Los 50 años del camporismo y los 20 del kirchnerismo
El 25 de mayo de 1973, asumió la presidencia de la Nación el odontólogo Héctor J. Cámpora, quien gobernó sólo 49 días, pero dejó una profunda huella en los adherentes al peronismo de resistencia, esa suerte de entrismo (entrada de ideologías foráneas, en este caso del marxismo, en un partido nacional como el peronismo). A Cámpora no lo recordamos por sus aciertos, sino porque nos está gobernando su heredero ideológico: el kirchnerismo.
Cuando Juan Domingo Perón ganó las alecciones de 1946, eligió el 4 de junio de ese año para asumir el poder porque reivindicaba el golpe de Estado de 1943, que había derrocado al gobierno constitucional de Ramón S. Castillo.
Perón, militar conspirador si los hubo, había participado en ese golpe. Pues bien, Néstor Kirchner eligió el 25 de mayo de 2003 para asumir porque ese día, 30 años antes, había asumido Cámpora, el elegido por Perón para las elecciones de 1973.
Entre los gobernadores de la llamada “tendencia”, estaba, entre otros, el gobernador de Santa Cruz, Jorge Cepernic, de la misma corriente que el cordobés Ricardo Obregón Cano. Con sus ideas simpatizó el santacruceño Néstor Kirchner, mentor ideológico de Cristina Fernández de Kirchner.
Al igual que el camporismo, el kirchnerismo reivindica el pensamiento de aquellos grupos subversivos que, anclados en la retórica tercermundista, marxista-leninista y antiimperialista, perpetraron innumerables asesinatos durante el gobierno de facto que fue de 1966 a 1973, y también durante el gobierno constitucional del peronismo, entre 1973 y 1976.
Una vez en el poder, el gobierno de Cámpora indultó, a través de la ley 20.508, a todos aquellos que cometieron delitos antes del 25 de mayo de 1973 por razones políticas, sociales, gremiales o estudiantiles.
De esta manera, salieron en libertad cientos de terroristas (integrantes de montoneros, ERP, etcétera) que habían participado en resonantes casos: copamientos, asesinatos, el Cordobazo, robos, secuestros, etcétera. Los guerrilleros liberados volvieron de inmediato a sus organizaciones esa misma noche. No perdieron tiempo.
Otra medida del camporismo fue disolver la Cámara Federal Penal de la Nación, que había comenzado a funcionar el 7 de julio de 1971, cuando los juzgados federales estaban desbordados e impotentes para hacer frente a la violencia armada. Se la disolvió el 25 de mayo de 1973 y así el país se quedó sin Justicia para resolver los problemas subversivos.
Algunos de esos jueces murieron asesinados, otros sufrieron atentados contra sus familias y debieron exiliarse. En síntesis, el gobierno de Cámpora disolvió la cámara federal que imputó y encarceló a los autores de los atentados terroristas y, como si fuera poco, también los liberó.
Para entender al camporismo, hay que entender al entrismo y lo que significó para el peronismo de entonces: un movimiento polifacético que ofrecía una variante de derecha, su ala sindical, y una de izquierda y filomarxista, la juvenil.
Esta última se enfrentó a la derecha sindical en Ezeiza en junio de 1973, en el regreso definitivo de Perón. Esa pluralidad de ideas irreconciliables dentro de un mismo partido dio al justicialismo el carácter de movimientista, y por eso acepta cualquier propuesta siempre y cuando lo acerque certeramente al poder.
El kirchnerismo también reivindica el accionar de los grupos subversivos. Su transversalidad no es otra cosa que la apertura a cualquier idea que sume y lo acerque al poder. Pero no pudo mantener el romanticismo y la mística revolucionaria por la adicción al dinero de sus principales referentes –a juzgar por las condenas recibidas y los delitos perpetrados– y porque –es obvio, pero hay que decirlo– sus ideas setentistas ya son anacrónicas y retrógradas.
* Profesor de Historia
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