La Voz del Interior @lavozcomar: La turbulencia social entró a las escuelas

La turbulencia social entró a las escuelas

El derecho universal a la educación escolar se ha resquebrajado en los últimos tiempos, por factores casi siempre vinculados a la ruptura de los lazos familiares y por la crisis social y económica que agobia a millones de personas de condición humilde.

Aparecen así situaciones extremas que van decantando en un contexto de violencia pocas veces visto en el seno de la institución encargada de proveer educación a millones de niños, niñas y adolescentes.

Sin embargo, hay que sumergirse en razonamientos más profundos y de alcance cotidiano para entender de qué se trata. En un país como la Argentina, que tiene a la mitad de su población por debajo de la línea de pobreza o en condición de indigencia, no hay manera de desvincular al Estado de esta debacle continuada que agita asperezas.

Lo concreto es que los actos de violencia escolar protagonizados por alumnos de los distintos niveles se han disparado, con la consiguiente preocupación de las autoridades educativas de la provincia de Córdoba y de los propios cuerpos docentes.

En un informe que publicamos días atrás, una maestra dejó una definición de la situación que causa consternación. “La violencia entra y sale por las puertas de la escuela”, afirmó. Mientras, desde otros ámbitos admiten que son frecuentes los episodios conflictivos en algunos jardines de infantes, con criaturas que se cruzan patadas o golpes de mano con el “puño cerrado”. Pocos sabrán traducir con palabras desapasionadas adónde hemos caído. Y quién tiene la fórmula acertada para pacificar un desorden que escala sin tregua.

Con todo, el espanto y la decadencia tomaron otra dimensión al conocerse la noticia de un chico de 13 años que concurrió a una escuela con un arma de fuego en su mochila. ¿Alcanza con una investigación administrativa del Ministerio de Educación de la Provincia para resolver el fondo de la cuestión?

Y volvemos al punto de partida: los especialistas del área de Educación (y es factible que también no pocos sociólogos) consideran probable que la mayoría de estos conflictos no surjan en la escuela, sino que son manifestaciones de una crisis social y de un contexto particular que termina trasladándose a las aulas.

¿Cómo accede a una pistola un menor de edad si no es por un relajamiento brutal en el cuidado de parte de sus padres? Pensar en alguna conducta permisiva de algún mayor desaprensivo nos daría la evidencia de que estamos ante un fracaso sin retorno.

Los interrogantes abruman. ¿Cómo esperar una calificación excelente en conducta de un alumno de 12, 13 o 15 años que los fines de semana de madrugada se “entretiene” con las bandas que se dedican a perpetrar robos de tipo ”piraña”, como se ha probado en las detenciones que opera la Policía?

Las autoridades podrán alegar que se trata de hechos aislados de la cotidianidad áulica, pero la violencia escolar, sumada a los atrasos verificados en el aprendizaje de materias en los distintos niveles, debe obrar como un severo llamado de atención para el conjunto social, con el Estado a la cabeza.

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