La Voz del Interior @lavozcomar: La dee jay cordobesa Victoria Whynot, con premio internacional y el mundo a su alcance

La dee jay cordobesa Victoria Whynot, con premio internacional y el mundo a su alcance

La dee jay cordobesa Victoria Whynot está en videollamada con el conductor de los Future Talent Awards, unos premios que instituyó el británico Pete Tong y que tienen un jurado lujoso: Carl Cox, Nicole Moudaber, Jamie Jones y TSHA.

Y apenas reduce el Atlántico a nada con un clic, la también diseñadora textil se encuentra con que el maestro de una ceremonia nada solemne pronuncia su nombre.

Entonces, del gesto de atención entusiasta pasa al llanto, lo que la obliga a mover un poco sus rigurosos lentes de marco grueso.

Pero al toque empezará a saltar en su cama, porque al primer anunció le siguieron otros dos estimulantes: el también británico Carl Cox la eligió como su favorita y la discoteca ibicenca Pacha la seleccionó como ganadora para tener un slot en el futuro.

Ante semejante aluvión legitimador, ella expone en Instagram que no tiene mucho más para decir y que ni siquiera ella ha podido procesar del todo lo que ha pasado.

¿Y qué ha pasado, puntualmente? Que esta veinteañera de Villa Carlos Paz ha recibido una distinción por parte de artistas legendarios, cuyo objetivo es “retribuir a las futuras generaciones de dee jays y proporcionar una plataforma para que los mejores brillen y obtengan la atención que merecen”, según palabras de Tong.

“Siempre sentí que debemos preservar el arte de pinchar y darle a la nueva generación la oportunidad de unirse al circuito global por sus habilidades de dee jay. Por eso he creado la Pete Tong DJ Academy y, más específicamente, este proyecto de Future Talent Awards”, añadió el además conductor de la BBC.

Así las cosas, a Victoria Whynot se le abre un abanico de posibilidades a partir del acceso a un portal de aprendizaje online en materia de trucos, consejos y conocimientos de la industria de algunos de sus mejores tutores.

En concreto, a tres años de haber comenzado a poner música profesionalmente, esta dee jay puede llevar a niveles insospechados de excelencia un perfil inclusivo, en el que pueden entrar desde techno áspero hasta diversos tipos de música house.

Victoria Whynot, jugando con su otro yo. (Prensa VW)

“Es extraordinario lo que me pasó”, le dice Victoria Whynot a La Voz desde Buenos Aires, donde reside desde hace un tiempo. Curiosamente, habla a pocos minutos de abordar un avión hacia Córdoba. “Tengo que tocar en Chilli Street Food y de paso aprovecho de visitar a mi familia. La verdad es que no tengo ningún hogar fijo, pero estoy rentando un apartamento acá, por el momento. Y voy y vengo, voy y vengo”, añade consciente de que no queda más remedio cuando se está tan desregulada laboralmente y se tienen cabinas disponibles aquí, allá y en todas partes.

–¿Te gusta este tipo de nómade o te agotó un toque?

–Me encanta. Siempre me gustó, desde antes de ser dee jay. Antes, cuando era pequeña, más joven, viajaba, y siempre me gustaba esto de que todas mis cosas entren en una valija.

–De acuerdo a tu bio, encontraste la pasión por la electrónica en el seno familiar. ¿Quién te iluminó el camino, a quién le damos el crédito?

–Primero tengo que decir que en mi familia no hay ningún músico. Y después, contar que a esto llegué por mi hermano, que tiene 10 años más que yo y salía a fiestas electrónicas. Vivíamos en la misma casa… Él iba a fiestas electrónicas y cuando volvía, ponía esta música. Yo habré tenido 13, 14 años a lo sumo, escuchaba y decía “¿Qué es esto? Me encanta, me encanta”. Gracias a él descubrí este mundo de tan chiquita.

En la continuidad de su relato, Victoria Whynot añade otras revelaciones jugosas: “Entonces conseguí un DNI falso y empece a ir a fiestas electrónicas a los 14. A escondidas de toda mi familia, yo era tipo una cosita de un metro y poco más, y tenía un amigo más grande que me hacía la pata y me llevaba”.

“El día que mi hermano me ve en una, casi se muere –recuerda-. Obviamente, porque el ambiente era bastante hostil, digamos, por la cantidad de drogas y por otras cuestiones. Yo era muy chica, iba al secundario, ni siquiera me había ido a Bariloche. Y él me odió. Me vio ahí y me dijo, sin vueltas ‘No vengas más, no es un lugar para una chica de tu edad’”.

–No le hiciste caso, evidentemente.

–No. Ciega, le dije “no me importa nada, voy a seguir yendo igual”. Y nos peleamos con mi hermano. Estuvimos bastante distanciados… Obviamente siempre nos amamos, pero esa fue una situación que nos distanció bastante. Porque a él no le gustaba verme ahí. Le contó a mi papá y se vinieron quilombos familiares. Y recién ahora, que de algún modo la estoy pegando, volvimos a entablar un vínculo. De hecho, hace poco fue a escucharme por primera vez. Y ahora, cuando pasó esto del premio, se largó a llorar.

Victoria Whynot y su paso de la pista a la cabina

A la hora de hablar sobre cómo paso de la pista a la cabina, Victoria primero cuenta que fue “a fiestas, fiestas, fiestas” y que escuchó a absolutamente todos”.

Luego precisa que el big bang se produjo a sus 23 y en Los Ángeles, Estados Unidos, donde estaba trabajando como diseñadora.

“Estaba trabajando en un desfile en el que habían contratado a un dee jay para musicalizar. Yo, obvio, estaba re enganchada con lo que hacía el pibe. Y cuando termina el evento, pego buena onda con él y me dice ‘¿No querés que te enseñe? Te enseño a mezclar’. Estábamos al pedo después de trabajar, así que dije ‘de una’. A partir de ahí, el pibe literalmente tardó una hora y media en enseñarme las cosas básicas. Y estuve tocando hasta las tres de la mañana. Quedé alucinada, porque hasta entonces me imaginaba eso como simple diversión”, releva.

“En ese momento ni en pedo pensaba en ser dee jay. Estaba en otro país, tenía un contrato de trabajo… O sea, una locura. Pero cuando me despido de este loco, me dijo ‘Sé que te dedicás a otra cosa, pero en bandejas mostraste algo copado. Algún día, tomate el tiempo de descubrir qué tenés para dar en esta historia. Jamás le había enseñado a alguien en un día a mezclar música…’ Eso me quedó en la cabeza y apenas volví a Argentina, que fue justito después de la pandemia, tomé un curso y a los dos meses estaba tocando en el Chateau”, redondea.

–¿Y ese estilo que cultivaste en ese entonces es el que mantenés ahora o fuiste metamorfoseándolo?

–No. Siempre fue el mismo desde el principio. Obviamente fueron cambiando, no sé, los sellos de los cuales descargo música o los artistas que me gustan, pero mantengo mi estilo característico, que es mezclar muchos géneros a la vez en un mismo set, tocar desde techno hasta house y afro house todo en un mismo set. Fue de lo que me nutrí después de dar tantas vueltas y de conocer mucha gente diferente.

–¿A qué superestrella conociste?

–Lo más fuerte me pasó el 4 de noviembre de 2023, que toqué con Fatboy Slim en La Estación. Esa noche yo tenía que hacer el opening, tocar para nadie a las 10 de la noche. Más allá de eso, cuando me enteré de que tenía esa fecha, aprendí a producir música para tener algo que regalarle a Fatboy Slim. Hice lo que pude, produje un track que hoy en día lo escucho y me cago de risa porque me digo “¿Cómo puede ser que le haya dado esto a Fatboy Slim?” Esa noche, en el programa me seguían tres dee jays más y él, y yo tenía el pendrive con una etiqueta que decía “Para Fatboy Slim, de Victoria Whynot”. Bueno, me pasé toda la noche buscando a su mánager; finalmente lo encontré y le dije que necesitaba su ayuda para que le diera ese pendrive a su artista.

–¿Y qué pasó?

–No sé si el tipo me tuvo lástima o si fue genuino, pero me garantizó que se iba a encargar de que suceda. Y pasó que a las 8 y media de la mañana alguien me busca para que haga el cierre de la cabina. Fue una decisión re loca por parte de ellos porque no tenía cancha ni música preparada para eso. Pero subí y la rompí. Cuando terminé, el manager del chabón viene y me lleva al camarín. Entonces lo veo a Fatboy Slim delante de una taza de café (no es un viejo falopa ni ahí) y con el pendrive. Charlamos un toque y me prometió que lo escucharía.

–¿Lo hizo?

–Sí, porque al tiempo recibí un mail suyo que decía: “Victoria, escuché detenidamente tu track y siento mucho potencial”. Creo que ellos valoran esas cosas…

–¿Esas cosas?

–Sí, ver a alguien tan convencida de lo que hace y del amor que siente por la electrónica. Más allá de que era una producción chiquita, él tipo le vio pasta de hit. Desde entonces, no paro de mandarle música. Con otra dee jay que hablo es Carlita, de Turquía. Es muy interesante lo que hace. La trajeron a Las Palapas en Mendoza, donde yo tenía que tocar tres horas. Bueno, cuando terminé y llegó ella para su set, se dispuso en la cabina y me dijo “Me encantó cómo tocaste, hacía mucho que no me gustaba tanto cómo me hacían un warm up ¿Querés que toquemos juntas las dos últimas horas?” Me quedé helada, pero me repuse e hice un back to back.

Victoria Whynot, en pose modélica. (Prensa VW)En la cabina, Victoria Whynot se muestra expansiva en lo corporal, en los términos de una performer. (Prensa VW)

–¿Por qué te autopercibís y te presentás como performer?

–Algún tiempo atrás no se le daba al dee jay tanto protagonismo escénico. No era el centro del evento: el dee jay tocaba y la gente sólo le prestaba atención a la música. Tengo como referentes a Marshall Jefferson y Larry Levan, que tocaban escondidos atrás de una pared casi, así que a eso lo tenía muy claro. Hoy en día siento que se le da preponderancia elevando la cabina y visibilizándolo. Todos estás bien: el dee jay que va y toca sin levantar una mano ni agitar ni sonreír; y el que toca y trata de conectar con la gente. Fui bailarina muchos años y me nace moverme cuando toco; no es un acting, me sale así, es parte de mi expresión. Muestro lo que me sale en el momento y mucha gente me reconoce esa actitud un día después de cada set. “La verdad, tuve una mala semana y me hiciste sentir muy bien, o me hiciste conectar con tal cosa o tal otra”. Ese tipo de mensaje de me llega. Trabajo con ese conjunto de estímulos y emociones.

–¿Cuál es tu mirada de la escena electrónica cordobesa?

–Está en su mejor momento. Sólo falta que el país acompañe. Siento que hay algo que está listo para explotar y que sólo necesita ayuda de la realidad socioeconómica. Porque la realidad es que está muy difícil invertir en abrir un club o en hacer un evento, a no ser que seas uno de los grandes monstruos. Los talentos están aún en el underground, esperando que toque mejore para emerger. Siempre se necesita un empujoncito. Yo destaco mucho la labor de este lugar, Chilli Street Food, que abre de jueves a domingo con un line up sólo de dee jays. Hacen ciclos, buena curaduría, proponen. Vas ahí y tenés un diagnóstico de lo viva que está la escena. Es una meca que merece mejores condiciones por parte del afuera.

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