La Voz del Interior @lavozcomar: Las biopics, un género que parece haber agotado su auge a fuerza de repetición y fórmula

Las biopics, un género que parece haber agotado su auge a fuerza de repetición y fórmula

Hubo un tiempo que, además de haber sido hermoso, carecía de una de las tendencias más palpables que pueden verse en la industria audiovisual actual. Las biopics, aquellas historias inspiradas en una o más vidas “de película” y en general asociadas a celebridades de diversa índole, eran hasta hace no tanto apenas una porción insignificante del caudal de películas que llegaban a las salas.

Veinte años atrás, cuando Ray llegaba a los cines y consagraba a Jamie Foxx como un ganador anticipado del Oscar a mejor actor (algo que finalmente consiguió en 2005) por su caracterización del músico Ray Charles, la pulsión a filmar y generar producciones basadas en tal o cual personalidad pública no era ni por asomo lo que vemos hoy en un recorrido superficial por plataformas de streaming y carteleras.

Sin embargo, y como una tendencia creciente desde entonces hasta hoy, aquellas películas (y series) con anclaje en historias de vida de trascendencia mediática (ya sea global o regional) se han vuelto parte de la norma de una industria que, además de superhéroes, terror y acción, apuesta por seguir encontrando personajes dignos de ser llevados a la gran pantalla.

Cillian Murphy en una escena de

Sólo basta repasar algunos estrenos de los últimos años para ver cómo un género que supo alumbrar joyas como El lobo de Wall Street (basada en la vida del corredor de bolsa Jordan Belfort), Capote (un viaje a los hechos que derivaron en la novela de no ficción A sangre fría, de Truman Capote) o Red social (que sigue los comienzos de Facebook y su creador, Mark Zuckerberg) comenzó a multiplicarse.

Tan sólo en el último lustro, títulos como Bohemian Rhapsody (sobre el grupo Queen), Rocketman (sobre Elton John), Quiero bailar con alguien (sobre Whitney Houston), Elvis y Priscilla (una sobre Elvis Presley, la otra sobre su esposa) o incluso Oppenheimer (última ganadora del Oscar a mejor película basada en la vida del creador de la bomba atómica) han dado cuenta de la popularidad creciente del género. Si se observa lo que viene en el horizonte, no falta nada para sumar a esa lista películas dedicadas a Maria Callas, Michael Jackson y Bob Dylan, entre otras figuras.

Y si hablamos de series y del caso argentino, la reciente sobre Guillermo Coppola o El amor después del amor, con Fito Páez como protagonista, ampliaron un reservorio que ya contaba con títulos dedicados a Diego Maradona, Sandro, Carlos Monzón o Evita, por ejemplo.

Fabiana Cantilo, Charly García y Fito Páez, caracterizados en

Una decepción particular

Es indudable a esta altura que este tipo de producciones se han convertido en un gancho seguro para garantizar espectadores y expectativa previa. De todos modos, también es cada vez más evidente que el formato se ha agotado y aquello que supo sorprender o atrapar de ciertos títulos puntuales ya se ha convertido en un género en sí mismo, con un sinfín de lugares comunes y mucha menos rigurosidad de la que podría esperarse.

Basta revisar los estrenos cinematográficos de 2024 para encontrar dos casos cercanos en el tiempo que confirman aquello de que nada dura para siempre: Bob Marley: la leyenda y Back to Black, centrada en la vida de Amy Winehouse.

Uno de estos ejemplos, que habilita el uso de la primera persona, me ayuda a reforzar el planteo de manera más directa. Meses atrás, en ocasión de la llegada a las salas de la publicitada biopic del músico jamaiquino, fui (casi literalmente) corriendo al cine para ver en una sala a oscuras y con pantalla gigante la vida de quien es mi mayor referente como artista.

La experiencia durante los casi 105 minutos de película fue cuanto menos decepcionante. Si bien iba preparado para encontrarme con una versión edulcorada de una biografía personal y artística que conozco al detalle, el resultado fue mucho menos atrapante de lo que imaginé incluso con las reseras previas del caso. Entre alteraciones innecesarias a nivel guion y una caracterización ajena a todo lo que podía imaginarme al pensar en “la película de Bob Marley”, la ilusión de encontrarme con un filme acorde al mito que yo mismo había construido en mi cabeza se apagó rápidamente.

Kingsley Ben-Adir y Lashana Lynch, como Bob y Rita Marley en la reciente biopic del ícono del reggae. (Chiabella James/Paramount Pictures vía AP)

No obstante, si tuviera nuevamente la oportunidad, volvería al cine sin dudarlo. Y he allí el principal punto a favor que tiene este tipo de cintas. Más allá de las elecciones formales de cada realizador y de las características puntuales que hacen a ciertos títulos más disfrutables o más efectivos que otros, lo cierto es que la vida real de aquellas personalidades que admiramos (de una u otra forma) sigue siendo una fuente riquísima en cuanto a historias dignas de ser contadas.

Esto último no quita que el recurso ya no sea lo que alguna vez fue: una bocanada de aire fresco que, lejos de su apogeo, se convirtió en una estrategia infalible para llamar la atención en medio del ruido de la vida hiperconectada.

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