La Voz del Interior @lavozcomar: La relación con China, cada vez más estrecha

La relación con China, cada vez más estrecha

La Argentina es el vigésimo país latinoamericano que se suma a la llamada “Iniciativa de la Franja y la Ruta” (IFR o “Nueva Ruta de la Seda”), proyecto con el que China busca consolidar y expandir su peso económico y político a escala global.

La IFR representa el programa de desarrollo de infraestructura global insignia de China, que pretende impulsar el comercio y nuevos lazos políticos y económicos con las naciones participantes, principalmente los países emergentes y “en vías de desarrollo”. El rasgo dominante es que las inversiones se focalizan en infraestructura, conectividad e industrialización.

Con su incorporación, Argentina se transforma en la mayor economía latinoamericana en sumarse a la Iniciativa hasta el momento y queda pendiente el ingreso de economías como las de Brasil y México, que si bien lo están considerando, aún no adhirieron.

Para los países latinoamericanos que ya firmaron la adhesión a la Nueva Ruta de la Seda, se suponía que los lazos más estrechos con China traerían mayor financiamiento y nuevos beneficios. Sin embargo, hasta ahora no ha sido necesariamente el caso. Quizá esto guarde relación con que no es un requisito excluyente adherirse a la Franja y la Ruta para recibir inversión china en infraestructura.

De hecho, según el relevamiento de Red ALC-China, entre 2018 (año en el que Latinoamérica fue formalmente invitada a sumarse a la iniciativa) y 2020, Argentina fue el mayor receptor de inversiones chinas en infraestructura de toda la región.

Proyectos posibles

Además, el pasado diciembre el gobierno de Alberto Fernández envió a Beijing un listado con 17 proyectos de infraestructura que propuso para que sean financiados con capital chino. La propuesta del Nuevo Plan Quinquenal es una de las mayores apuestas del Gobierno argentino en materia de acuerdos económicos y comerciales internacionales previstos para la pospandemia.

Sólo la construcción de la cuarta central nuclear en Lima (Buenos Aires), considerada en el listado, tiene un costo de financiamiento estimado en ocho mil millones de dólares y es un proyecto que lleva más de 10 años en carpeta.

Este panorama no es más que la punta del iceberg del incremento de la presencia china en la Argentina, que se viene dando con mayor o menor intensidad en forma ininterrumpida desde inicios del siglo. Para nuestro país, el ingreso a la IFR abre una oportunidad para contribuir a resolver sus históricos déficits en materia de infraestructura y conectividad.

De cualquier modo, las cosas se tornan menos certeras al momento de pensar en las implicancias que podría tener para el país el ingreso a la Iniciativa, por un lado, y la creciente profundidad y amplitud de la relación sino-argentina, por otro. Lo que es indudable es que alcanzar una relación equilibrada con China sea tal vez uno de los mayores desafíos para la política exterior argentina de las próximas décadas, sabiendo que las necesita por razones económicas.

De manera análoga, otro desafío para la política exterior es mantener los necesarios márgenes de autonomía en sus relaciones con Estados Unidos y China, cuando la región se constituye cada vez más como un espacio de disputa entre las potencias.

Todas las decisiones que se adopten en el marco de la relación bilateral necesitan ser evaluadas a la luz de su efecto futuro, en especial si esta tendencia se mantiene y derrama con el mismo énfasis hacia otros campos, como el político, el científico tecnológico y el de la defensa, por citar algunos.

Así, en el marco de la IFR, será esencial que las contrapartes acuerden proyectos favorables para ambos países, que no consistan exclusivamente en el otorgamiento de créditos destinados a la adquisición de insumos procedentes de China y, en cambio, se basen en el desarrollo de inversiones y transferencia tecnológica, la asociación con compañías locales, el empleo de mano de obra e insumos argentinos, y que se contemple la realización de evaluaciones de impacto socioambiental.

Los recelos y la realidad

Aunque la presencia china muchas veces genera recelos, es una realidad. El caso argentino no es aislado y muestra una marcada tendencia en la región. Sin duda, uno de los desafíos más complejos en materia de relaciones internacionales radica hoy en cómo encararlas con China.

Para nuestro país, estos acuerdos de inversión pueden representar una oportunidad de crecimiento, pero aún no es posible asumir, de manera definitiva, que los avances en la relación sino-argentina sean inherentemente positivos o negativos.

Hasta aquí, sólo una certeza existe: se debe tener especial cautela en cuanto a los potenciales riesgos de los proyectos, que pueden derivar en incrementos desmedidos de la deuda, impactos negativos a nivel socioambiental, problemas de competitividad en el ámbito comercial y la tendencia hacia la reprimarización de la economía nacional. Tampoco debe resultar indiferente la escasa transparencia de muchos proyectos.

Los futuros por explorar deben incluir la probabilidad de la ocurrencia de escenarios contrarios al crecimiento argentino. Cabe preguntarse, también, cuáles son los márgenes de maniobra reales de un país como Argentina –en una delicada situación financiera, necesitado de inversiones y divisas, y en una difícil relación con los acreedores occidentales, como el FMI– ante una potencia global en ascenso como China.

* Encargada de proyectos del área de Gobernabilidad Global de Fundeps

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