La escalada de la violencia delictiva
Una serie de hechos delictivos en distintos puntos de Córdoba, con un lamentable saldo de muertos y heridos, provocó una inusual respuesta oficial. No es común que los funcionarios del Gobierno provincial expresen ante la prensa sus opiniones ante sucesos de esta naturaleza. Sin embargo, en esta ocasión, el ministro de Gobierno y de Seguridad, Julián López, no dudó en manifestar su preocupación por el incremento de la violencia.
Las declaraciones de López cerraron un ciclo que abrió la jefa de Policía y que luego continuó el secretario de Seguridad. Sus discursos giraron alrededor del aumento de los índices delictivos y los rasgos violentos que caracterizaron a varios de esos episodios, lo que expresa de manera contundente que hay cierto desasosiego en el máximo nivel del Gobierno provincial. Es sabido que el gobernador Juan Schiaretti opta por hacer silencio en circunstancias como estas. Pero también es una constante que sus funcionarios sólo hacen declaraciones cuando el gobernador lo autoriza.
Los primeros números que se pueden exponer son harto elocuentes: en las últimas ocho semanas, al menos 10 personas fueron baleadas en situaciones de robo en la ciudad de Córdoba; y en la ciudad de Río Cuarto un motociclista fue acribillado a balazos en un asalto callejero. En promedio, un caso cada cinco días.
Dicho de otro modo, el tema se instaló en la agenda de los medios de comunicación hace dos meses y sigue allí, recobrando vigencia periódicamente por la ininterrumpida sucesión de casos. Hay, para colmo, videos de algunos de los hechos más trágicos que no sólo se reproducen en los medios sino que circulan sin control en las redes sociales. El reclamo ciudadano por mayor seguridad se multiplica, entonces, a pocas semanas de las elecciones provinciales.
Visto desde la perspectiva política, no puede haber peor escenario. Por eso se torna necesario no sólo demostrar que se están pensando nuevas líneas de acción contra el delito, sino también manifestar empatía con lo que siente la población.
Es comprensible, en consecuencia, que varios funcionarios hablen de sus respectivas emociones y se confiesen preocupados –no sólo por el cargo que ocupan, sino como ciudadanos– por lo que está pasando. Lo que no parece muy atinado es vincular este particular clima violento de inseguridad, como lo hizo el ministro López, con la profundización de la marginalidad y la exclusión social por efecto de la crisis económica que vivimos.
Llevamos demasiados años conviviendo con altos niveles de marginalidad y de pobreza. Debiéramos haber aprendido ya, por lo tanto, que la mayoría de los pobres y excluidos no se dedican al robo ni son violentos.
Sería preferible, entonces, que el funcionario que asume la representación del Gobierno ante la prensa se declarase imposibilitado de esbozar una explicación. Porque, en verdad, es muy difícil saber por qué se ha dado esta lamentable secuencia. Que esté a la vista de todos no significa que podamos explicarla. En ese contexto, la búsqueda de una respuesta podría llevar a las autoridades a diseñar mejores políticas preventivas.
https://www.lavoz.com.ar/opinion/editorial/la-escalada-de-la-violencia-delictiva/
Compartilo en Twitter
Compartilo en WhatsApp
Leer en https://www.lavoz.com.ar/opinion/editorial/la-escalada-de-la-violencia-delictiva/