La Voz del Interior @lavozcomar: La “ruta del delito”: así operan los motochoros en la avenida Fuerza Aérea de Córdoba

La “ruta del delito”: así operan los motochoros en la avenida Fuerza Aérea de Córdoba

“La rotonda ubicada a la salida de la avenida de Fuerza Aérea (al 5000, zona oeste de la ciudad de Córdoba) es el punto rojo de una ruta del delito y la inseguridad que comienza casi 20 cuadras antes. Los motochoros aprovechan que los autos se detienen en el semáforo, rompen los vidrios y se escapan por la calle Francisco de Arteaga”.

Esta descripción del padecimiento que definieron como “diario” se replica, casi sin alteraciones, entre un grupo de vecinos de la zona.

Se trata de un corredor, sobre la avenida Fuerza Aérea (conocida en la zona como “Ruta 20″), que comienza luego de cruzar el canal, en la calle Domuyo, sentido este – oeste de la Capital. Por esa vía, según aseguraron distintas fuentes consultadas por este medio, se producen robos cotidianos.

El mismo “modus operandi”

La modalidad siempre es la misma: los ladrones aprovechan el aminoramiento o la detención de la marcha automovilística en los semáforos. Se manejan en motocicletas, revientan las ventanillas de los conductores, sus acompañantes o de las plazas traseras con sus puños, cubiertos éstos con guantes u otras prendas de vestir.

Se llevan todo lo que alcanzan a arrebatar. En varias ocasiones, hay personas que resultan lesionadas por el esparcimiento de los cristales.

Los robos suelen suceder a partir de las 19 horas, según un relevamiento de los vecinos a través de alertas en grupos de WhatsApp. Pero también hubo episodios durante la mañana, el mediodía y la tarde.

La siesta es otra de las franjas horarias elegidas por los delincuentes, que salen desde las 13 y desaparecen a las 15. “Parece una zona liberada”, reclamaron.

Ante la recurrencia del delito, algunos automovilistas que circulan por la zona cambiaron sus hábitos de manejo. Unos decidieron, hace ya tiempo, evitar el freno en el semáforo de la rotonda y en el siguiente, que está ubicado al frente de la Escuela de Suboficiales de la Fuerza Aérea.

Otros conductores se desplazan por vías internas donde no existen las luces rojas. Aminoran la marcha en las esquinas pero intentan no detener su tránsito.

En avenida Fuerza Aérea al 5000, los motochoros aprovechan los semáforos para cometer robos. Foto ilustrativa. (Facundo Luque / La Voz)

Hay quienes directamente evitan llegar a una esquina. ¿Cómo lo hacen? Al ver que el semáforo está en rojo –contó un grupo de habitantes de barrios laterales a la vía– aminoran la marcha en la mitad de la cuadra. Evitan quedar “atrapados” entre dos autos y se acercan a la bocacalle cuando hay luz verde.

“Desde que uno pasa el control policial, que habitualmente está ubicado en una estación de servicio de la calle Comechingones, empezamos a apretar los dientes hasta llegar a nuestra casa”, dijeron vecinos del barrio Docta.

Edith, de barrio El Pueblito, aseguró que recorre a menudo esas calles y dijo conocer el drama que viven sus vecinos. “Son hechos que siempre se han cometido pero que ahora cobran mayor relevancia porque se repiten con más frecuencia”, comenzó a relatar.

Y agregó: “Buscan a los automovilistas que se detienen y les revientan las ventanillas. Después se escapan hacia barrio San Roque”.

Otra vecina suya, que solicitó estricta reserva de su identidad, contó que en la zona “los chicos se entrenan desde los 13 años”. Dijo que aprenden a manejar una moto y a atarse un buzo en los nudillos, para no lastimarse con los vidrios.

“Hay bandas que se dedican a este tipo de delitos y que dominan la zona. Se conocen entre ellos y sin su consentimiento nadie puede robar en motocicletas”, comentó otra vecina.

La Policía patrulla a menudo la vía. Tiene dispuesta una posta policial a cuadras del lugar y hay seguridad en el CPC de Ruta 20 y en el Hospital de Pronta Atención Madre Teresa de Calcuta. Ambos establecimientos están ubicados a pocas cuadras del sitio donde los robos se intensifican.

Sin embargo, para los vecinos no es suficiente. “Tienen que colocar un patrullero en la rotonda y perseguir a los ladrones que se escapan por Francisco de Arteaga y por el callejón interno, sin nombre, que está ubicado entre esa calle y De Olavarría”, manifestó un comerciante de la zona que a menudo es testigo de los ataques.

Presencia policial por inseguridad en la zona de avenida Fuerza Aérea al 5000 y alrededores (Facundo Luque / La Voz)

En primera persona: la experiencia de dos periodistas

“Pedimos un Uber desde el Shopping Nuevocentro, en barrio Alberdi, para ir a un asado. Jamás nos imaginamos lo que iba a suceder”.

El relato es narrado con lujo de detalle y no menos paciencia por Lucas Caballero y Belén Recupido, ambos periodistas de este medio. Todo sucedió el pasado domingo, cuando a las 19.30 se subieron a un auto para dirigirse a la vivienda de otros colegas, en barrio Docta.

“Iba con el celular en la mano porque necesitaba observar las indicaciones del GPS ya que el chofer era inexperto. Al llegar a la rotonda del Hospital de Primera Atención de Ruta 20 nos detuvo un semáforo. Todo ocurrió en un par de segundos”, dijo Caballero.

Cuando el periodista, sentado en el asiento del acompañante, estaba dando indicaciones al chofer que los conducía sintió un estallido en su oído derecho.

En la zona hay patrullaje policial, aunque los vecinos aseguran que no es suficiente. (Facundo Luque / La Voz)

“Vi todo porque estaba detrás del chofer. Pude ver que se acercaba desde un pasaje (el que está ubicado entre las calles Francisco de Arteaga y De Olavarría y se dirigió directo al auto. Una moto quedó esperándolo detrás”, agregó Recupido.

El ladrón introdujo toda su mano al habitáculo del vehículo una vez que logró romper el vidrio.

Según agregaron los periodistas, tenía su mano cubierta con un guante o con una prenda de vestir.

Al sentir el impacto, Caballero atinó a meter la mano y logró resguardar su móvil. “Hizo una onomatopeya, algo así como ‘uffff’, porque no se pudo llevar el celular”, se sorprendió Caballero.

Finalmente, el chofer avanzó hasta llegar a la Escuela de Suboficiales. Detuvo la marcha, se exculpó con los pasajeros porque no iba a poder continuar con el viaje: el auto estaba atestado de vidrios.

Afortunadamente, nadie salió herido. Tampoco se pudieron robar el celular. Otro colega buscó a los varados y los llevó a destino.

“Lo bravo es que en la zona nos contaron que esto se vive todos los días, a cada rato. La gente del lugar no sabe qué más hacer para evitar estos robos”, comentaron ambos.

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