Las irregularidades del Servicio Penitenciario
Una nueva serie de graves episodios en el Servicio Penitenciario de Córdoba concluyó en el recambio de un director general. La incógnita es si eso alcanza para restablecer el orden requerido para que esta institución cumpla cabalmente sus funciones, sobre todo cuando la serie de irregularidades acumula, en tan poco tiempo, investigaciones internas pero también judiciales por delitos importantes.
Un preso murió en Bouwer, en confusas circunstancias. Ahora se trata de determinar si la causa de la muerte pudo haber sido un supuesto golpe en la cabeza que le habría propinado un guardiacárcel.
Dos mujeres guardiacárceles fueron puestas en situación pasiva por confundir a dos presas que tenían el mismo apellido y liberar a la que no correspondía. Todos los indicios parecen apuntar a que se trató de un error.
En ambos casos, estamos ante conductas improcedentes, fuera de lugar, que pueden devenir delitos. Y periódicamente se suceden hechos semejantes. Por lo tanto, vale considerar que hay una cuestión estructural a detectar y resolver.
Con todo, los ejemplos mencionados son los menos problemáticos. El director de la Unidad de Contención de Aprehendidos fue sancionado y separado de su cargo por otorgarle un trato preferencial a un exsubjefe de Bouwer que está preso por haberles mejorado las condiciones de alojamiento a algunos detenidos en esa unidad penitenciaria a cambio de dinero.
Un subdirector de Bouwer está detenido porque modificaba los registros de conducta de ciertos presos, se supone que a cambio de dinero, para que pudieran acceder a salidas transitorias u obtener la libertad condicional.
En la cárcel de Villa María, funcionaba un “call center tumbero”: un grupo de presos usaba celulares (algo que está prohibido) para realizar estafas telefónicas. Entre las 20 personas que hasta este momento están detenidas e imputadas, se destacan los tres principales jefes de esa cárcel.
El Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Provincia respondió a esta escandalosa serie de irregularidades con el nombramiento de un nuevo director general de Seguridad, en medio de un discurso que buscó enfatizar que no se tolerarán actitudes indecorosas ni delitos. ¿Alcanza con eso? ¿Todo se debe a que el anterior director de Seguridad no supervisó al personal como se esperaba que lo hiciera?
El jefe del Servicio Penitenciario desde 2008 es Juan María Bouvier. Las autoridades provinciales lo respaldan porque entienden que ha estado “a la altura de los acontecimientos”.
Pero en el Servicio se advierten fallas tanto en su base como en su cima. Si los guardiacárceles pecan por negligencia o falta de templanza, quienes están o estuvieron a cargo de distintas unidades penitenciarias incurrieron en delitos graves por los cuales están condenados o procesados por la Justicia.
Acaso lo primero se pueda remediar con una mayor preparación, con cursos específicos y mayores controles de gestión. Pero ¿cómo se elimina de cuajo la posibilidad de que los mandos medios y superiores se involucren en asociaciones criminales con los presos?
El Servicio Penitenciario debe recuperar el orden, para cumplir con eficacia sus objetivos.
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