La Marcha sobre Washington pone de relieve la evolución del activismo de las iglesias negras
La Marcha sobre Washington de 1963 es recordada ante todo por el discurso “Tengo un sueño”, del reverendo Martin Luther King, y por ser un momento culminante del activismo por los derechos civiles a largo plazo de la llamada “Iglesia Negra”.
En la marcha, ciertamente King representó a numerosos clérigos negros que eran sus colegas en la Conferencia de Liderazgo Cristiano del Sur (SCLC, por sus siglas en inglés). Pero la marcha fue producto del activismo sostenido de una coalición más extensa.
Líderes sindicalistas de raza negra y de raza blanca, así como clérigos blancos, desempeñaron papeles fundamentales a lo largo de muchos meses antes del evento.
Más aún, en aquel entonces la Iglesia Negra no era monolítica, ni lo es ahora. Muchos pastores negros y sus congregaciones no participaron en la desobediencia civil y otras tácticas de confrontación no violenta en la era de la lucha por los derechos civiles, de la misma forma que en la actualidad algunos se mantienen al margen del movimiento Black Lives Matter y evitan a los pastores progresistas negros que defienden el derecho al aborto y los derechos de las personas LGBTQ+.
Mucho más que un solo hombre
“Los temas son multirraciales. Hoy en día, es muy simplista decir: ‘iglesia negra/iglesia blanca’”, dijo el reverendo William Barber, quien en 2018 se convirtió en copresidente de una iniciativa nacional antipobreza denominada “The Poor People’s Campaign”. Este nombre se inspiró en un movimiento creado por King y otros líderes de la SCLC en 1968.
Barber, hoy director del Centro de Teología Pública y Políticas Públicas de la Escuela de la Divinidad de Yale, admira inmensamente a King. No obstante, es crítico de quienes “reducen la Marcha sobre Washington a un hombre, un discurso”.
“Esa es una estrategia política para socavar el propósito de la protesta masiva”, señaló. “Debe ser un movimiento de masas, no sólo un momento masivo”.
En las décadas previas y posteriores a 1963, las iglesias y las denominaciones negras han tenido distintas prioridades y enfoques políticos.
Muchos líderes religiosos negros en los primeros años del siglo 20 apoyaban la exigencia de Booker T. Washington para que se suscitara el progreso negro mediante la educación y la autosuficiencia económica, en lugar de a través de desafíos directos a las leyes de segregación.
En décadas posteriores, la Nación del Islam promovió la autonomía como parte de su defensa del Nacionalismo Negro. Otros pastores negros –en particular el padre Divine y el reverendo Ike– se enriquecieron con promesas optimistas sobre prosperidad terrenal para sus seguidores.
Activistas y conservadores
En la actualidad, hay gran cantidad de pastores negros en dos categorías distintas, de acuerdo con Robert Franklin, profesor de liderazgo moral en la Escuela Candler de Teología de la Universidad Emory, en Atlanta. Algunos de ellos, señala, participan con vigor en el activismo por la justicia social, visualizándose a sí mismos como “radicales proféticos” en la tradición de King.
Otros tienen un enfoque más conservador e individualista, apunta. “Son un poco blandos a la hora del activismo y del correr riesgos”, señaló.
“En muchos sentidos, se han declarado victoriosos, han comprado sus propias instalaciones”, indicó. “Hay menos sermones proféticos y más preocupación por el mantenimiento de la institución. Se preguntan: ‘¿Cómo mantenemos las luces encendidas y pagamos las facturas?’”.
Una tendencia notable en décadas recientes ha sido el aumento en la cantidad de congregaciones multirraciales en todo el país. La antigua iglesia de King, en Atlanta, la Iglesia Bautista Ebenezer, figura entre ellas, atrayendo cada vez a más feligreses blancos e hispanos. Barber insinuó que King se sentiría complacido por eso.
“El doctor King peleaba por la querida comunidad que incluía a todas las personas, sin importar su raza”, manifestó Berber. “Incluyó a todo el mundo, de distintas religiones y tradiciones”.
Derechos para todos
En la ciudad de Nueva York, una de las iglesias protestantes más antiguas, la Iglesia Middle Collegiate, es ahora una congregación políticamente progresista y multiétnica. Su ministra principal, la reverenda Jacqui Lewis, es una mujer negra, orgullosa de continuar la tradición de su familia del activismo por los derechos civiles.
El Movimiento por los Derechos Civiles de la década de 1960 “no se reducía a los clérigos varones negros del sur”, indicó. “También incluía a mujeres que decidieron marchar y no subirse a los autobuses (durante el boicot a los autobuses de Montgomery de 1955 a 1956). Fueron personas blancas las que decidieron subir a personas negras a sus coches y llevarlas al trabajo. Todas las personas ordinarias, de a pie, que participaron en este movimiento por la libertad del sur”.
Lewis coincidió en que, hoy en día, el término “Iglesia Negra” –como concepto general– podría ser de uso limitado.
“Mejor hablemos de la ‘fe negra’. Está dentro y fuera de la iglesia. ‘La Iglesia Negra’ implica pararse en las calles en favor del derecho al aborto, de los derechos de los migrantes. Si en la calle hay dos personas negras coreando ‘Venceremos’, esa es la Iglesia Negra’”.
Quizá sea una señal de los tiempos de que no hay un grupo basado en una sola fe entre las organizaciones que copresiden el 60º Aniversario de la Marcha sobre Washington, que se celebrará este 26 de agosto. Entre las que presiden, figuran la Asociación Nacional para el Progreso de las Personas de Color, la Liga Urbana Nacional, la Liga Antidifamación y Asian Americans Advancing Justice, una organización sin fines de lucro que aboga por los derechos de los estadounidenses de ascendencia asiática.
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