período, el próximo gobernador no tiene tanto margen para avanzar sin obstáculos. De los 70 legisladores que componen la cámara, el oficialismo obtuvo 33 y quizá logre persuadir y consensuar con otros para aumentar ese número.

En ambos casos, las libertades de la oposición serán mayores, pero también sus responsabilidades. El ideal debería ser posicionar al ámbito legislativo, no sólo como un espacio de discusión o refrenda, sino también con capacidad de practicar un equilibrio entre controlar y asegurar gobernabilidad, casi en un cogobierno a la par del Ejecutivo.

El desafío de la oposición desde sus bancas

En nuestra provincia, Juntos por el Cambio deberá demostrar eficiencia en su rol opositor, para impedir que nuevamente –aunque, esta vez, sin mayoría aplastante– Hacemos por Córdoba pueda manejar la Legislatura con tanta discrecionalidad.

La agenda que los legisladores logren marcar se corresponderá de manera directa con el éxito en su misión: controlar al poder e imponer una mejor rendición de cuentas, derogar o modificar los avances autoritarios que denunciaron, nutrir y fortalecer la legislación institucional y electoral, e incluso mantener su precio como alternativa de gobierno para un próximo período.

En Buenos Aires, el panorama es completamente distinto y también incierto. El Partido Justicialista deberá reinventarse, bajo la premisa de que incluso simulando moderación ha perdido su capacidad de convocatoria popular.

Por su parte, la energía opositora de Juntos por el Cambio se diluirá en una nueva reconfiguración del espectro no peronista y deberá materializarse en nuevas alianzas para las elecciones de medio término.

Como dijimos, no hay espacio para errores. En el plano local, si los hubiera, será una oportunidad de la oposición para computárselos al Ejecutivo y para demostrarle a la ciudadanía que hay una alternativa que espera ansiosa la próxima jornada electoral.

En lo nacional, los errores podrían enviarnos rápidamente a una crisis política que, sumada a la económica, convalidarán a la Argentina como un país complejo, difícil de gobernar.

Aunque los ojos están puestos en los próximos presidente y gobernador, ¿estarán el Congreso y la Legislatura a la altura del desafío que les espera?

* Licenciado en Ciencia Política, asesor legislativo.

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