La Voz del Interior @lavozcomar: La bandera de la solidaridad

La bandera de la solidaridad

El río Jordán, en su curso, forma dos mares (dos lagos): el mar de Galilea y el mar Muerto, pero mientras que el mar de Galilea es un mar bullente de vida, lleno de peces; el mar Muerto es precisamente un mar “muerto”, no hay traza de vida en él ni a su alrededor, sólo salinas. Y sin embargo se trata de la misma agua del Jordán. La explicación, al menos en parte, es esta: el mar de Galilea recibe las aguas del Jordán, pero no las retiene para sí, las hace volver a fluir de manera que puedan irrigar todo el valle del Jordán.

El mar Muerto recibe esas aguas y las retiene para sí, no tiene desaguaderos, de él no sale una gota de agua. Es un símbolo de lo que le es propio al verdadero amor: crece y da vida al darse, y se estanca o muere si se retiene. Y ese amor hoy día toma entre otras formas, la de la solidaridad: un gesto austero, silencioso casi siempre, a favor de quienes arrastran más pesares que esperanzas.

Algo podemos hacer por los demás. Y si algo es posible hacer, debemos hacerlo.

Somos conscientes de que hay realidades que no podemos manejar, que superan nuestras modestas posibilidades, sin embargo, en el escenario más cercano –y por ello más humano–; en el contexto de las cosas cotidianas (donde la vida real pasa, a veces inadvertida), algo podemos hacer bajo la bandera de la solidaridad. Algo podemos hacer para apagar alguna lágrima, para mitigar alguna herida, para acompañar alguna soledad, para satisfacer algún vacío en el alma, o en el vientre, para encender una luz en tantas situaciones tenebrosas.

La solidaridad puede ser la insignia, la bandera de una “mansa rebelión” contra un mundo injusto. No nos basta un sentimiento de vaga compasión o de superficial ternura hacia los males de tantas personas cercanas y lejanas; al contrario, lo nuestro es la determinación firme y perseverante de empeñarse por el bien común, es decir por el bien de todos y de cada uno, porque todos somos verdaderamente responsables de todos. Lo nuestro |no puede reducirse a un calorcito en el corazón, sino a una mano que ayuda o una mano que abraza. ¡Bajo esa bandera queremos militar!

* Obispo de Córdoba, miembro del Comipaz

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