Lluvia en Córdoba: cómo fue la construcción de La Cañada
Las tormentas en Córdoba parecieran no dar tregua. Semana tras semana las redes sociales se llenan de videos sobre el agua que circula en La Cañada, sorprendiendo a las nuevas generaciones que escuchan con atención a sus abuelos relatar cómo fue el día que la cañada inundó Córdoba. Pero ¿Qué se puede contar de su construcción?
La obra de urbanización de La Cañada, sin duda la de mayor trascendencia para el progreso edilicio realizada en nuestra Capital, puede considerarse al presente prácticamente casi terminada. Por lo menos en lo que respecta a sus aspectos principales, ya que cada cierto tiempo hace falta ajustar algunos detalles accesorios, como el de la iluminación.
En la edición del 16 de octubre de 1948, en plena primavera, La Voz saludaba la gran obra de sistematización como una presencia real y concreta en la vida de la ciudad, que no sólo vino a domesticar los bríos de La Cañada, sino a convertirse en un símbolo de la ciudad.
Inmediatamente después de la gran inundación del 15 de enero de 1939, se habían puesto en marcha los estudios para dar con el proyecto indicado. Entonces, la decisión del gobernador Amadeo Sabattini y la iniciativa del director general de Hidráulica de la Provincia, Victorio Urciuolo, hicieron posible el comienzo.
Luego, en 1942, el gobernador Santiago del Castillo y el intendente Donato Latella Frías suscribirían un convenio.
Por fin, el 4 de julio de 1944, el presidente de la Nación, de facto, Edelmiro J. Farrel, junto con el interventor Alberto Guglielmone, inauguraron las obras.
La canalización del arroyo incluyó 2.662 metros y una anchura de 15 metros. El proyecto fue llevado a la práctica por el ingeniero Carlos Jurich. Los puentes y parapetos fueron diseñados por los arquitectos Mario Souberán y Marcelo Barzola.
Cae el Calicanto
«Dos hombres, desde hace pocos días, armados con pesadas mazas luchan con denuedo contra la fortaleza del viejo Calicanto». El 27 de marzo de 1946, La Voz asumía la trascendencia del momento. «Cae el viejo Calicanto», decía el título.
“Casi nadie medita un instante en que el progreso está borrando a golpes de maza la ancianidad vigorosa, recia y joven aún, valga la paradoja, de una de las primeras obras públicas de Córdoba”, concluía el artículo.
Pero el viejo muro no desaparecería del todo.
El último rastro se conserva todavía en la esquina con bulevar San Juan, gracias a que el artista plástico Miguel Ángel Budini (autor de la escultura Las niñas de La Cañada, en la esquina con Deán Funes) convenció al entonces gobernador, José Ignacio San Martín, casi unos minutos antes de que fuera demasiado tarde.
Uno de los detalles que afianza su protagonismo es el arbolado hecho sólo de tipas. Fue una inspiración del ingeniero paisajista Heraldo Nicolea, a quien le encargó la tarea Gil Montero, ministro de Obras Públicas.
“Eligió un árbol innovador para Córdoba, de aspecto selvático, originario de las yungas del noroeste argentino: la tipa. Este forestal corpulento lo había impactado. Reiteradamente viajó por Jujuy, Salta y Tucumán para observar con detenimiento su desarrollo”, recordaría su hija Silvia Nicolea.
Extensión barrios adentro
Más tarde, a partir de la década de 1990 y con las intendencias de Ramón Bautista Mestre y de Rubén Martí, se iniciaron nuevos trabajos, ya con una fisonomía diferente, que extendieron la sistematización barrios adentro hasta alcanzar los siete kilómetros de extensión total.
Sponsors. La publicación de los contenidos periodísticos sobre los 70 años de La Cañada cuenta con el auspicio de las empresas Cet, Edisur y Fernet 1882, además de la Municipalidad de Córdoba.
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