La importancia de hidratarse en el trabajo
El lugar de trabajo debería ser un contexto especial para el fomento de la salud, debido a su incidencia en patologías crónicas como la obesidad, diabetes, enfermedades cardiovasculares, etc. El bienestar de las personas beneficia tanto a la empresa como a sus colaboradores.
Hasta hace algunos años, las compañías se concentraban sólo en reducir los riesgos laborales. Sin embargo, en el último tiempo están apostando también por conseguir un estilo de vida activa y sana para los trabajadores, promoviendo una dieta equilibrada, actividad física, ergonomía en el puesto de trabajo y una óptima hidratación.
Al menos, pasamos un tercio del día trabajando, sumado al tiempo que empleamos en desplazamientos. Por ello, asegurarnos de ingerir la cantidad de líquido adecuada y de calidad durante todo el proceso es clave para nuestro bienestar.
Es muy importante mantener una hidratación constante a lo largo de toda la jornada laboral, ya que la pérdida de agua en nuestro organismo se produce de forma constante y, generalmente, si estamos inmersos en nuestro trabajo, solo bebemos de forma intermitente o muy esporádica.
¿Qué pasa si no nos hidratamos?
Según datos del Instituto de Investigación Agua y Salud, cuando la deshidratación excede el 2 por ciento del peso corporal, el rendimiento y la capacidad de trabajo disminuyen, y más aún si la actividad se desarrolla en un ambiente con calor.
Esta situación también afecta a la toma de decisiones y la función cognitiva, traduciéndose en un descenso de la productividad y un aumento del riesgo laboral.
Además, la falta de hidratación interna puede pasar inadvertida y generar problemas como dolores de cabeza, cansancio, falta de concentración y calambres.
El tipo de trabajo influye
Cuando se realiza un trabajo físico, se puede producir una sudoración excesiva que supere el consumo de agua ingerida y conlleve un déficit de líquido corporal o deshidratación. Como consecuencia de ello, la temperatura del cuerpo aumentaría, generando graves inconvenientes a la salud.
Existen muchas actividades laborales que exigen un gran esfuerzo y que en muchas ocasiones se desarrollan en condiciones ambientales duras y extremas. De hecho, se pueden observar importantes pérdidas hídricas en sectores como la minería, la construcción, el medio agrario, la siderurgia, la pesca, el transporte, etc.
En el caso de las personas que trabajan en fábricas, el uso de ropa hermética o equipos de protección puede afectar a la hidratación corporal. Mientras que en las oficinas con aire acondicionado o calefacción, se genera un ambiente más seco de lo normal, lo que da lugar a mayores pérdidas de agua a través de los pulmones y de la piel.
Pautas para una correcta hidratación
Las necesidades hídricas son diferentes en cada persona y dependen del sexo, la edad, el individuo, el tipo de trabajo que realiza, la intensidad y duración de las actividades, así como factores ambientales como la temperatura y la humedad relativa del lugar.
La norma general es beber cada dos horas al menos unos 300 mililitros, de a pequeños sorbos y sin esperar a tener sed, para mantener los niveles adecuados.
No olvidar llevar una botella de agua para ingerir durante los trayectos de traslado hacia el lugar de trabajo y de regreso al hogar. En la ciudad de Córdoba, es posible recargarla con agua de la canilla porque es apta para consumo. Incluso las empresas están adquiriendo los dispensers que se conectan directamente a la red (no llevan bidones) y permiten enfriar o calentar el agua en forma segura.
Además, durante el periodo laboral hay que evitar comer demasiado y se debe llevar una dieta equilibrada y rica en vegetales, verduras y frutas.
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