La reforma del Estado requiere una reforma impositiva
En el enmarañado sistema impositivo argentino conviven, de mala manera, unos 150 impuestos. Entre ellos, los hay municipales, provinciales y nacionales, y pueden impactar de manera conjunta. Por ello, nuestro esquema tributario es de muy compleja comprensión, pese a que los especialistas recomiendan exactamente lo contrario.
Con todo, hay unos 10 impuestos que representan alrededor del 90% de la recaudación global. Y en este grupo se destacan impuestos que son distorsivos.
A estas conclusiones arribó un particular informe elaborado por el Instituto Argentino de Análisis Fiscal (Iaraf), que configuró tres perfiles de argentinos “promedio”, con un ingreso tipo en relación de dependencia, para visualizar cuántos distintos impuestos son abonados por sujetos que representarían, por su situación general, a las distintas clases sociales.
El perfil 1 afronta hasta 23 impuestos y es el que menos paga. Lo hace cuando consume alimentos y bebidas; por acceder a cada uno de los servicios públicos que utiliza, o al contratar internet y alguna plataforma de streaming. En ese conjunto impositivo, hay 11 tributos nacionales, cinco provinciales y siete municipales. Están, entre otros, el IVA, el llamado “impuesto al cheque”, Ingresos Brutos e Inspección de Seguridad e Higiene.
El perfil 2 agrega a los consumos del perfil 1 características propias de la clase media. El Iaraf imagina que asiste a recitales y salas de cine con cierta regularidad; que ahorra en dólares, y que, como posee casa y auto, paga seguros. Entonces, abona unos 37 impuestos: 16 nacionales, siete provinciales y 14 municipales.
Del perfil 1 al 2, el mayor salto se concentra en el nivel municipal, donde se duplican las tasas por pagar.
El perfil 3 ya se corresponde con la clase alta. Al ritmo de vida del perfil 2 se agrega que viaja periódicamente en avión por cuestiones de trabajo y que tiende a vacacionar en el exterior. Además, cuando cambia el auto, adquiere un cero kilómetros. En total, abona 48 impuestos: 27 nacionales, siete provinciales y 14 municipales.
Ahora, del perfil 2 al 3, el salto importante se da en el nivel nacional: mientras en los otros niveles no hay variaciones, aparecen 11 impuestos nacionales más.
Aunque parezca demasiado esquemático, este escenario de tres ciudadanos “promedio” imaginado por el Iaraf resulta muy ilustrativo. Podría hacerse algo semejante con diferentes tipos de empresas.
Este sistema impositivo no puede continuar. Se requiere una reforma global. No sólo para transformarlo en un sistema claro, simple y efectivo, sino también para ponerlo en línea con una reforma del Estado que dé prioridad a la eficiencia en la recaudación y en la administración de sus recursos.
El actual sistema da cuenta de la voracidad de ese Estado al que critican tanto los ciudadanos porque recauda mal y, encima, está acostumbrado a brindar malos servicios y a gastar más de lo que recauda.
Sin embargo, nada de esto será posible si no se alcanza previamente un amplio consenso entre las fuerzas políticas representadas en el Congreso Nacional y en las provincias. Porque aún no se ha elaborado la nueva ley de coparticipación establecida por la Constitución de 1994. Han pasado 30 años. No podemos seguir esperando.
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