La orientación económica que revertirá nuestra decadencia
Al presentar el Presupuesto 2025 en el Congreso de la Nación, el presidente Javier Milei tuvo connotaciones dignas de resaltar.
Podríamos decir que sus conceptos sobre la Nación convierten al discurso en una clase magistral de economía política. Sin vacilaciones, lanzó definiciones que fueron claves para restaurar la falta de confianza que hoy ostenta nuestro país. Hacía más de 80 años que no se escuchaban en el país conceptos sensatos sobre nuestra economía. Salvo honrosas excepciones, en períodos cortos que no alcanzaron a revertir nuestra decadencia, como fueron la convertibilidad del presidente Carlos Menem y el cambio conceptual que realizó el presidente Mauricio Macri.
Su discurso fue contundente y coherente conceptualmente, como lo viene haciendo desde su campaña electoral. Anunció con claridad sus lineamientos y propósitos basados en la libertad, el libre mercado, la disciplina fiscal y monetaria, y la integración al mundo, donde la lucha contra el flagelo de la inflación cobra prioridad absoluta.
Como experto economista, sabe mejor que nadie que la sociedad paga muy caro el impuesto inflacionario producido por el desorden y el derroche de los recursos del Estado, cubiertos con déficit y emisión monetaria. Advierte con claridad que a los sectores vulnerables se les desvanecen en sus manos los recursos que adquieren con su esfuerzo y trabajo al momento de adquirir los alimentos y los productos del hogar. Como también ellos se dan cuenta de la ausencia del crédito en este contexto inflacionario, situación que los aleja de acceder a bienes de consumo durables como autos, motocicletas, heladeras y hasta la refacción o construcción de sus viviendas.
La inflación constituye la causa de la profunda desigualdad social que existe en el país. Sectores sociales pudientes compran de contado bienes que los sectores de menores recursos no lo pueden hacer sin el crédito que la inflación impide desarrollar.
Esta situación representa la gran injusticia del populismo socialista.
Pero también en su discurso busca revertir esta agobiante situación heredada del populismo kirchnerista. En el mismo, prevalecieron los denigrantes controles, regulaciones y prohibiciones que ahuyentaron el flujo del capital privado, sin el cual resultó imposible revertir el escandaloso cuadro de pobreza que supera el 50% en el país.
Hasta el año 1943, Argentina sorprendía al mundo por su progreso y su prosperidad. Éramos uno de los cinco países más ricos del mundo. Superábamos a Australia y a Nueva Zelanda, rivalizábamos con Canadá y hasta con Estados Unidos. Gracias a que gozábamos de una estabilidad monetaria asombrosa, que otorgaba una caja de conversión muy estricta, y luego un Banco Central independiente, celoso guardián de la estabilidad de la moneda.
Lamentablemente, en 1946 se abandonó el largo período de una política liberal, causante de esta prosperidad deslumbrante, se nacionalizó el Banco Central, para comenzar un proceso demagógico populista que destruyó a nuestro país, sumergiéndolo en la inflación crónica, la dependencia y la pobreza.
El país, al retornar a la estabilidad, está cosechando confianza y han comenzado a aparecer los primeros síntomas de recuperación económica en varios sectores.
Quiero terminar resaltando una frase de su discurso que merece ser destacada; “Después de años donde la clase política vivió poniendo cepos a las libertades individuales, hoy venimos aquí a ponerle un cepo al Estado”. Esta frase, como otras que merecen leerse, reflejan el gran cambio que se está impulsando en el país. Un cambio liberal, que le dará consistencia al progreso y desarrollo a nuestra Nación.
Falta mucho aún por hacer, hay regulaciones todavía en la economía que hay que resolver, pero lo realizado hasta el momento es realmente muy meritorio.
(*) Presidente de la Bolsa de Comercio de Córdoba
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