La Voz del Interior @lavozcomar: Leopoldo Lugones, un intelectual controvertido al que no se puede obviar

Leopoldo Lugones, un intelectual controvertido al que no se puede obviar

En nuestro país, cada 13 de junio se celebra el Día del Escritor. La Sociedad Argentina de Escritores (Sade) eligió esa fecha para conmemorar a Leopoldo Lugones, que había nacido el 13 de junio de 1874 en Villa de María del Río Seco.

Lugones participó de la fundación de la Sade y fue su primer presidente, y en las primeras décadas del 1900 definió nuestra primera gran tradición literaria alrededor de la figura del gaucho y el poema Martín Fierro; fue el centro del canon literario argentino previo a la consagración de Borges y no es exagerado pensarlo como el único “intelectual de Estado” que tuvo nuestro país en toda su historia.

Se cumplen 150 años de su nacimiento, y nuestra ciudad lo celebrará de una manera muy especial: se han organizado una serie de eventos culturales agrupados bajo el título “Jornadas Leopoldo Lugones”, que se desarrollarán entre el 12 y el 14 de junio en las bibliotecas Córdoba y Capdevila, y en el Cineclub Municipal.

Entre otras personalidades de nuestro medio, participarán Jorge Torres Roggero, Andrea Bocco, Domingo Ighina, Silvia Barei, Leandro Calle y Juan Carlos Maldonado. Habrá charlas, muestras bibliográficas y la proyección de dos películas: el histórico filme de Lucas Demare, La guerra gaucha (1942), basado en cuentos de Lugones (jueves 13, a las 18, en la Capdevila) y Familia Lugones (2007), de Paula Hernández, que recorre la vida de cuatro generaciones de su familia planteando un contrapunto, como dice su directora, entre el documental y la ficción (viernes 14, a las 20.30, en el Cineclub).

Mucho más que un poeta

Una bella calle de Córdoba recuerda al “poeta” Lugones. Pero fue mucho más que eso. No sólo porque escribió cuentos, ensayos y biografías, y practicó el periodismo, sino porque también fue el más eminente intelectual de su tiempo.

A fines del 1800, el fenómeno de una intelectualidad nueva y urbana se expandió en toda Latinoamérica, replicando las características que tuvo al emerger en Europa. El intelectual era un sujeto con conocimientos específicos en el campo de las humanidades, la literatura y las artes, el derecho o la educación; conocimientos que no necesariamente estaban legitimados por un título universitario, sino que podían remitir a una formación autodidacta, y que eran validados por las élites sociales y políticas, sobre las que tenía cierta influencia.

Ese sujeto, a través de sus artículos periodísticos o por medio de su desempeño como funcionario del Estado, era visto como el encargado de educar o guiar con su palabra una nación.

En el caso de Lugones, ese proceso de conversión en un intelectual se dio a partir de su traslado a Buenos Aires, donde primero ejerció el periodismo y luego ingresó a la administración pública. Un mínimo inventario de su acción en ese marco destacaría los siguientes elementos: tuvo la iniciativa de crear el Instituto Nacional del Profesorado; un informe suyo sobre la situación de la cárcel de Neuquén dio lugar a un plan de reforma carcelaria; dirigió la Biblioteca del Maestro; el presidente Quintana lo envió a Francia para analizar el sistema educativo; y el Estado le encargó un estudio sobre las ruinas jesuíticas de Misiones y las biografías de Domingo Sarmiento y de Julio Roca (esta última quedó inconclusa).

A contracorriente

Uno de los grandes estudiosos de la intelectualidad latinoamericana fue Ángel Rama, autor del clásico La ciudad letrada (1984), ensayo en el que plantea que las élites intelectuales siempre formaron parte del poder y, por lo tanto, han tendido a producir discursos que legitimaran el orden social que les otorgaba ese lugar de privilegio, por lo menos hasta bien entrado el siglo 20, cuando surgieron otras voces asociadas a los partidos populares y la cultura de masas.

¿Cómo juzgar la discrepancia con la élite política de un intelectual que, con su disidencia, anticipa una fractura de dicha élite? En pleno Centenario, quienes estaban en el poder se comprometieron con la democratización del país. En 1912, el presidente Roque Sáenz Peña promovió la reforma electoral que les dio a los partidos de la oposición la posibilidad de ganar espacio en el Congreso y en los gobiernos provinciales, hasta alcanzar la presidencia con Hipólito Yrigoyen.

En 1913, en las conferencias del teatro Odeón donde expuso sobre el Martín Fierro, Lugones no dudó en criticar ese “giro democrático”. Entre los asistentes, según las crónicas del diario La Nación, se encontraban, por ejemplo, el expresidente Roca y el presidente Sáenz Peña, quien, según el cronista, lo “aplaudía efusivamente”.

¿Quién era responsable de que un gaucho como el representado por José Hernández hubiera sido excluido de la sociedad argentina? Según Lugones, con sumo énfasis, “¡La política! He aquí el azote nacional. Todo lo que en el país representa atraso, miseria, iniquidad, proviene de ella o ella lo explota, salvando su responsabilidad con la falacia del sufragio”.

Quizás lo dijo de otro modo en el teatro y lo corrigió al publicar las conferencias, en 1916. Pero Lugones tomó un poema de la década de 1870 para hablar del tiempo del Centenario. Una falacia es una mentira. Aquí, el instituto del sufragio sería una mentira. Pero la reforma de Sáenz Peña buscaba instaurar la verdad del sufragio…

En 1923, desde otro teatro, evitó la ambigüedad y reivindicó el fascismo. De hecho, Federico Finchelstein lo considera “el padre intelectual del fascismo argentino” (La argentina fascista, 2008). Y para Cristina Mucci (Lugones, 2009; edición actualizada, 2024), “contra la democracia parlamentaria, reivindicaría el orden y la violencia, como purificadora y redentora”.

Hace un siglo, entonces, Lugones desafió la naciente institucionalidad democrática, pergeñó una república gobernada por militares que impusieran una “mano dura” pero “justa”, y se dispuso a colaborar con los golpistas de 1930.

Por todo ello, su figura, su trayectoria, su pensamiento, su obra, admiten distintas lecturas. Pero resulta imposible obviarlo.

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