La Voz del Interior @lavozcomar: Lo que debió ceder Bolsonaro para blindarse del «impeachment» y apuntar a 2022

Lo que debió ceder Bolsonaro para blindarse del «impeachment» y apuntar a 2022

Con una pésima gestión de la pandemia, que registra en Brasil 225 mil muertos y más de 9 millones de contagiados y una polémica política medioambiental, la imagen del presidente Jair Bolsonaro se desplomó este año de un 40 a un 30 por ciento.

Sin embargo, el excapitán de reserva del Ejército tiene motivos para festejar. ¿Cómo es esto? 

Es que tras la contundente victoria del lunes de sus candidatos para la presidencia de la Cámara de Diputados y el Senado, los conservadores Arthur Lira y Rodrigo Pacheco, respectivamente, alcanzó dos objetivos: por un lado recuperó el aliento para su campaña de reelección en 2022 y, por el otro, evitó, por el momento, el juicio político.

Más allá de esta brisa fresca, la victoria de Lira, jefe del grupo llamado “Centrao” -partidos de derecha conocidos por su espíritu camaleónico y por ser oficialistas desde hace 25 años-, tiene un alto precio para el Presidente, que deberá pagarla con cargos y la liberación de presupuesto para los diputados, esta nueva mayoría, que no es propia, sino prestada.

Lira, del Partido Progresista (PP) al que perteneció Bolsonaro por más de diez años, también derrotó con los 302 votos que consiguió en la noche del lunes a la llamada derecha no bolsonarista: esto significa que para 2022 se eliminó la idea de un frente grande entre izquierda y liberales contra la extrema derecha gobernante.

Es decir, a partir de ahora, la derecha liberal -que votó a Bolsonaro en 2018- redujo el valor de sus acciones y se configura para 2022 un escenario más claro para la oposición, con la izquierda nuevamente como principal contendiente del Presidente.

Sobre todo porque es cada vez más posible que el exmandatario Luiz Inácio Lula da Silva pueda volver a ser autorizado a ser candidato, lo que de todas maneras no significa que lo será.

La alianza entre la derecha más moderada y la izquierda fracasó cuando el candidato del titular de la cámara baja, Rodrigo Maia, el diputado del Movimiento de la Democracia Brasileña (MDB) Baleia Rossi, quedó segundo.

Pedidos de “impeachment”

Maia logró en estos años juntar más de 60 pedidos de juicio político de Bolsonaro pero hasta el último día se negó a presentar alguno, incluso los que sindican al mandatario como responsable político por personas muertas de asfixia en el colapso sanitario de Manaos por la pandemia.

La victoria de Lira también es un golpe al bolsonarismo antisistema. Es algo que Donald Trump no tuvo ni hizo. Bolsonaro pertenece a la política tradicional y se ha recostado en ella para garantizar su mandato y blindar a su hijo Flavio, senador, de una investigación por corrupción y lavado de dinero.

Su regreso a la política tradicional se hizo por obligación y por la incompetencia política del ala militar del gobierno, más acostumbrada a la burocracia que a la atención rápida de los problemas urgentes del país.

Precisamente un militar, el ministro de la Secretaría de Gobierno, general Luiz Ramos, fue el encargado de tejer la entrega de cargos y promesas de presupuesto extra al Centrao por el apoyo en Diputados.

En la campaña de 2018, Bolsonaro había dicho que el Centrao era “de lo peor de la política”. 

Sobre todo porque gran parte de ellos, como Lira, están procesados por el Supremo Tribunal Federal por corrupción en derivaciones del escándalo Lava Jato.

“Es un casamiento de intereses dictado por la gula de los parlamentarios y por el instinto de supervivencia del Gobierno”, escribió Bernardo Mello Franco, columnista del diario carioca O’ Globo.

Resta ver si el Centrao va a respetar la agenda de ajuste y privatizaciones del ministro de Economía, Paulo Guedes. Lira dijo que trabajará por respetar el techo del gasto público y se opone a retomar los subsidios que el Congreso en 2020 aprobó para 65 millones de personas en la pandemia,

Sin embargo, la influencia que tiene esta derecha sobre las empresas estatales es tan grande que incluso en 2020 fue determinante para que el Gobierno no tuviera fuerza para la privatización de empresas públicas, como la gigante eléctrica Eletrobras.

Coletazos de la victoria

Lo cierto es que esta victoria institucional de Bolsonaro le permitirá por algún tiempo mirar desde arriba a los derrotados por Lira: Rodrigo Maia, que era el padrino de la posible candidatura presidenciable del magnate y presentador de TV Globo Luciano Huck, y el otro líder con aspiraciones presidenciales Joao Doria, gobernador paulista exbolsonarista, del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB).

Parte del PSDB adhirió a la agenda de Lira, así como fracciones del MDB del expresidente Michel Temer.

El partido Demócratas de Maia también se dividió ante la elección en Diputados: quedó con una cara más oficialista y esto perjudica una alianza que tejía el laborista Ciro Gomes para tener una pata en el sector más conservador para sus aspiraciones a 2022.

Fracasada la idea un frente “antifascista” o antibolsonarista, varios analistas ven que ahora el escenario se perfila más polarizado con el Partido de los Trabajadores (PT).

Sobre todo porque el Supremo Tribunal Federal validó las escuchas hackeadas a los fiscales de Lava Jato y el exjuez Sérgio Moro, en las que aparecen armando las condenas contra Lula, inhabilitándolo para derrotar en las urnas a Bolsonaro en 2018.

Si la corte confirma la parcialidad de Moro, se abre otro escenario con Lula -que pasó 510 días en una celda solitaria- como posible candidato. Y ese escenario es al que apuesta el propio Bolsonaro.

En el Senado el trámite fue más rápido, con la victoria de Pacheco, de Demócratas, apoyado por sectores del PT, el bolsonarismo y los anti Lava Jato.

Con este escenario, que puede cambiar radicalmente porque el Centrao fue el que le dio el golpe final a la expresidenta del PT Dilma Rousseff, obstruyendo su agenda económica, Bolsonaro gana oxígeno.

Con Lula del otro lado, el excapitán ultraderechista espera tener incluso a la derecha liberal nuevamente dándole el voto en la urna en 22. El interrogante será cómo el Gobierno llegará hasta ahí sin una agenda social para los destrozos que está dejando el paso de la Covid-19.

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